Capítulo 11

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- Se cae como un muñequito- Dijo Antoñanzas divertido y yo me burlé. Cualquier estupidez me hacía reír ese día, no creía en nadie.


En toda la carpa se respiraba tensión, no se sabía absolutamente nada de lo que pasaba en el banco y todo mundo estaba alterado, de aquí para allá sin casi ningún tipo de comunicación con el exterior más que por lo que veíamos por una mini tv y el móvil por el que se comunicaba el profesor con nosotros.

Mi cabeza estaba enfocada en sacarlos de allí cuanto antes. Los Dalí nos habían jodido ya dos veces en un día, nos habían tirado dos piezas del ajedrez y nosotros parecíamos novatos en el juego. Hasta qué ring, el teléfono sonó y en menos de 5 minutos pude tomar el control de la conversación, darle vuelta el jueguito al pastorcillo logrando así hablar con Raquel y darle en su punto débil... Su hija y su madre.

Para ganar tiempo los dalis expusieron los secretos de estado y en menos de 5 minutos el coronel Tamayo estaba reunido con el Ministro de Interior, la Secretaría de Estado de Exteriores y el Jefe de Estado Mayor de la Defensa. Para mí todo ese circo no era más que una estrategia para asustarnos... Era lógico. Más tarde, luego de que intentaramos fallidamente la de Putin en la crisis de rehenes del teatro Dubrovka, Suárez y su equipo de élite acabaron dentro del banco, cantando el "bella ciao" semi en desnudos. Incompetencia. 40 civiles y el grupo de élite a cambio de Cortés... Otro golpe para nosotros.

Villar se veía molesto todo el rato, discutíamos a cada segundo. Él casi que quería ponerles un caminito de rosas a la entrada del banco para que salieran, de paso les brindábamos cerveza y los invitamos a fumar. El tipo fuerte y decidido que se había mostrado en algún momento se había ido a algún lado.

- No puedes matarla, Alicia- Resoplé.- No podemos matar a nadie-

- Joder entiende, sólo así van a rendirse coño-

- Así sólo van a lograr más aceptación popular no seas ridícula-

- Va, la dejamos vivir... Pero un tiro en el hombro aunque sea, joder. Casi que nos pueden beatificar ya. Santa Alicia Sierra...- Dije con ironía. Estaba desesperada, cualquier salida, cualquier plan, cualquier idea era anulada de inmediato porque "Hay que proteger la integridad de los secuestradores y la de los rehenes".

Él asintió finalmente, no sin antes pensarlo un buen minuto y entonces llevamos el plan a cabo.

Ahora era mi turno de jugar y bingo, al tiempo que descubrimos que estaban fundiendo el oro para sacarlo, encontramos a Raquel Murillo en Huelva, fingimos ejecutarla... Dos miembros de la banda menos en cuestión de minutos.

Me sentía eufórica, como nunca antes en mi vida. Mi colega salió de la carpa sin decir nada a nadie, vaya que nos había resultado empático el Villar, coño.

- Me voy de aquí, Andrés- La voz de Palermo estaba llena de ira e impotencia.

Villar había conducido su auto varios kilómetros lejos del banco y la carpa para poder comunicarse con Martín, lo de Nairobi era motivo suficiente para hacer esa llamada de control y darle un poco de calma a la banda. Usaba el mismo método que Sergio para llamar a Prieto... Llamaba desde un celular antiguo, Marsella interceptaba la llamada con otros dos celulares, los metía en una caja y se iba a caminar por Madrid como si nada. Y aunque las intenciones de "Berlín" eran buenas, al hablar con su mejor amigo entendió que en serio el plan se estaba yendo a la mierda.

- No puedes hacer eso... Venga- Villar sonrió.

- Esa hija de puta de Tokio me hizo un golpe de estado, y no... no me voy a quedar de brazos cruzados a ver la payasada con la que van a salir estos boludos hijos de la gran puta-

CATHARSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora