4 ° Robin Hood

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— Y desde los mismísimos cielos, ha descendido el más hermoso de los ángeles. Con cabello negro azabache, ojitos de rata y boca de princesa. Su nombre es Kim JongHoon. 

Kyuhyun dejó caer un girasol sobre el escritorio de JongHoon, dedicándole una coqueta sonrisa de lado. 

Jong retiró su atención del celular y miró la flor encima del escritorio, luego al castaño, arrugó el entrecejo, sorprendido de su peculiar atuendo.

¡Qué hombre tan más patético!

Cho vestía un overol color rojo, debajo portaba una camisa blanca con un moño color verde. En su cabeza había un sombrero como el de Robin Hood, verde con una pluma carmín. 

Kim se levantó un poco de su asiento, por encima de su escritorio observó mejor al castaño que posaba con las manos en la cintura. 
El overol terminaba un poco más abajo de los muslos, y terminaba con unos tenis color blanco. 

¡Dios!
¿Cómo había encontrado mallas blancas para cubrir esas piernas?   

— Ehhh… ¿Desde cuándo es romántico decirle ojos de rata a alguien?— Preguntó mientras volvía a tomar asiento. 

— Hice mi mayor esfuerzo. ¿Sí?— Tomó de nuevo el girasol y se la ofreció. JongHoon la tomó de mala gana.

— Se nota. Incluso te está humeando el cerebro. 

Cho borró cualquier expresión de felicidad y resopló, cansado de lo complicado que era ese tal Kim. 
¡Por todos los dioses! Se había vestido como todo un caballero. ¿Y ni así se ofrecía a ponerse de rodillas un ratito?

— Qué gracioso. — Dió media vuelta y tomó asiento en el sofá del consultorio.

JongHoon apretó los labios y volvió a mirar su celular. 
No iba a darle a ese idiota la victoria de hacerlo reír por tan ridículo disfraz. 

¿Qué acaso no le daba pena andar así en los pasillos? Y lo peor de todo ¡Conducir una moto! 

Lo mejor sería deshacerse de él. No volvería a pasar otra vergüenza por su culpa.  
— Lo siento, pero viene una paciente en cinco minutos. 

— Sólo necesito dos. 

— Eso no suena muy bien. — murmuró JongHoon de forma burlona. De un salto, Cho volvió a levantarse, caminó hacia el escritorio de Kim y lo rodeó hasta quedar sentado sobre la superficie del mismo.

— Además dudo que mi paciente quiera llegar a su cita y ver a... Pinocho. 

— Soy Robin Hood. —corrigió lanzándole un guiño.— Robando una preciada joya.

Acarició con ternura la mejilla del contrario, notando ese suave sonrojo y sintiendo una cálida sensación alojandose en su corazón, más que en sus shorts. O tal vez era un efecto de las mallas. Le estaban presionando innecesariamente las bolas. 

Bajó del escritorio y se hincó frente a JongHoon, antes de hablarle con tono "poético".

— Mi dulce amado. Tu y yo, a las tres en La casa del Helado. Una buena charla y un piedra papel o tijeras por un beso. 

JongHoon torció los labios, evitando verlo fijamente. 
O perdería su postura y se echaría a reír. ¿Por qué carajos se portaba así de ridículo? 

— Me gusta el helado pero no me agrada la idea de jugar a besarte...¡Mi celular! — Kyuhyun se lo había arrebatado, echándose a correr hasta el otro extremo del consultorio, riendo como niño travieso. JongHoon se molestó de inmediato. 

Odiaba que tomaran sus cosas sin permiso. Lo miró escribir algo y se encaminó rápidamente hasta el castaño. 
¿Quién demonios se creía? 

Café Amargo ••• |KyuSung|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora