Capítulo 7
En una etapa anterior, cuando estaban recibiendo el mensaje, Ella le había comentado sobre esta experiencia que estaban haciendo a ese conocido en común que tenían: Arturo, de él se trata; que con ironía, en aquel entonces, la llamaba "Pepita la Predicadora".
Más tarde, cuando se acercó a ellos y tuvo acceso a este trabajo, se fanatizó. No solo pasaba a visitarlos todos los días para tratar de ver qué novedades había, sino que, además, había incorporado a ello a su ex pareja.
Arturo y Estefanía padecían de un delirio místico. Sus vidas eran un verdadero ritual. Hablaban por demás; formulaban mega frases para decir dos cosas importantes y a veces ninguna. ¡Cómo gastaban energía!
Después de esta incorporación y ambos haber leído el original de "La Casa de Dos Puertas", que mis discípulos le obsequiaron a Arturo, Estefanía comenzó a tener una necesidad imperiosa de escribir, y escribía cuadernos enteros de cosas inconexas, sin separación de palabras y con una caligrafía muy pequeña e ilegible.
Esto hizo que Arturo se sintiera importante, también. Ya no era solo un espectador pues era su ex esposa, (a quien consideraba de su propiedad; de lo contrario por qué se sentiría importante) la que recibía esas cosas. Estaban mezclando todo. Estefanía vivía en la misma casa con Arturo y aún no habían resuelto definitivamente el corte a pesar que llevaban largo tiempo separados, pero como ella escribía, Arturo se sentía formando parte de ello.
Estefanía escribía cosas similares a las que recibían mis discípulos; claro que esto fue después de haber leído el libro de ellos.
Esa tarde llegaron Estefanía, cuaderno en mano, y Arturo.
Antes que arribaran mis discípulos me habían preguntado si Arturo y Estefanía podrían estar presentes en las "charlas" y yo les dije no había inconveniente.
Mi discípulo estaba exultante, puso a su compañera en hipnosis y comenzamos la charla y comentó que había luchado por acompañar a su compañera a Nehuén Curá, y muy contento, preguntó:
—¿Vieron que no voy a tener que enojarme esta vez?
—¡Tal vez sí!, le dije, y Él contestó
—Si, pero va a ser de otra forma y no por desaprovechar la oportunidad.
—Sí. Pregunta.
—¿Nos pueden dar un indicio de esa experiencia que está llevando a cabo Estefanía? ¿Qué es? —preguntó Él y yo contesté
—¿Qué es?... Ese espíritu recuerda; solamente eso. Es un espíritu evolucionado que deberá derribar grandes muros; y que están relacionados con esta vida planificada. Estefanía sabrá qué hacer.
—¿Quieren decirnos algo que también puedan escuchar ellos dos o prefieren que hablemos cuando estemos solos?
—Una cosa: ¡Intento! Cuando llega el fin de la palabra. Cuando ya no se puede hablar comienza la acción; movimiento, pensamiento, Libertad. ¡Ustedes tienen la llave que abrirá esa puerta! ¿Recuerdan, tal vez, los monstruos y los enigmas?... Comienza el tiempo del Intento. ¡Pero no es fácil! Porque el poder ver, sentir, oír, tocar, eso es Intento. ¡La fuerza que libera! ¡Recuerden que los justos serán los que menos administrarán justicia. Que aquellos que claman víctimas de traiciones serán los primeros acusadores. El Intento es el fin de la palabra; otros recién comienzan. "Es el fin de las palabras", busquen por ahí.
—¿Algo más?
—Mañana, tal vez.
Nos despedimos. Ellos quedaron contentos y felices, pero los otros no. Se podía ver desazón y decepción en sus miradas. Ambos esperaban que nosotros diéramos mucha importancia a lo que se encontraba haciendo Estefanía, pero no se la dimos porque no nos correspondía. Había otras cosas en juego ahí que nada tenían que ver con nuestros discípulos. También se sintieron discriminados cuando no quisimos agregar algo nuevo delante de ellos.
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"Charlas con Wilheim" (Libro 2do)
No FicciónEntre el final de La Casa de dos Puertas y lo que consideramos Laura y yo haber terminado de escribirla hubo un período en donde la confusión y el aprendizaje estuvieron en conflicto, más que nada en mí. Wilheim (que en realidad es Wilhelm pero como...