Narra Alicia Sierra
¿Que cómo nace una hija de puta? Es el resultado de muchos eventos desafortunados durante su vida, especialmente desde la infancia. Una de las cosas que más odio es hablar de mi pasado, porque no es para nada gratificante y ciertamente me avergüenza un poco. Si alguien decide sacar un tema de conversación relacionado a la infancia, a los padres y a los hermanos, yo prefiero pedir una cerveza o simplemente sonreír y asentir, no es mi tema. Sin embargo, para poder entender cómo mierda termine traicionando a la policía, institución que he querido y respetado toda mi vida, y además de eso, fugandome con Andrés de Fonollosa y una pequeña niña de 4 años y medio, es de importancia que lo cuente. Me apetezca o no.
Nací en el país Vasco, de madre vasca y padre madrileño. La mujer que me escupió a este mundo es uno de los seres que más he detestado toda mi jodida vida, Leire Montes. La tipa era una hija más del sistema, nunca la adoptaron y según recuerdo se escapó de su último orfanato... Era prostituta, lo fue desde los 15 años, una yonki de mierda que tuvo una relación a base de engaños con quien sería mi padre y el cual la dejó al enterarse de su "profesión", a sus 18 años.
A eso se dedicaba mi señora madre, a engatusar hombres por dinero, le funcionó a la perfección con mi padre, ¿por qué no intentarlo nuevamente? Leire a cambio de "sus servicios" recibía joyas, dinero y uno que otro golpe dependiendo del amante en turno. De ese dinero yo no veía un quinto, porque lo invertía en su trabajo, es decir, en sí misma... en peluquería, en maquillaje, perfumes, ropa, zapatos, cremas y ¿para la comida? ¿Para la renta? ¿Para mis útiles escolares? El subsidio que le daba el Estado por mí lo manejaba y distribuía yo, prácticamente desde que aprendí a sumar y restar. No alcanzaba para nada, pero me las arreglaba como podía.
La buena racha de Leire terminó en cuanto se pegó a la cocaína, adiós lujos, vendió hasta su cama para poder provisionarse, todo esto alrededor de mis 13 o 14 años. Al menos antes vivíamos en un pequeño piso y yo contaba con una habitación, luego tuvimos que mudarnos a una maldita pensión, llena de pulgas y piojos, cada día para ir a mi colegio debía pasar por callejones asquerosos, llenos de malandros e indigentes, pero a mi nada ni nadie me iba a detener, la tenía clara desde muy pequeña, yo no iba a ser una pobretona como ella y la forma de lograr mi objetivo era estudiando, siendo la mejor en todo.
- Leire- Me miraba enojada porque acababa de despertarla - Coño, ya levántate-
- No me habléis así que soy tu madre- Se giró abrazando al tipo que tenía al lado.
- Vaya madre... Dame las llaves que voy tarde al colegio-
- Que hoy no vas al colegio-
- ¿Cómo que no? ¿Las drogas ya te quemaron el cerebro?- Se levantó en silencio y me sacó de su lado de la habitación agarrándome la mano.
- Cállate de una puta vez y regrésate a la cama-
- Que no, puta de mierda. Que me voy al colegio- Vi cómo sus ojos se llenaron de lágrimas - Venga, no me digas que te ofendiste porque te dije la verdad, ¿Cómo se les llama a las tipas que se acuestan con hombres por dinero?... No, espera, tienes razón tú no lo haces de a gratis, eres prostituta en todo caso-
- No me faltes al respeto niñata pringada, puta o científica nuclear soy tu jodida madre. ¿Lo entiendes o te hago un dibujo? YO SOY TU MADRE, te guste o no- La miré con odio.
- Preferiría que me hubiese parido una rata antes que tú, me das asco- Se secó las nuevas lágrimas que caían por su mejilla.
- Seré lo que quieras, pero todo lo que hago es por...- La interrumpí.
- No seas hipócrita que tu no haces nada por nadie que no seas tú. No te atrevas a decir que lo haces por mi, puta yonki de mierda-
Mi escasa relación con mi madre siempre giró en torno a reproches, agresiones tanto físicas como verbales, discusiones, malos modos y gritos por parte de ambas... Pero he de decir que a pesar de todo había un mínimo ápice de cariño que nos unía y nos hacía hacer por la otra cosas nos salvaban. Como cuando mi madre se había pasado con un chute, llegando del colegio la encontré tirada en el piso, desmayada y con espuma en la boca, la creí muerta. En mi desespero pedí ayuda, pero nadie parecía escuchar, así que la coloqué boca abajo y sobé su espalda, mojaba su nuca con agua fría y golpeaba su rostro para que reaccionara. Me quedé así hasta que los paramédicos llegaron a la pensión y pudieron estabilizarla, vaya que me había asustado, después de todo era lo único que tenía en la vida o eso creía yo.
Tiempo después dejamos de pagar renta algunos meses y el casero vino a pedirle a mi madre un alivio económico o, si ella lo deseaba podían saldar esa deuda de una forma muy sencilla. Pude escuchar esa conversación desde la pequeña cocineta que teníamos, deseando con todo mi corazón que no me obligara a hacerlo... Y no lo hizo, Leire no me lo pidió, pero yo entendí que si no me acostaba con el casero íbamos a terminar durmiendo entre cartones esa misma noche, así que accedí. Yo tenía 16 y él 60. Intento no pensar en eso tan a menudo, y cuando lo hago, corro a bañarme al menos 3 veces al día, no he podido deshacerme de la sensación de su piel grasienta y peluda contra la mí. Sin embargo, luego de eso mi madre pudo pensar por primera vez en su vida, y decidió contarme sobre mi padre, él sería mi salvación y ambas lo sabíamos.
No demoré en contactarlo, él era un alto funcionario y obviamente dudó un poco de la veracidad de mis palabras, pero aquel nombre, Leire Montes no había sido uno de fácil olvido. Cuando acordamos encontrarnos en su oficina me fui lo mejor presentada con mi uniforme escolar, el cabello en coleta e incluso había practicado un poco para ganar elocuencia... Mis esfuerzos no sólo fueron apreciados sino que no demoramos más de 15 minutos en reconocernos, ambos teníamos el mismo color de cabello y la misma heterocromía. Una prueba de paternidad sólo pudo confirmar lo evidente y en menos de 3 meses yo ya no vivía en la pensión. Mi nuevo hogar era una casa campestre con más de 800 mts2, adiós a las noches de estudio interrumpidas por estar escuchando a mi madre gemir en su lado de la habitación, lo que nos dividía era una cortina, joder.
Una vez fui reconocida por registro como "Sierra", decidí borrar ese oscuro capítulo de mi vida, no se lo contaría a nadie nunca más, no permitiría que el recuerdo y el legado de esa mujer me persiguieran, o eso esperaba yo. De Leire no supe mucho más, se embarazó poco después no una sino dos veces, afortunadamente eso ya no era mi problema. Ahora mi futuro era brillante, tan pronto pude me inscribí a todos los cursos que pude, aprendí idiomas, lectura rápida, comprensión, ajedrez, natación, equitación, viajé de la mano de mi padre por el mundo, hice contactos, amistades... ¿Que podría arruinar todo eso?
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Hola a todos, bienvenidos a la Catharsis! Haha.
Somos unas escritoras compulsivas y pensamos que ya era buen momento para dar a luz a este nuevo bebé que lleva gestandose un tiempo ya. Para ese ship que consta de Alicia y Berlín les apodamos "Berlicia™" nombre patrocinado por comadreja Guada.
Esperamos que disfruten de esta nueva aventura, no olviden dejar sus estrellitas y comentarios, nos llenan de vida cada vez. ¡Les queremos mucho!
Guada y Molly <3
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CATHARSIS
RomanceEn la vida lo que rige es el balance, los cambios, aprender de los errores. Mi catharsis ha empezado desde el momento en el que intenté acallar mis demonios, doblegarlos, reprimirlos pero ellos no se van... Oí que la locura se hereda, ¿Los demonios...