Pide un deseo (Niall Horan y tú) TERMINADA

Capítulo 22

El viaje a casa fue increíblemente placentero. Niall y yo fuimos conversando sobre cómo estarían las cosas en casa. Ambos seguíamos viviendo en nuestras respectivas casas vecinas. Me parecía casi irreal el hecho de que fuera a pasar una Navidad así. Tan perfecta. Con prácticamente todas las personas que quería en mi vida. En el momento en que el estacionó el coche que habíamos alquilado en la puerta de mi casa, mi corazón empezó a acelerarse de manera increíble. Estaba todo igual. El porche era igual. El césped seguía perfectamente cortado y verde brillante como siempre lo tenía papa. La puerta estaba del mismo tono oscuro que siempre le había gustado a mamá. No pude evitar contener un leve sollozo que se escapó de mi garganta.

- Hey, amor, ¿qué pasa?- Preguntó Niall caminando a mi lado cuando se dio cuenta de que mis ojos tenían una gruesa capa de lágrimas que los cubrían. Sus brazos me rodearon en un abrazo fuerte. Y los míos hicieron lo mismo. Escondí mi rostro en el hueco de su cuello.

- Es solo que hace mucho tiempo que nos debemos una Navidad juntos-. Le expliqué. Él sabía que las Navidades anteriores había elegido irme con mis amigas a pasarlas en alguna playa cálida mientras teníamos fiestas todas las noches. Por lo que había conseguir juntar de información, me había vuelto distante de mis padres argumentando que me avergonzaban. Que no podía aceptar que mis amigas vieran que ellos eran mis papás. ¿Cuán idiota podía llegar a ser? Aparentemente, la calificación infinitamente me iba perfecta.

- ______, ¡mi amor!- Exclamó mamá mientras caminaba a paso acelerado hacia donde estaba yo. Estaba igual que como la recordaba. Lo único que había cambiado era su pelo, que ahora estaba más corto y de un tono más claro. Pero, por lo demás, estaba exactamente igual. Era mi mamá. Mi mamá de siempre. Me solté de Niall, corrí hasta donde estaba y le di un abrazo fuerte. Con todas mis fuerzas antes de romper completamente en llanto.

- Perdóname, mamá-. Me disculpé. Tenían que escucharlo. Tenían que saber que estaba legítimamente arrepentida de todo lo que había hecho. Ellos nunca se habían merecido nada semejante. Ellos jamás se habían hecho, excepto darme amor. Y yo se lo había quitado y pisoteado como si fuera la colilla de un cigarrillo. -Te juro que estoy arrepentida-. Insistí. Cuando escuché como era ella la que también lloraba rompí en llanto aún más fuerte. Nos separamos y noté como negaba con la cabeza. Como si algo estuviera mal.

- No tienes nada por lo que pedir perdón, mi amor. Papá y yo estamos contentos de que hayas venido-. Asentí con la cabeza mientras me limpiaba las lágrimas.

- Princesa, estás aquí-. Exclamó papá alegre mientras aparecía al lado de mamá. Le rodeé el cuello con los brazos y escondí mi rostro en su pecho. Ese era el lugar más seguro de todo el condenado mundo. Mi papá era mi refugio antibombas. Cuando había cumplido los doce y me había vuelto más alta y algo más pesada, bromeaba con que no podía cogerme más en brazos porque le iba a hacer daño en la cintura. Y él siempre me decía que jamás le iba a pasar eso, porque él era fuerte como un roble. Y no estaba segura de que eso fuera verdad. Pero si estaba segura de que era un roble para mí. Él siempre era fuerte. Y él siempre me había tratado como su princesa. Y yo le había destruido el corazón alejándome. Dejándolo con todo el amor incondicional que siempre me brindaba para dárselo a nadie, porque no había nadie más. Yo era la única princesa que él tenía.

- Hola, papá-. Sonreí mientras limpiaba la nueva tanda de lágrimas que recorrían mis mejillas. Papá estaba algo más viejo. Estaba levemente más arrugado y le habían empezado a salir algunas canas. Pero salvo por eso también estaba igual que siempre.

- Buenas tarde señor y señora Danner-. Saludó Niall a mi lado. Por un momento me había olvidado que estaba ahí. Caminé a su lado y le cogí la mano.