El interior de la primaria estaba casi vacío. Había llegado temprano y todo con la esperanza de poder pensar. Soy una gran pensadora. No en el sentido de que continuamente produzco pensamientos productivos. De hecho... creo que es todo lo contrario. Pero sí en el sentido de que me gusta estar en silencio teniendo conversaciones profundas con mi mente. Ahora viene un comentario bastante emo pero, ella es la única que me entiende. O más que emo, parece el de una niña malcriada que se cree que todos están en su contra. No soy ninguna de esas dos cosas. ¿Qué soy? Una outsider. Tal vez por eso tengo infinito tiempo para pensar. Porque nunca tengo que hablar con nadie, porque nadie quiere hacerlo. ¿No ven? Estoy de vuelta en lo emo. Tal vez sí lo soy un poco. La realidad es que tengo un solo amigo. Niall Horan. Nialler para mí. Es mi vecino y lo conozco de absolutamente toda mi vida. No creo poder recordar un momento en mi corta existencia en el cual él no estuviera presente. Mis padres son amigos de sus padres. Entonces básicamente fuimos forzados a caernos bien. En realidad no hubo ninguna fuerza que ejercer, enseguida me di cuenta que era la mejor persona que caminaba por este mundo. No me equivoqué, porque aún lo pienso. Él, a diferencia de mí, no tiene problemas con la idea de estar siempre mirando desde fuera. De hecho, disfruta el hecho de no tener que pasar su tiempo rodeado de gente. Él también es un gran pensador y cuando tienes mucha gente a tu alrededor es difícil escuchar tus propios pensamientos. Lo que más me gusta de él, más allá de todo él, es su sonrisa. Está todo el tiempo sonriendo, y es la cosa más tierna del mundo. Imaginen dientes mostrándose todo el tiempo, el pelo totalmente descontrolado, créanme cuando digo que varias veces intentamos domarlo, pero es imposible de conseguir, y lunares azarosamente desparramados por cuello. Lo único que lo haría un poco más tierno serían pecas. Ah, y que engordara un poco más. El chico es demasiado delgado, por momentos incluso parece escuálido. Pero le he visto comerse una pizza a él solo, así que definitivamente tiene el metabolismo de un coche de fórmula 1.
Las luces del aula de química, donde estaba sentada esperando a que empiece mi primera clase, estaban apagadas. No estaba segura de si no las había encendido por una cuestión de pereza absoluta, o porque a oscuras siempre me había hecho sentir refugiada. Porque en la oscuridad nadie te distingue, no te ven, y cuando nadie sabe que estás ahí, nadie te puede lastimar. A diferencia del día, cuando estás completamente expuesto. Ahí no hay manera de escapar, cualquiera que quiera ir directamente a hacerte sentir mal, por la razón que sea, porque tienes un kilito de más, porque tu ropa no es la más cara del mundo, porque tus ondas son tan indomables que te hacen ver como que te creció la melena de un león, puede. O bueno. Tal vez esas son las razones por las que se burlan de mí.
Éstas de pronto se encendieron dejando al descubierto a las cuatro chicas más geniales donde había posado mis ojos alguna vez. Por defecto se asume que eran las más populares. Y lo eran. A la cabeza estaba Hanna Marin, hija de un reconocido cirujano. Por lo tanto tenía dinero. Y su ropa parecía el vestuario de una celebrity. Todas ellas, las cuatro, eran lo más parecido a una celebrity que conocía. Su pelo rubio y sus ojos celestes la hacían la chica más perfecta de toda la primaria. No, aún más, de toda la ciudad. A su lado estaban Alison DiLaurentis y Emily Fields. Eran sus alfiles y sus amigas desde que íbamos a la guardería. Hacían cualquier cosa que Hanna les pidiera. Y, a cambio, las hacía ser casi tan increíbles como ella. La primera tenía el pelo rubio, ojos enormes y una sonrisa maliciosa. Mientras que la segunda, con su pelo castaño y su habitual aura angelical, emanaba dulzura. Eran el ángel y el diablo en cada uno de los hombros de la reina del lugar. Y, por último, estaba Aria Montgomery. Todavía podía considerarse un peón. Era la última adquisición del grupo. Todos habíamos visto lo que había luchado para que la dejaran entrar. Y lo había conseguido. A veces deseaba tener la misma constancia y dedicación que ella para conseguir lo que quería. No sabía, de nuevo, se debía a que era perezosa o si era cobarde. No importaba. Ninguna de esas dos categorías me iba a hacer llegar lejos en los estratos sociales de una pequeña primaria que ya tenía reina puesta hacía mucho tiempo.
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Pide un deseo (Niall Horan y tú) TERMINADA
Fanfiction¿Puede, una vela de cumpleaños, cambiar tu vida por completo? ESTA NOVELA NO ES MÍA, ES UNA ADAPTACIÓN DE LA NOVELA "VIENNA" DE UNA CHICA ARGENTINA LLAMADA LUCILLE.