Los culpables de todo ( 17 )

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_¿De nuevo llorando?

Una pequeña yo de al menos siete años levantó la cabeza débilmente mientras intentaba endurecer su expresión.

_No te incumbe_gruñí mirando a través de los barrotes de mi celda, sintiendo mi cuerpo temblar puesto que se estaba acostumbrando a las nuevas sustancias que corrían por mis venas.

_Vaya carácter_respondió amable, con una sonrisa que solo me fue posible divisar gracias a la tenue luz del pasillo.

No era la primera vez que lo veía en estos tres años de experimentación y no lograba entender por más que quisiera cuál era su motivo para hablarme, no quería relacionarme con nadie, quería estar sola, morir, sí, eso, eso era lo mejor, después de todo mis padres me abandonaron con el primero que les pagó decentemente por mí ¿cuál era mi motivo para vivir? Ninguno, nada en lo absoluto y aquello a pesar de mi temprana edad lo entendía, quizás más de lo que quisiera.

Simplemente me limité a ocultar mi rostro entre mis piernas, ignorando a aquella persona, como siempre había hecho.

No tardé en escuchar el rechinar de la puerta al ser abierta, no me moví, ni siquiera me sorprendió, ya sabía de quién se trataba, pude percibir la cercanía y el calor que emanaba de su delgado cuerpo y aquello lejos de molestarme, era de alguna forma reconfortante.

_Te traje algo que te alegrará_dijo sin perder su tono afable, calmado, sereno, pausado y en cierta forma despreocupado.

Alcé un poco la mirada con recelo y desconfianza, no tardando en toparme con sus ojos color avellana, esos ojos que me miran con cierto cariño y aquello me aterraba, no quería volver a salir lastimada, no quería que me volvieran a abandonar, por eso procuraba alejarme de todos y de todo pero con él no podía, por más mala que fuera mi actitud hacia él, siempre volvía. ¿Por qué?  Eso nunca lo entenderé.

_Aquí tienes_me ofreció, tendiendo una de sus delgadas manos hacia mí, en la cual se encontraba algo que conocía muy bien, una casi imperceptible sonrisa se formó en mi rostro pero aún así dudé en aceptarlo_Tranquila, será nuestro secreto_aseguró con una sonrisa bondadosa, sin malas intenciones.

¿A quién engañaba? Claro que quería aquella barra de chocolate, era lo más sabroso que había probado en mi corta vida por lo que esta vez la tomé, retirando el envoltorio a duras penas antes de pegarle un mordisco y seguido de este varios más.

_G-gracias_dije apenas terminar la tableta, centrando la mirada en el lúgubre, oscuro y húmedo suelo.

_Es la primera vez que me agradeces_le escucho murmurar para sí mismo.

_No creas que lo repetiré_repliqué volviendo a tener la guardia en alto, aunque con él no podía evitar bajar mis defensas.

Le vi curvar la comisura de sus finos labios hacia arriba, formando una sonrisa satisfactoria, cosa que me molestó un poco.

_¿Por qué...?_dudé por unas fracciones de segundos si continuar o no_¿Por qué me tratas bien?

_¿Por qué no debería hacerlo?_respondió posando su mirada en mí.

Su pigmentación de piel siempre fue pálida desde la primera vez que lo vi, pero conforme ha pasado el tiempo cada vez se nota más débil, cansado, demacrado, ojeroso.

¡Eres todo lo que detesto! |Zombieman| [ FINALIZADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora