Capítulo 20

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Para el momento en que estaba yendo a la casa de las Beta el sol estaba empezando a esconderse. No estaba segura de qué podría haber hecho para que se hiciera tan tarde excepto, tal vez, Niall poniéndose demasiado cariñoso. Estaba asustada. Esa era la completa verdad. Pero, lo que más me llamaba la atención era no saber por qué. Es decir... más allá del obvio hecho de no tener ni la más remota idea de si ellas ya se habían enterado. De si ellas me odiaban. O de si ellas estaban de mi lado. Podía afirmar sin pestañar que no me interesaba lo que Hanna, Alison o Emily pudieran pensar de lo que había sucedido con Harry. De mi relación con Niall. Pero... tal vez era el hecho de saber que, todo lo que mi otra yo era y todo lo que ella había conseguido en su vida podía ser aniquilado por mí. Por más que, tal vez, fuera lo correcto de hacer. Es decir... mi otra yo era una perra. Incluso algo sociópata. Así que, no tenía por qué generarme esa sensación incomoda en el pecho. Pero lo hacía.

- ¡¡______, para!!- Escuché la voz de Spencer sonando detrás de mí. Giré para verla corriendo hacia mí agitando su brazo en el aire. Tenía puesto un vestido floreado que tal vez era demasiado fresco para la brisa que estaba corriendo a esa hora del atardecer. En los pies tenía unos tacones que ponían a los míos a sentirte pequeños y, aun así, avanzaba como si tuviera unas Nike en los pies. Envidia.

- Hey, Spence, ¿qué haces?- Pregunté dándole una sonrisa. Cuando me alcanzó volví a retomar mi marcha esperando que caminara a mi lado. Eso hizo.

- Acabo de salir del trabajo-. Respondió dándome una sonrisa de esas que muestran los dientes y que parecen tener un reflector incorporado de lo que brilla. Toda Spencer parecía tener un halo de luz rodeándola. Era algo que admiraba y a la vez envidiaba un poco. Ella simplemente transmitía alegría. Transmitía seguridad y cariño. La gente la quiere. No se puede no quererla. O tal vez sí. Pero si no la quieres entonces la envidias, la envidias con cada centímetro de tu cuerpo. Antes yo hacía eso. Ahora la quería. Se había hecho mi amiga, mi hombro. -Louis me contó lo de Niall-. Asentí levemente, mientras volvía a recordar los moretones que tenía. De pronto no sentí ganas de llorar. De pronto tenía mucho odio dentro de mí. De pronto estaba enfadada. De pronto quería enfrentarme a quien fuera que tuviera delante. Estaba lista. Demasiado.

- Sí. Una mierda-. Comenté con asco. En mi mente tenía el rostro de Harry y sin notarlo mi mano se había cerrado en un puño. Jamás imaginé tener tanta violencia dentro. Pero eso surge cuando te tocan a lo que más quieres en todo el mundo. Spencer probablemente notó mi repentino cambio hacia el camino de la ira, por lo que volví a sonreír y solo comenzó a hablar de otra cosa.

- ¿Vas a ir a tu casa para Navidad?- ¿Navidad? ¿De qué mierda estaba hablando? Me puse a pensar. Tenía razón, estábamos a un mes de que llegaran las fiestas. ¿Cómo se había pasado todo tan rápido? No lo sabía. Pero aún menos sabía qué iba a hacer ese día. No había hablado con mis padres desde que había amanecido con veinte años. Los primeros días pensé que me iban a llamar. Después solo asumí que no nos llevábamos bien. Yo no me hubiera llevado bien conmigo misma.

- Yo... no estoy segura todavía-. Definitivamente no estaba nada segura. Le di una mueca de perdón. De no poder contestarle.

- Bueno, cualquier cosa que pase lo que sea, puedes venir a pasarlo con mi familia. A papá le gusta disfrazarse de Santa para mis sobrinitos, pero siempre termina resultando algo aterrador, así que hay muchos gritos, mi hermana se pelea con él. Es todo un caos, pero lo pasamos muy bien. Tal vez te guste-. No conseguí reprimir una sonrisa. La última Navidad que había pasado, me habían regalado una casa de muñecas de Barbie gigante y para antes de que me cambiara la vida por un estúpido deseo había estado pensando en pedir el coche. Pero parecía ser que ya se me había pasado un poco la edad.

- Gracias, Spence. La oferta va a ser muy tenida en cuenta-. Le aseguré. Ella asintió alegre.

- ¿Adónde vas?- Preguntó cuando vio que tomaba la calle donde se ubicaban la mayoría de las casa de fraternidades de chicas. La de los chicos estaba a unas manzanas. Y después había otras algo más esparcidas, pero esas eran como... la plebe de las fraternidades. Así que nadie las tomaba en cuenta.

Pide un deseo (Niall Horan y tú) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora