El miedo y la agonía rezumaban por cada poro de su piel cuando llegó a la puerta de entrada de la casa de Harry, en Los Ángeles.
Louis miró hacia el este. El crepúsculo se devenía en el cielo.
Habían pasado demasiadas horas desde que Harry había colgado súbitamente la llamada. Se había puesto en contacto con gente cercana a Harry para que se asegurasen de que estaba bien y la respuesta había sido afirmativa, pero algo en su interior le incitaba a comprobarlo por él mismo.
Tomando una respiración profunda, extrajo del bolsillo de sus pantalones cortos el juego de llaves que Harry le había dado hacía años. En ese entonces, tenía el sentido del que ahora carecía.
Notaba el sudor cayendo por su nuca cuando metió la llave en la cerradura. No estaba preparado para entrar; no sabía qué podía encontrar.
Sabía que era posible que estuviese exagerando, pero el simple hecho de pensar que algo podría haberle ocurrido a Harry...
Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos; cerró los ojos cuando giró la muñeca y la puerta se abrió ante él.
Una extensa sensación de preocupación se instaló en su pecho cuando se encontró con la desierta estancia. La adrenalina comenzó a correr por sus venas cuando comprobó que no había ninguna clase de sonido en el ambiente.
Entró en la casa y cerró la puerta en el más cuidadoso silencio. Se apoyó contra ella, respirando con dificultad, como si el aire de esa estancia lo ahogara.
Harry debía de estar ahí. Excepcionalmente, podría estar en casa de un amigo. Louis había tardado unas tres horas en despegar en Heathrow. Casi once horas de vuelo. Dos horas hasta llegar a su mansión. De manera aproximada, habían pasado 17 horas desde su última noticia de Harry. Demasiado tiempo.
El salón de la casa le transmitió desolación. El negro sofá repleto de cojines no mostraba signos de que alguien hubiese estado en él. Los sillones estaban impolutos y vacuos; asimismo las paredes y las estanterías, que Louis recordaba repletas de decoración.
Enfrente de él, tras la enorme cristalera que hacía de pared, la lejana ciudad de Los Ángeles disminuía su actividad mientras la oscuridad se filtraba por sus calles llenas de ruido y sus residencias llenas de vida.
Louis avanzó lentamente. Su corazón martilleaba contra su pecho mientras dejaba el salón atrás para dirigirse a las habitaciones del piso superior. Cada escalón parecía más alto que el anterior y sus pies se volvían más y más pesados a medida que ascendía.
La quietud reinaba en cada rincón de aquella planta. Las habitaciones estaban sin vida y no resultaban cálidas. Como pudo comprobar Louis a través de una ventana, Harry tampoco estaba en el exterior de la casa.
Bajó las escaleras resollando; ni siquiera sabía por qué trataba de ser silencioso. El corazón le bombeaba en los oídos y sentía que se perdería completamente si no encontraba a Harry.
De vuelta en el salón, lo atravesó, para dirigirse al estrecho y corto pasillo que conducía a la cocina.
Y entonces, captó su atención. Sobre la mesilla frente al sofá, medio llena y apetitiva: una puta botella de alcohol.
Louis cerró las manos en puños; sus labios convertidos en una fina línea. Continuó su paso hacia la cocina, esta vez más seguro de sí mismo. La rabia comenzó a crecer en él, pero pese a ello la preocupación no lo abandonaba.
Porque claro, él siempre se preocuparía por Harry.
Sacudió la cabeza, inspiró hondo y se mordió la mejilla interna antes de doblar la esquina y entrar en la cocina.
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don't give up on me // larry stylinson
FanfictionOne Direction aununció un merecido descanso en 2015. Las vidas de Harry y Louis toman caminos opuestos, a la vez que tratan de olvidar lo que alguna vez fueron. Pero Louis aparece en las canciones de Harry y Harry aparece en las de Louis, cercioran...