XIII

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Harry aún podía detectar el suave olor de Louis en el otro lado de la cama. Pero él no estaba. Su cama estaba vacía a excepción de él y le dolían los ojos de llorar.

Se incorporó con los músculos agarrotados y se sentó en la cama con una enorme sensación de murria. Caminó con pesadez hasta el cuarto de baño.

El espejo le devolvió la mirada con aflicción. Sus ojos estaban rojos e hinchados, su pelo desordenado y su cuerpo sin fuerza. Si miraba más detenidamente, casi podía ver las manos de Louis acariciándolo hacía apenas unas pocas horas.

Inspiró con fuerza y tragó el sollozo que le subía por la garganta.

Se metió bajo el agua helada, creyendo que así su tristeza se congelaría, su cuerpo quedando libre del camino de tristeza y melancolía que llevaba persiguiendo demasiado tiempo.

El fantasma de las caricias de Louis sobre su piel ardió bajo las gotas de hielo.





~





Horas más tarde se encontraba recostado en el sofá, con la guitarra en su regazo. Tocaba determinados acordes y escribía en un papel fugaces frases que cruzaban su mente. Harry pensaba que las mejores canciones se escribían con el corazón roto.

Minutos u horas más tarde, el sol se ponía en California y un Harry acongojado se pasaba las manos por la cara tratando de reunir la suficiente fuerza de voluntad para no comenzar a beber y hacer más tonterías.

Su cansada mente rememoró el día de ayer y el poco tiempo que pudo estar con Louis después de tanto tiempo.

Sabía que todo empezó por él. Harry fue el que dio el primer paso. Pero Louis no lo había detenido y no sabía cómo interpretar aquello.

Quizá fue un momento de calentón que ninguno de los dos supo contener.

Harry recorrió su torso desnudo con las manos notando esa sensación de desesperación en cada centímetro de piel. Louis se había dejado su camiseta en la casa de Harry y una camiseta de Harry había desaparecido. Tampoco sabía cómo interpretar eso.

Louis lo iba a volver loco.

Quería alejar su mente de lo ocurrido ayer pero no lo conseguía. Su cabeza volvía a los labios de Louis sobre su cuerpo y sus manos acariciándolo.

Un grave error. Eso es lo que había sido: un grave error.

Pero no se arrepentía en absoluto y eso era lo que más le preocupaba, porque era un vicio que no se podía permitir. Irónico.

Pero quería más. Sentía que nunca obtendría suficiente de Louis y la pequeña dosis obtenida ayer tras dos largos años había sido como una droga a la que siempre sería adicto.

Frotó su mano contra su cara con fuerza y agarró el móvil, buscando en la lista de contactos a la única persona con la que se sentía capaz de hablar en estos momentos.

Descolgó en el último tono.

—Más vale que sea importante lo que tengas que decirme porque son las seis de la mañana —refunfuñó con voz enfadada.

Harry se mordió el labio al caer en la cuenta de que en Inglaterra el sol apenas estaba saliendo.

—Perdón, perdón. No me había dado cuenta.

—Tranquilo, es broma. Por ti lo que sea, hermanito.

—Eres la mejor —sentenció Harry.

—Ya lo sé —repuso Gemma bostezando—. Dime, ¿qué ha pasado para que hayas tenido que despertarme a las, exactamente, cinco y cincuenta y tres minutos de la mañana?

don't give up on me // larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora