XVI

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Desde que se había ido de casa de Louis aquella tarde de finales de verano, se había comenzado a sentir más seco y tosco con las personas de su alrededor.

No sabía si era porque echaba de menos a Louis o porque lo odiaba con todo su corazón. Sabía que era la primera, pero en ocasiones deseaba odiarlo. Así todo sería más fácil.

Sentía un cosquilleo en su vientre cada vez que recordaba a Louis ceñido sobre él, besándolo y lamiéndolo. También cuando recordaba los ruidos obscenos que él mismo había extraído de la boca de Louis por el uso de su lengua.

Sin embargo, después del momento de plenitud venía el momento en el que pensaba que todo el mundo estaba en su contra, que el mundo rotaba en sentido de las agujas del reloj y su vida discurría en sentido contrario.

Porque había llorado durante toda la noche y se había sentido como un corazón vacío durante el día. Y eso estaba ligado irremplazablemente a dependencia emocional. Dependencia de Louis.

Aquella vez fue él el que lo besó. Cuando estaba a punto de irse de su casa, Louis agarró su cuello y unió sus labios. Y, poco después, Harry los unió más ferozmente hasta acabar con ambos corriéndose por el otro.

Y estaba mal, claro que estaba mal. Pero era lo que le hacía sentirse bien. Era como una medicina. Y Harry quería tomarla.

—¿Harry?

Harry salió de su ensimismamiento y parpadeó para volver a la realidad. Frente a él, Mitch y algunos compositores más lo miraban con expectación.

—¿Hm?

—Te estábamos preguntando qué te parece esta melodía. —Tyler ajustó la guitarra en su regazo y tocó algunos acordes.

Lo cierto es que ahora mismo a Harry le daba absolutamente igual la nueva melodía.

—Sí, sí, está bien.

Observó de soslayo cómo Mitch lo miraba fijamente. Oops. A él no se le escapaba nada.

Llevaban más de dos horas en el estudio y no habían sacado aún nada. Ni siquiera una melodía que de verdad se ajustase a la idea de la canción.

Puede que fuera porque Harry estaba poco comunicativo. Porque ahora mismo él y sus pensamientos estaban en Babia. Y sabía que si no dejaba de pensar en Louis iba a ponerse a llorar allí mismo. Y tampoco le convenía para nada, sobre todo porque llevaba tiempo diciéndole a Mitch que había superado a Louis.

Louis era capaz de ponerlo cachondo y de hacerle sentir la persona más miserable al mismo tiempo. Y aquello estaba fatal, no era sano de ningún modo.

Harry torció sus piernas de una manera extraña y se dirigió al resto del equipo.

—Lo dejamos por hoy, chicos. Ya continuamos la semana que viene.

Ellos lo miraron a él y luego se miraron entre ellos, sorprendidos. No obstante, comenzaron a recoger y a guardar los instrumentos en sus respectivas fundas.

Harry se puso a mirar el móvil por hacer algo y cruzó una pierna sobre la otra, oyendo la puerta del estudio cerrándose cada vez que por ella salía alguien.

Sin embargo, se percató de que la puerta se había cerrado 4 veces. Y, contándolo a él, eran seis personas.

Alzó la mirada de la pantalla de su teléfono. Mitch lo observaba con fijeza desde su asiento, imperturbable.

—Día libre —alegó Harry.

—¿Qué te pasa?

—Nada. —Harry regresó la vista a la pantalla.

don't give up on me // larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora