29 ° Una nueva obra de arte

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JongHoon llevaba años haciendo lo mismo. Se sentaba, escuchaba atento e intentaba hacer lo mejor posible para ayudar a sus pacientes.
Pero nunca le había roto el corazón un caso como ese. Tal vez, pensaba, que era porque se parecía mucho a él.
Miró con atención a la chica frente a él. Una chica de cabello castaño, ojos grandes. Bonita. Vestida con una blusa de rayas cuyas mangas se encargaba de empuñar hasta los nudillos.
A su lado había tres pañuelos y su bolso.

- Entonces... ¿Cree que estoy loca? - preguntó con timidez. Mirándolo con nostalgia y las manos temblorosas. JongHoon sabía que debía poner un margen de ética con sus pacientes. Pero todas las cosas que Marie le había dicho aquella mañana... De verdad lo habían llevado de vuelta a lo que él había sido.

- Marie, no lo estás. Esa mujer no tiene derecho a decirte esas cosas tan horribles.

- Pero... Es mi madre. - planteó la joven con tristeza.

Sí, una madre que en un intento por volverla modelo y rechazar sus preferencias la hundió en un mundo dónde llegaba a temerle a un vaso de agua; sus mejores amigas se volvieron las navajas y la depresión.
¿Cómo podían haber ese tipo de mujeres?

- Ser padre no es sinónimo de maltratador.-explicó con tranquilidad- Mira tus brazos, y dime con toda sinceridad, si crees que ella está actuando correctamente. ¿Tu te sientes bien? Si te dieran a elegir... ¿elegirías lo que estás pasando ahora?

La chica movió la cabeza. Con la mirada en el suelo.
- No.

- Entonces no sigas ahí. No estés en dónde te hacen daño... Acepta esa oferta de trabajo, y acepta ir a vivir con tu amiga. Y diviértete con la chica que conociste en la escuela...- dijo intentando transmitirle un poco de seguridad a la chica. Pero hasta él sabía, que eso solía ser diíficil.- Si no le preocuparas a tu amiga, ella no te habría traído. Sal de ese lugar donde sólo te están lastimando.

La chica pareció pensarlo por unos segundos. Segundos eternos que finalizaron con una ligera sonrisa en su melancólica expresión.

- Es usted un ángel... - le dijo a Kim con una voz cálida y agradecida.

- Sólo quiero ayudarte.

- JongHoon, tienes visitas. - se escuchó a través del intercomunicador. Marie se puso de pie.

- Vendré a verlo el jueves.

- Aquí estaré. Piensa en lo que te dije.

- Claro.

Apenas y Marie había salido. Un conocido rostro hizo que JongHoon levantase la mirada.

- Buenas tardes, chocolatito. ¿Me haría el increible favor de subir a mi motocicleta e ir conmigo a Loompalandia? A casa, pues. - Jong observó el sombrero de copa alta y el bastón de colores rojo y blanco que cargaba Kyuhyun en la mano derecha.

Arrugó el entrecejo cuando observo la hora.

- ¿Qué haces aquí? Deberías estar acomodando cosas en la habitación.

- Pero faltan tres horas para que salgas. - Jong lo miró sarcástico.

- Y posibles personas que esperan mi ayuda.- Dijo con obviedad. La clínica, y por ende, Jonghoon, habían perdido algunos pacientes. Por el momento él sólo agradecía que ya no llegaran más niños hiperactivos.

- ¡Aaaah! -se quejó el castaño con los brazos sueltos y golpeando el piso con los pies. Kim rodó los ojos, exasperado.

- Nada de berrinches. Ve a casa... Además yo traje mi auto.- Kyuhyun repitió sus típicas actitudes de rabieta.

Café Amargo ••• |KyuSung|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora