20. Sexto mes. Parte 3.

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Mikey dormía como nunca antes lo había hecho. Más de seis horas al día, y la cálida sensación de amanecer junto al mastodonte, le estaban poco a poco devolviendo a la vida. No quería admitirlo tan facilmente, pero era evidente que aún se perdía en sus pensamientos, aún miraba por la ventana con una taza de café en la mano, viendo los copos de nieve caer poco a poco. El invierno frio, se sentía caliente en ese departamento. 

Robert se había quedado en casa ese día instalando una lampara tenue en el techo de la sala, una que él había conseguido en uno de sus viajes exploradores por los centros comerciales de Tokio. El rubio se limpió con el dorso de la mano el sudor de la frente, volviendo a colocar el desarmador en el clavo para asegurar la bombilla. Mikey tomó un gran sorbo del café y se descubrió así mismo espiando las acciones del mastodonte, quién, extrañamente, parecía ser un hombre muy complaciente. 

Siempre trataba de ayudarle y apoyarle en su nueva colección, y jamás hacía algún gesto raro ni torcía la boca cuando llegaba a casa con alguna nueva compra de decoración. Aquello le hizo sonreír de lado. Cuanto hubiera dado por que su antiguo matrimonio hubiera sido así. Pero no lo fue, y Robert no era nada suyo, así que debía espabilarse pronto.

—Ya está, préndela a ver si quedó—Mikey asintió yendo al interruptor, probando la nueva luminosidad. Se veía elegante, sutil, muy discreto, todo lo que él no era, por supuesto, y aún así, extrañamente le agradaba— ¿Y bien?—. Robert llamó su atención sin dejar de observarle—. ¿Te gustó?—¿desde cuándo era así?, ¿desde cuándo Robert solía preocuparse tanto por su comodidad?

Se preguntó acerca de su bienestar cuando el mastodonte le servia chocolate sin azúcar por las noches para que pudiese dormír mejor, o cuando se le olvidaba comer y este le llevaba una bandeja con sus alimentos del día hasta su montable estudio alías su habitación, se preguntó acerca de felicidad cuando Robert empezó a acceder a todas sus extrañas peticiones de cualquier cosa en realidad. Incluso aquella donde con una gatuna sonrisa, ingresó a la habitación a la hora de dormir con una bata de satín azul cielo, Robert, cargaba una spot blanca y unas vermudas cortas color negro mientras leía un libro. 

Mikey se hubiera reido de lo cómico que era ver a Robert con un libro en mano, sus lentes de descanso, vestido de esa forma, donde los músculos le resaltaban y se veía más varonil y"bad guy" de lo que en realidad era. Pero, en vez de ello saltó a la cama oblígándole a prestarle atencción. 

—Sé mi modelo—el mastodonte parpadeó varias veces antes asentir, vacilando un poco. 

—De acuerdo—se rió en su cara y aún así se le encaramó encima tomándole el rostro y besando sus mejillas. 

Para cuando la fecha llegó, Robert ya había practicado un par de veces con él, así como ayudado a manejar la organización del evento. Admite que fue de gran ayuda que el rubio llevase su agenda en esa semana. Él era un desastre pero Bob se encargaba de ponerle los pies sobre la tierra, aunque no siempre lograba que entrara en razón, como en la revelación de género de Gerard, en la que pese a sus tímidas advertencias, terminó haciendo justo lo que quiso, y en su defensa, le salió precioso. 

—Me aprieta esta cosa—masculló tratando de acomodarse el pantalón que cargaba, Mikey negó pegándole la mano.

—No dañes mi obra, estás perfecto. ¿Listo?—estaba nervioso, para qué negarlo. Era la primera vez que no saldría de la mano al final de la pasarela con su ex esposo, además de qué, había tomado un gran riesgo al hacer una colección en otro país, con otro estilo y a otro tipo de audiencia. 

Se mordió el labio con fuerza sintiendo el frio tacto de los dedos de Robert acariciar suavemente la superficie de estos. 

—Todo saldrá bien, déjamelo a mí—le guiñó el ojo mientras depositaba una suave caricia en su mejilla, relajando los hombros y preparándose para salir a escena. 

Cuando eso ocurrió, lo mejor para bajarle los nervios fue el gesto lleno de indignación que hizo Gerard. Se contuvo soltar una carcajada mirando la expresión de los críticos de la moda, uno que otro colega, los periodístas, los volggers. Todos parecían absortos, embelezados, y no pudo evitar dirijir su mirada a donde todos lo hacían. El modelo que se robaba los suspiros de esa noche. 

El suyo incluído. 

Con todas esas luces, hasta le faltaba el aire; cuando al fin terminó y Robert se metió de nuevo tras bambalinas, los aplausos emergieron como olas. El rostro nervioso del mastodonte que respiraba agitado mientras le veía con nerviosísmo—: ¿Lo hice bien?—¡¿qué si lo hizo bien?!

—Eres estupendo—y el impulso desquiciado que le llevó a jalarle demandante hacia él por el cuello del chaleco, estampando sus labios a los suyos. 

Sí, se sentía bien. 

*

Hola, hola. 

¿Cómo están?, ¿tuvieron una buena semana?

Yo ando con el cansancio de mi servicio, dos días enteros estuve así, apenas llegué a casa hoy como a las 9 a.m. 

En fín, este capitulo da pie al mini drama Bobkey. Disculpen si es aburrido. 

Buen fin de semana!!

Pao. <3


Embarazado -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora