IV

1.3K 78 94
                                    

Jamaica — 2016.

—Podemos entonarlo y hacer la melodía más aguda, o provocar un cambio de ritmo cerca del minuto dos de la canción. O mantener tanto la melodía como el ritmo original, pero no creo que sea la mejor opción.

—El ritmo original es demasiado lento.

—Lo que Harry decida. Yo creo que podríamos cambiar la melodía y entonarla más aguda...

—Un cambio de ritmo sería demasiado brusco. No creo que combine bien con la letra de la canción.

—Pero... —La voz de Mitch sonó distante y Harry se perdió en su propio mundo.

Todavía consideraba si incluir la canción en el disco. Incluirla significaba, aparte de abrir su corazón a todo el mundo, cantarla en los futuros conciertos sabiendo mantener la compostura. Y no se creía capaz de ello.

Era personal y dolorosa, e incorporarla no era más que un mensaje oculto que gritaba que aún no lo había olvidado, y una súplica de que regresara. Su orgullo le impedía caer tan bajo.

—¿Harry? ¿Tú qué opinas? —Reconoció la voz de Tyler, uno de los compositores.

Se ajustó la guitarra en el regazo y pasó el plectro por las cuerdas.

—Prefiero mantener el ritmo original —respondió. No sabía cuál era la pregunta exacta, pero es lo último que recuerda de la conversación entre ellos.

—Pero un cambio de ritmo podría hacer de la canción una más alegre —repuso John.

—No es una canción alegre —contradijo Harry frunciendo el ceño.

—Pero en el disco ya hay varias canciones lentas y con letras no exactamente alegres. Un disco tan oscuro...

Tyler se quedó a mitad de frase, mirando a Harry inquisitivamente. Éste tenía una expresión relajada, pero seguía en un debate interno sobre si incluir o no aquella canción.

—¿Sí? —preguntó el rizado, alentándole a proseguir.

El compositor gesticuló con las manos.

—Piensa en las ventas.

De manera automática Harry se puso a la defensiva y apretó los labios.

—Las ventas me importan una mierda. Quiero hacer un disco del que me sienta orgulloso.

—Calma —intervino Mitch, desde el otro extremo de la sala. Había varias guitarras apoyadas en la pared, a su lado. Frente a Harry y John, que se hallaban sentados en el sofá de cuero negro, una pequeña mesa con dos ordenadores, y miles de papeles y vasos de café vacíos los separaba de Tyler y Julian, sentados en unas sillas de madera tapizadas de terciopelo rojo. Por encima de la cabeza de Harry, colgada en la pared, había una pequeña pizarra con los nombres y el orden de las canciones del disco—. La canción es de Harry.

—Solo estamos proponiendo mejoras. El disco suena triste —replicó Tyler.

—Bueno, pero Ha... —empezó John, pero Harry lo interrumpió.

—Quizá es que es un disco triste. —Su voz carecía de entonación y su mirada estaba fija en el suelo.

—Pero...

—Vamos a tomarnos un descanso —oyó decir a Mitch—. Ha sido un día duro y... luego recalcamos algunas cosas... Bueno, en una hora todos aquí.

Harry escuchó unos pasos y el sonido de una puerta al cerrarse. El sofá se hundió a su lado cuando Mitch se sentó y le puso una mano en el hombro.

don't give up on me // larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora