Todo el camino en la ambulancia hasta el hospital nos la pasamos discutiendo.
- Me cago en tu madre- Tenía la vena de la frente hinchada.
- Venga, es parte del operativo deberías ser más profesional- Respondí con media sonrisa en el rostro.
- Y es que hasta montaste todo un show de despedida, hija de la gran...- En ese instante sonó la sirena, haciéndome reír.
Los paramédicos lo examinaron mientras escuchaban incómodos nuestra conversación. Le había pegado un tiro en el muslo para poder iniciar el plan... No iba a dejarlo sólo, no iba a permitirle que caminara hacia la muerte como el puto martir que a veces se cree, no.
- Pues te jodes, vete a la mierda. ¿No recuerdas que ya aceptaste que yo soy mejor inspectora? Pues ni el embarazo va a detenerme ahora-
- QUÉ ESTÁS PONIENDO EN JUEGO A NUESTRO HIJO, ENTIENDE- Gritó alterado, esto no era un juego para él. Pero para mí sí.
- Venga, vas a terminar en un puto psiquiatrico si no te calmas-
- AH- Se quejó de dolor cuando le inyectaron un relajante muscular - Se te ha ido la pinza Alicia, ¡JODER!- Cerró los ojos, estaba demasiado molesto.
-Ni que estuvieras pariendo tio- Saque un espejito de mi bolso para mirarme las cejas, porque era realmente importante tener bien las cejas ahora que iba matar a Sergio Marquina - Es una balita nada más, fui muy delicada- Pude sentir su mirada encima mío, entonces me coloqué mis lentes de sol.
- Vete a tomar por culo, no me jodas- Parecía el puto grinch.
- Don Andrés de Fonollosa, ¿quien lo diría? Usted tan refinado siempre...- Chasquee y acomodé un pinganillo en mi oreja, para escuchar a mi equipo.
Una vez en el hospital fue llevado a cirugía ambulante pues la bala seguía dentro del cuerpo, no paró de quejarse y discutir ni un solo momento pero ya las decisiones habían sido tomadas. Yo era consciente de que todo debía hacerse con un profesionalismo intachable, pues mi vida y la de mi pequeño hijo corrían peligro. Si me ceñía al plan al pie de la letra, al amanecer estaríamos de vuelta a casa y nuestra vida volvería a su curso normal.
Estuve al lado de Andrés velando su sueño gran parte de la madrugada, iba armada hasta los dientes y a medida que pasaban las horas y Sergio Marquina no aparecía empezaba a exasperarme, incluso hasta sentía el vientre duro.
- Joder profesor- Susurré para mí mientras miraba por el gran ventanal.
Entonces voltee a ver a Andrés acostado en la cama, me acerqué, le di un beso en la frente y decidí salir a caminar por los pasillos. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.
El lugar estaba particularmente tranquilo, no había mucho movimiento y eso hacía mi tarea más fácil. Entonces recordé la jugarreta que le había hecho a Raquel Murillo hace un par de años, cuando convocó un grupo de payasos y se escabulló como uno de ellos... Era obvio, vendría disfrazado sabiendo que su rostro estaba en todos los noticieros, telediarios y demás.
Escuché a mis hombres notificar que un auto negro, con los vidrios polarizados había ingresado al resinto de forma sospechosa. Esperamos expectantes, yo miraba a mi alrededor atenta por si veía algo, el dichoso auto se quedó estacionado en la entrada del hospital por varios minutos. Mi respiración se volvía notoriamente pesada, llevé mi mano a mi arma para sentirme un poco más segura.
- Movimiento sospechoso en urgencias- Dijeron.
Habían ingresado dos indigentes, ambos bastante sospechosos ya que uno de ellos casualmente llevaba lentes y ambos tenían trajes viejos. Uno entró cinco minutos antes que el otro, el primero se perdió por uno de los pasillos internos del hospital según escuché. Me estaba dirigiendo al ascensor cuando volvieron a hablar por el pinganillo.
ESTÁS LEYENDO
CATHARSIS
RomansaEn la vida lo que rige es el balance, los cambios, aprender de los errores. Mi catharsis ha empezado desde el momento en el que intenté acallar mis demonios, doblegarlos, reprimirlos pero ellos no se van... Oí que la locura se hereda, ¿Los demonios...