Capítulo 16

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El día terminó bien.

Después de comer volvimos a casa y yo me fui con Tony un rato al lago.

Cuando llegué a casa llegó Mabel con una carta en la mano.

-Me lo encontré en la puerta al llegar a casa.-me dijo.

Yo lo abrí. Dentro había un papel con unas letras impresas.

 

Aléjate de él o te arrepentirás.

Me quedé paralizada. No venía firmado pero sabía perfectamente de quien era.

-¿Qué dice?-preguntó mi prima. Yo le tendí el papel y ella lo leyó.

-Oh, no. Parece que va en serio.-murmuró.-¿Se lo contaste a Tony?

Asentí con la cabeza. No me salían las palabras.

-Hiciste bien.

-Me dijo…-no me salía la voz así que me aclaré la garganta.-Me dijo que les ocurría algo a todas las chicas a las que Tony se acercaba.

-Ya, pero eso era antes de que supiesen de su enfermedad. Después de eso estuvo ingresada en el hospital durante varias semanas hasta que le dieron el alta y le dieron las medicinas para su tratamiento.

-Pero si se medica no debería de hacer estas cosas.

-Ya te dije que no creo que se medique.

-Pero sus padres…

-Sus padres no están casi nunca y Travis no puede estar encima de ella todo el rato.-me cortó.

-¿Qué les pasaba a las otras chicas?-pregunté con miedo.

-Pues algunas aparecían con un corte en el brazo, otras con la pierna rota… Lo malo es que nunca se podía demostrar que fuera ella. Las chicas a las que se lo hacía nunca se acordaban de lo que había pasado. Eso si, siempre dejaba la misma nota diciendo que se alejaran de Tony o lo pagarían más caro.

Me desperté por culpa del maldito gallo, otra vez. Levanté la cabeza de la almohada con cansancio y miré por la ventana todavía cansada. Quería matar a ese estúpido gallo por haberme despertado. Es peor que los despertadores porque al menos a un despertador lo tiras contra una pared y se calla pero al un gallo, ¿qué le haces?¿le estrangulas?

Ya estaba divagando otra vez, me pasa cuando estoy cansada. No había dormido muy bien esa noche. No podía conciliar el sueño y cuando conseguía dormir tenía pesadillas que me volvían a despertar otra vez. Y ahora que me había podido dormir sin tener pesadillas va el gallo y me despierta.

-¿Jane?-la voz de mi tía me sacó de mis pensamientos. Me giré y la vi con la cesta de la ropa en la mano.

-¿Te ocurre algo?-me preguntó.

-No, ¿por qué?

-No se, te veo rara. Ayer te subiste a tu habitación sin cenar y hoy estaba recogiendo la ropa del tendal cuando te he visto asomada a la ventana.

-Tranquila tía Carol. No me ocurre nada, estoy bien.

-¿Estás segura? No será por Tony, ¿verdad?

Mi tía hacía bastante que estaba al tanto de mi relación con Tony. Igual que todo el mundo, parece ser.

-No, no es por Tony.

-¿Entonces?

Ya se de donde ha sacado mi prima lo de ser tan cabezota. Parece que viene ya en la familia.

-No es nada, de verdad.

-¿Estás segura?-dijo no muy convencida todavía. Yo asentí.-Bueno, pues si es así Mabel te está esperando abajo.

Después de arreglarme bajé a la cocina. Allí estaba mi prima sentada en una silla con los codos apoyados en la mesa y sujetándose la cabeza con las manos mirando a la pared fijamente.

-Hola prima.-saludé.

Ella se giró como un resorte.

-Hola Jane. No te he oído llegar.

-Eso es porque estabas muy concentrada mirando la pared.-dije riendo.

-Te has levantado de muy buen humor hoy, ¿no?

-En realidad no, los primeros pensamientos que he tenido hoy han sido como podría matar al gallo que me ha despertado.

Mabel soltó una sonrisita divertida y me miró.

-¿Qué vas a hacer con lo de Ruth?

Aparté la mirada. Sabía que no podría escaquearme de hablar de ese tema.

-Prefiero no hablar de ello.

-No puedes ignorarlo. Sabes que tienes que hacer algo. ¿O es que vas a tirar la toalla y vas a dejar a Tony solo porque una loca te está asustando?

-No. Eso nunca.

-¿Entonces qué vas a hacer?

-No lo se.

No quería cortar con él pero me daba miedo lo que Ruth pudiera hacerme si no lo hacía. Y entonces me di cuenta de que no tenía escapatoria, de que me haría daño de cualquier forma. Porque si dejaba a Tony me haría daño psicológicamente pero si no lo dejaba me haría daño físicamente. Y entonces no pude evitar que una lágrima surgiera porque no me gustaba sentirme así. Tan…impotente.

Una chica de ciudad en un pequeño puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora