Capítulo 23

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Tenía claro que la vida debía continuar, pero la tristeza que sentía era tan grande que no podía levantarme de la cama. Agradecí al infinito que era Sábado y que Suárez vino por nuestra hija la noche anterior para poder pasar más tiempo juntos, así podía entregarme enteramente a mi pena sin interrupciones. Sin embargo había olvidado que había quedado para almorzar con Leire aquel mismo día, entonces no demoré en llamar a cancelarle. Pero mi madre puso resistencia inmediatamente para mi sorpresa.

- No, ni de coña. Venga Alicia, dijiste que nos veríamos más seguido, ahora me cancelas y luego volverás a ignorarme- Este sería nuestro cuarto encuentro y la verdad debo admitir que me generaba una emoción extraña compartir tiempo con ella, pero esta vez no estaba en condiciones de verla.

- No lo entenderías...- Respondí frotándome la cara mientras estaba tirada en mi enorme, pero desocupada cama.

Aquella madrugada luego de que Andrés se fuera, volví a la cama y coloqué una almohada al lado en el que él solía dormir, para abrazarla y engañarme un poco, pensando que estaba a mi lado. Sabía que Leire me estaba hablando pero no podía prestar atención, me pesaban los párpados y las lágrimas sólo caían en cascada.

- Hija, ¿qué pasa? ¿Pasó algo con Leo, o tu bebé?-

- No- Respondí rápidamente para luego estallar en lágrimas, de nuevo. Putas hormonas - No puedo ir a comer Leire, 1. Porque no puedo dejar de llorar y 2. Porque no tengo apetito para absolutamente nada, venga-

- Joder - La escuché decir - Hija, puedo ir a tu casa y ayudar...-

- No- Dije de inmediato.

Lo que sentía era culpa, estaba más empática y sensible que nunca, ni siquiera en mi embarazo de Leo me había puesto así. Aquella mujer que estaba al otro lado de la línea se escuchaba preocupada y desilucionada por mi negativa, joder que le había prometido vernos y ella se comportaba como una niña pequeña, ilusioanda y entusiasmada por algo que para mí en otra ocasión hubiese sido insignificante. Mi madre estaba tan desesperada por siquiera un ápice de afecto o demostración de interés de mi parte que hacía que mi corazón se arrugara.

- Coño...- Intenté calmar mis sollozos - Si quieres puedes pasarte en la tarde a mi departamento. Te envío la ubicación-

- Perfecto- Respondió de inmediato, con una mezcla de angustia y emoción en su voz.- Estaré allí a la hora que me digas-

Me pasé las siguientes horas llorando abrazada a la almohada, no sé si fue mi propia mente jugándome sucio o mi necesidad de sentirlo cerca, pero la jodida almohada olía a él. Sé que lo normal sería que dijera que Andrés puso mi mundo de cabeza, pero no fue así... mi vida nunca había estado tan armónica y ordenada hasta que llegó él a ella. Nunca le dije que lo amaba por las circunstancias, pero en el momento que decidió dejarme entendí que nunca en mi vida había amado a alguien tanto como a él, de forma romántica claro.

Estaba enojada, con Suárez, con la vida, pero sobretodo conmigo misma. Estaba furiosa conmigo por haber arruinado algo tan hermoso como era lo que teníamos Andrés y yo. Lo quería de vuelta conmigo y me encontraba en una encrucijada terrible, porque sabía que necesitaba su tiempo y a la vez tenía miedo de que si no hacía nada, su decisión fuera definitiva.

Al faltar menos de una hora para que llegase Leire decidí darme un baño. Me sentía un poco mejor y lo agradecí, hasta el momento que me enjaboné el vientre y recordé que allí dentro estaba el hijo de Andrés, de mi amor y volví a llorar contra las baldosas. Además de todo, Leonor seguía molesta conmigo, hablándome lo justo y necesario, de forma cortante. Me sentía extremadamente susceptible y sola, en mi puñetera vida me había encontrado tan desamparada como ahora. Todo era un mierdero y por supuesto, todo gracias a mí y mis decisiones de mierda.

CATHARSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora