XXIV

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Tenía la sensación de que un millón de mariposas aleteaban en la piel de su espalda, provocándole escalofríos por el roce de sus sedosas alas. O también podrían ser hormigas correteando arriba y abajo por la curva de su columna. O podría ser el roce de la hierba contra su espalda, también. Pero Harry no recuerda dormirse en el campo, desde luego.

Abrió los ojos lentamente, parpadeando por el contraste de la oscuridad contra la brillante luz de una mañana en Nueva York. Su corazón cedió cuando, lo primero que vio tras abrir sus ojos, fueron los azules de Louis observándolo con cariño y calidez.

Ahora todas las fantasías sobre mariposas, hormigas o hierba en su espalda tienen sentido. Bueno, no lo tienen. Eran los dedos de Louis, que vagaban por su espalda sin principio ni fin.

—Buenos días —murmuró Harry, bostezando mientras observaba el brillo del sol en sus ojos, que eran el cielo.

Sus piernas estaban enredadas con las de Louis, y su cabeza había estado escondida en su cuello. Sus pechos estaban presionados, al igual que sus caderas. Unidos.

—Buenos días —respondió Louis, con voz ronca.

Oh, esa voz ronca.

Harry sonrió sin motivo aparente, simplemente por despertar en la misma cama que Louis. Depositó un beso en su pecho y se acurrucó más contra él.

—Creo que es la primera vez en la historia que me despierto antes que tú —repuso Louis, pasando su otra mano por el pelo de Harry.

—Estoy cansado. Ayer fue una noche intensa. —Gruñó cuando la mano de Louis dejó de acariciar su espalda y él mismo agarró su muñeca y la volvió a colocar para que siguiera dejando caricias.

—Sí, muy intensa —rio, mientras acariciaba de nuevo a Harry.

Se mantuvieron unos minutos en silencio, Harry todavía en el limbo entre el sueño y la realidad. Aunque quería pasarse el día en la cama con Louis, sabía que no podía. Se separó unos centímetros de mala gana, observando sus ojos azul cielo fijos en los suyos.

—¿A qué hora coges el avión? —Louis delineó sus labios con el dedo.

—En cuatro horas —repuso Harry tras echar un vistazo al reloj de la pared—. Pero seguramente me llamarán en una hora. Una hora y media, como mucho.

—Entonces tenemos poco tiempo. —Louis cepilló cada una de sus cejas.

—Acabo la gira en menos de un mes. Estaré todo el verano para ti —susurró Harry con voz ronca en el lóbulo de su oreja, conociendo perfectamente la reacción del cuerpo de Louis.

Y, en efecto, hubo reacción. Sus ojos se oscurecieron levemente y se podía ver el atisbo de una sonrisa pícara en sus labios.

—¿Me echarás de menos hasta entonces? —preguntó inocentemente.

Harry se presionó más cerca.

—Puede.

La mano de Louis que estaba trazando círculos en su espalda bajó lentamente. Sus ojos azules estaban fijos en los verdes de Harry cuando sus dedos se sumergieron entre sus mejillas, presionando suavemente contra su entrada. Harry jadeó y apoyó la frente en la barbilla de Louis.

—¿No me echarás de menos?

Louis bajó la cabeza, dejando sus labios tentadoramente cerca de los de Harry. Éste lo observó con ojos pesados.

—No.

Los dedos de Louis presionaron más cerca y molió sus caderas contra las de Harry justo antes de besarlo. A pesar de que la fricción sacó un gemido de la garganta de Harry, el beso fue suave y lacónico. Las manos de Louis subieron a la cara de Harry, y éste rodeó la cintura de Louis con un brazo.

don't give up on me // larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora