13. Cuarto mes. Parte 3.

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Gerard hiperventilaba mirando desesperado a Frank que sudaba como un loco mientras le cargaba por todo el pasillo del hospital a tropezones, jalando de su pelo cuando el dolor se intensificó. Su esposo empezó a gritar por auxilio, parloteando cosas sin sentido cuando le preguntaban lo sucedido, colocando precario su cuerpo encima de una camilla, siguiendo el paso de todos los batas blancas que los rodeaban.

El doctor Lee apareció con un gesto alarmante, moviéndose rápido encima suyo, revisando su vientre, mirando encimismado por un momento aquella extraña ropa interior del castaño, ladeando el rostro con un mohín en los labios, bajando la vista hasta observar, al tiempo en el que se colocaba los guantes, la sangre chorrear de entre los glúteos de Gerard.

-Bien. Qué tenemos aquí- mirando a ambos poco después con una ceja alzada y la leve impresión de que esos gestos rojos de vergüenza y susto tardarían en hablar.

Retrocedamos un par de horas atrás.





Llegó a casa a eso de las ocho. Se relamió los labios cargando consigo la cena, un par de fideos caseros que prepararía hasta que Frank llegase. Enseguida sacó del refrigerador una leche de fresas que por alguna razón amaba con locura desde que se embarazó, e insistía que tomarla haría a su bebé desarrollarse más rápido, aunque solo eran exageraciones que le decía al tatuado para que no se olvidara de comprarla cuando iba al súper mercado.

Se sirvió el restante en una copa que antes utilizaba para el vino tinto de las tardes frescas los fin de semanas, llevándola hasta el baño de la casa, abriendo la llave para empezar a llenar la bañera. Le colocó sus burbujas favoritas, preparó su bata de baño favorita, esa que Mikey le regaló en año nuevo, una de flamingos con sombrillas amarillas, y se preguntaba cómo rayos ese maldito era tan bueno diseñando. Rodó los ojos mirándose al espejo de cuerpo completo en una esquina del baño, tragando duro y moviéndose de perfil, observando el bulto creciente de su vientre. Sonrío genuino acariciando con ambas manos su estirada piel y recordó el consejo de usar aceite de coco, apretando los labios mientras suspiraba largo. Se quitó la bata y se colocó rápido una banda color azul con estampado de flores blancas en el pelo, que empezaba a quedar más largo y algo descuidado. Frunció los labios y empezó a meterse a la bañera, quejándose por no regular bien la temperatura y acostando la cabeza en una de sus esquinas.

Después de un rato, en el que poco a poco se relajó, decidió tomar la leche de su copa, soltando una risita divertida, alzando sus pies hasta verlos escurrir de agua con jabón, moviendo sus dedos y recordando su productiva compra de esa tarde.

Se mordió el labio pensándolo bien, mordiendo un poco demás, sintiendo el sabor metálico salir. Chasqueó la lengua y tomó lo que resta de la leche de un jalón, pasándose una esponja colgada rápidamente por todo el cuerpo, enjuagándose y poniéndose de pie a prisa. Se puso la bata, se quitó la banda, y se lavó la cara, los dientes, hasta caminar de puntitas por el pasillo de su hogar hasta llegar a su habitación, viendo la compra de ese día en la cama, sin abrir.

Repasó los ojos por todo el lugar y ladeó el rostro soltando el aire abrupto, caminando hasta tomar la bolsa, abrirla y sacar el contenido.

Si será idiota.

De tan solo pensarlo, las mejillas se le pusieron carmín, vistiéndose rápido antes de que se arrepienta, aborchonado cuando al ir a mirarse al espejo del baño de nuevo, el pequeño trajesillo algo brillante, reflejaba en él. Casi se lo quita de encima si no fuera por que entonces, la puerta del departamento se abre y un "estoy en casa" en japonés, mal trecho pero gracioso de Frank, se hace eco.

Demasiado tarde.

Un pequeño gritito hace al tatuado, que evidentemente lo escucha, caminar hasta donde él está, cerrando la bata que lleva puesta, mirando nervioso al par de avellanas que le miran extrañado.

-¿Gee?-le habla suave, como si temiera asustarlo más. Se ve preocupado, lo sabe por la fina línea que forman sus labios y la lenta acción que hace una de sus manos al querer acercarse y tocarlo. Suelta el aire avergonzado y niega-. ¿Qué ocurre?

-Y-Yo no-frenético-, fue estúpido, una compra muy tonta y estúpida, Frankie, olvídalo-. Le pasa de largo desesperado. El tatuado frunce el ceño y le sigue hasta su habitación, viendo como este se quita la bata de baño despistado, farfullado lo que parece ser maldiciones, abriendo los ojos con interés y sorpresa, boqueando.

-Gerard-su voz es seria, gruesa. Tiene reseca la garganta y tiene que carraspear llamando su atención. El castaño respinga en su sitio, mirándole asustado. Niega.

-Te lo puedo explicar-quiere reírse pero es algo que si le gustaría escuchar, sobre todo por que no sabe que rayos se le cruzó por la mente a Gerard para atreverse a meter su curvilíneo y pretencioso cuerpo en esa... Prenda.

Color perla brillante, un cachetero que remarcaba a la perfección cada mejilla trasera. Tuvo que relamer sus labios un par de veces sin poder dejar de observar. La parte delantera, alojaba perfecto al bulto de su esposo, con pequeños encajes decorativos que dejaban ver su piel, y un par de cintas del mismo material, ajustadas en la periferia de la prenda, que servía como correa, pasando por sus hombros.

Sublime.

-Te ves... Alucinante-hipnotizado. Gerard ardió ante el bochorno, rascándose la nuca, apretando los labios y jugando con sus pies de un lado al otro.

Jodido, Mikey.

Para cuando se dió cuenta de su entorno, Frank ya le tenía contra la pared. El castaño le cargaba como una pluma, le dejaba enterrar sus uñas a su espalda desnuda y sudorosa, gemir su nombre como un desquiciado, siendo besado en arrebatos de deseo desmesurado por el tatuado, mordiendo su labio al final descuidado, penetrando lo más cauteloso posible.

Sus piernas temblaban al rededor de su espalda, encaramado, como gelatina. Con su cabeza ladeada hacia atrás, tratando de no pegarse por completo a él, cuidando su vientre. Cuando la primera ola de orgasmo llegó, se retorció mientras mordía sus labios con fuerza, enterrando más los dedos en la piel de sus hombros, dejando que este le baje con cuidado para tomar un respiro, sin dejarle descansar mucho, volteándose, dándole las nalgas en punta y restregar él mismo estas a su polla, caliente, mojada.

-Vamos, cariño. Tengo hambre, quiero que me des de comer de nuevo-gimió de forma sucia, ocasionando una sonrisa ladina en el tatuado.

Le tomó firme y le embistió de nuevo, oyendo un gemido agudo en respuesta, disfrutando de la apretada sensación.

-¿Así, cariño?, ¿Te gusta como papi te da de comer?-Gerard asentía gimiendo sin reparo, moviendo las caderas hacia él.

-Más, Frank, ¡Más papi!, Ahg, mi, um, mi culo te succiona, ¿No lo sientes, papi?-Joder.

Gerard era... Gerard era un puto caliente.

No entendía como no se daba cuenta. Siempre actuando tan tímido, sonriendo chiquito, llamándole "Frankie", el castaño se espantaba hasta por ver una página porno de esas que te salían como spam en algunas páginas del internet, y la lencería junto a los juguetes eróticos no eran lo suyo, pero el mal nacido gemía cosas asquerosamente sexys en el acto, y eso se la ponía dura y jadeante. Ahora el cabrón se la hacía llorar con ese maldito trajecito, calentando sus pelotas, queriendo hacerle otro bebé hasta quedar seco.

-Si, bebé. Me succionas todo, todo bebé. Así, Gerard, así-animó cuando sus caderas mantuvieron un ritmo constante hasta acoplarlo a sus embestidas, duras, firmes, agonizantes, soltando un gemido largo y placentero, corriéndose, a la vez que un aullido lastimero salía de los labios de su esposo dejándole helado, completamente hecho un hielo, tembloroso, con las pelotas en la garganta, y la mirada vacía-. ¿Gerard?-. Murmurando su nombre de forma sepulcral.

-El bebé.



*
Hola, hola.
😏
Por que no puede haber solo smut sin drama y algo (el intento) de comedia.
JAJAJAJA.

Buen inicio de semana.
Denle amor (votitos y comentarios).
Love 4 all.

Pao. 🌻♥️

Embarazado -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora