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El humo que escapó de sus labios se perdió en el frío viento. El cielo grisáceo anunciaba una tormenta, a lo lejos los rayos iluminaban las oscurecidas nubes.
JongHoon se hallaba sentado sobre el cofre de la Jeep, apenas había encendido el cigarrillo, conteniéndo sus ganas de entrar ahí y matarlos a todos, o en menor medida, decirles un par de verdades que seguramente les calarían.

Pero no iba a ser así. Desde que aquello había pasado, se prometió que nunca sería como su familia.
Y de cierta forma, lo cumplió.

El capó se movió de imprevisto, a su lado apareció Kyuhyun con semblante tranquilo.
Por primera vez, JongHoon quiso ocultar la cara por la vergüenza.

Había elegido a Cho por ser el único que de verdad, totalmente en verdad, parecía tenerle un poco de interés. Siwon tenía cosas que hacer, y Sungmin ya estaba a muchos kilómetros de distancia.

— No creo que fuera correcto. —comentó el castaño. Hasta él se sentía mal por lo que había escuchado, estaba enojado, incómodo y sorprendido de lo grosera y superficial que había resultado ser la familia de JongHoon.

— Lo que dijo tu tía, no fue correcto.— JongHoon soltó otra larga hilera de humo.— Me gusta bromear diciéndote amargado y frases con doble sentido, pero todos somos amargados alguna vez, y sólo los fracasados piensan que forzosamente debes vivir en pareja para encajar en la sociedad.

El pelinegro apagó el cigarrillo, se mordió el labio inferior, intentando no derrumbarse más frente a Kyuhyun.

Se había esforzado mucho en mostrar una actitud fuerte, cuando realmente era todo lo contrario.

Su mano le acarició el hombro con ternura

— Eres muy joven todavía para dejar que esos comentarios te tiren.

— Gracias, Kyu—intentó articular sin que se le quebrara la voz—. Gracias por acompañarme.

— ¿Fue por eso que querías compañía verdad? La familia suele ser difícil.

— Mi familia es así. Cree que tener pareja lo es todo. La perfección máxima en la vida. Son el tipo de personas que no ven más allá... Se rigen pensando que la ignorancia es felicidad.

Aún dolía recordarlo. Y cada vez que lo hacía, y miraba lo que había logrado lejos de ahí, era la única gota de dulce gloria que tenía.

— No es sólo porque sí el odio por tus padres... — dijo Kyuhyun mientras atraía la mirada ajena. Sonrió solidario y abrió su corazón a lo que JongHoon necesitara desahogar—. Soy todo oídos.

JongHoon sintió un gran nudo en la garganta.

Sabía que en algún momento iba a tener que decirle a Kyu la situación con su familia. Aunque más que dolerle, le avergonzaba. Y era algo con lo que debía ser sincero. Tal y cómo Siwon se lo había dicho.

Tomó un profundo respiro, y comenzó.

— Cuando tenía dieciocho... Mi madre le pagó a un chico por un año para que saliera conmigo. Él decía que trabajaba en una fábrica. Que ganaba suficiente dinero. Pero fue mi mamá quien lo convenció de hacerse pasar por un chico que se interesaba en mí.

Él era perfecto ante mis ojos. Era como un sueño. Tierno, amable y siempre me seguía. Siempre con sus palabras bonitas.

— Tus ojos son realmente preciosos. Los más bonitos que he visto. — JongHoon se sonrojó ante su mirada, y el fino toque de sus dedos acariciándole la mejilla.

De un día a otro aquél chico había aparecido en su vida.

— Gracias. — Respondía siempre a sus caricias y a sus palabras. Con las mejillas encendidas, la respiración entrecortada y el corazón en llamas.

Café Amargo ••• |KyuSung|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora