Al llegar a casa -finalmente- Leonor estaba realmente agotada, como todos y tuve que batallar un poco con ella para darle un baño después de cenar.
- ¡No!- Me sobresalte - Mamá, no quiero-
- Vais a enfermarte si no te secas el cabello tía- Leo ladeó la cabeza e hizo exactamente la misma cara que yo hago cada vez que no me obedece.
- Tengo sueño- Le sequé el cabello rápido de todas formas mientras gimoteaba.
- Ya está. A lavarse los dientes y a dormir- Rodó los ojos a la vez que negaba con la cabeza. A veces me sorprendía la mini versión de mí que estaba criando - Leonor-
Finalmente hizo caso pero aquella fue la cepillada de dientes más veloz en la historia. Luego cuando se fue a su habitación me acerqué a desearle buenas noches y darle un beso como era nuestra costumbre... Pero me encontré con una escena que me hizo sentir la peor basura.
- Era un castillo enorme y yo era la princesa- Bostezaba mientras le hablaba a la foto de Germán que sostenía en sus brazos - Comíamos en el jardín, que era enorme papi. Molaba mucho... Con muchísimas flores. Mañana te sigo contando, ahora tengo mucho sueño, te extrañé- Besó la fotografía y la dejó en su mesita de noche.
No tenía idea de cómo iba a decirle que ese hombre al que le contaba su vida y tenía siempre presente no era realmente su padre... Aún no hacíamos la prueba pero debía irme preparando para el quilombo que se venía. Entré luego de que terminó de hablarle a la foto, la arropé, besé y abracé, ella quedó dormida casi de inmediato y entonces decidí acompañar a Andrés en la terraza, necesitaba un cigarro con extrema urgencia.
Lo encontré apoyado en la barandilla del balcón, la cual vale aclarar llegaba casi a mi pecho, nada es una exageración cuando se tienen niños pequeños en casa. Saqué un cigarrillo de su cajetilla y me paré a su lado a observar la ciudad iluminada en plena noche. Ya había tenido que aceptar que le quería y además de todo me había rehusado a dejarlo solo en el monasterio... Sentía la necesidad de apartarlo de mí, de no caer en otra cosa diferente al sexo casual, pero aquellla noche lo único que deseaba era estar a su lado y por supuesto que intenté culpar al cansancio, pero ya iba siendo hora de dejar de huir de mis sentimientos hacia Andrés de Fonollosa, pues para mi grata sorpresa él haría lo mismo.
- ¿Se durmió el pequeño terremoto?- Me mofé y asentí con la cabeza.
- Cayó exhausta- Calé el cigarro y le miré - ¿Cómo estáis con...?- Me devolvió la mirada tratando de buscar las palabras.
- Me siento como la mierda, es mi hermanito...- Respiró hondo agotado de la situación - Siempre me sentí en el deber de protegerlo, más cuando nuestra madre murió, pero ya perdió los papeles y no puedo dejar que me hunda consigo-
- Sé lo que se siente- Acaricié su hombro y él volteó a mirarme, confundido - No somos responsables de la decisiones de nadie Andrés, ni aunque sean nuestros familiares. Eso está fuera de nuestro control- Retiré la mano y volví a calar el cigarrillo, su mirada seguía en mí.
- Te diré algo, Alicia... Esto no se le he dicho a nadie antes- Captó mi atención completamente - Siempre le di prioridad a Sergio y ahora me siento un poco en paz conmigo mismo -
- No somos tan distintos usted y yo, Don Andrés de Fonollosa- Me quitó el cigarrillo de la mano y fumó.
- Ya veo que no... Aunque tú no dejarías a Leo por nada del mundo y creo que eso marca una gran diferencia entre nosotros- Me quedé observándolo en silencio, no sabía qué responder al respecto.
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CATHARSIS
RomanceEn la vida lo que rige es el balance, los cambios, aprender de los errores. Mi catharsis ha empezado desde el momento en el que intenté acallar mis demonios, doblegarlos, reprimirlos pero ellos no se van... Oí que la locura se hereda, ¿Los demonios...