Gerard sudaba.
Había entrado ya en el octavo mes de embarazo, con un buen pronóstico de parto para finales de invierno, al menos en japón, así que disfrutaba poder envolverse de varias prendas sin que la gente le mirase extraño por estar del tamaño de una pelota.
Frank disfrutaba de todas formas de verle llegar a casa y colocarse aquel pijama de hello kitty que le compró, y odiaba, pero que aun así se ponía solo por que él se lo había dado. Y como su vientre había crecido aún más ahora que entraba al penúltimo més de embarazo, la parte superior del pijama se alzaba dejando ver gran parte de su vientre, en el que apenas unas cuantas estrías de color rojo adornaban, gracias al aceite de coco que él ponía con cuidado y labor todas las noches, quiere pensar.
Gerard se quejaba cada vez más con tan poco, quería estar la mayor parte del tiempo en la bañera, donde disfrutaba de un baño de burbujas antioxidante, o algo así decía la caja de sales de baño de bambú que compró en el mercado.
Frank llegaba a casa con la cena, pollo frito en su mayoría, y lo alimentaba como a un niño cuando el castaño torcía la boca en un puchero alegando que se había puesto gordo por su culpa y que su hija demandaba que le diera de comer. Él como buen esposo, gobernado en su mayoría del tiempo, negaba sacando una pieza de pechuga y la colocaba en su boca delicadamente, agregando palabras dulces como "mi gordito precioso" y "amor de mi vida" en la misma oración.
Gerard ya no podía dormir como antes, entonces se ponía demasiado gruñón como para dejarle dormir a él y eso empezaba a ponerle de malas, pero entonces, su esposo lloraba, y todas sus barreras caían sin más, terminando por una visita noctura a la tienda de conveniencia de veinticuatro horas, regresando a casa con un paquete de paletas de helado de vainilla bañadas de chocolate, o esos famosos onigiris de atún con mayonesa empaquetados. A veces un paquete de ramen instantaneo era suficiente, o unas papas de camarón o calamar, que de tan solo oler, quería vomitar, pero Gerard disfrutaba comerlas como si fueran golosinas.
Cuando los problemas maritales de Mikey, y el trío amoroso que se le había formado con Robert y Raymond, empezó, las cosas se pusieron tensas en casa. Gerard tuvo un bajón de azúcar cuando el diseñador le confesó que estaba en "algo" o lo que sea que eso signifique, con Bob, y la visita inesperada del moreno solo empeoró las cosas, por que si de algo ninguno de los tres (Robert, Frank y él) sabían, es acerca de la solicitud de adopción inesperada que el ex matrimonio había hecho.
Sus nervios colapsaron y casi se vomita en la casa del mastodonte.
Frank insistió en llevarlo a casa hasta que las cosas con aquel trío mejorara, y eso implicaba no tener ningún tipo de contacto con su hermano hasta entonces. Primero era la salud de su Gerard y su bebé, aunque por dentro se moría de ganas de un café y el chismecito con aquel dilema en el que su cuñado se encontraba.
Un par de días después, con sus nervios ya más tranquilos, Gerard y él fueron de compras.
Estaban en una famosa tienda de todo lo que puedas comprar para bebés. Gerard vestía un enorme abrigo color café, apenas dejando ver el pantalon de pijama gris que no se había querido quitar aquella mañana y unas pantuflas de tiburón que le había comprado en una tarde por internet desde China. Desde entonces, las sacaba casi a cualquier lugar, así fuera la tienda de convenencía de la esquina o en algunas ocasiones, el hospital.
Suspiró con ternura sin dejar de observalo apesar de que su tarea era buscar una lámpara de noche para poder adornar el cuarto de la bebé, mientras el castaño prestaba especial atención a varios diseños de cunas de madera.
—Frankie—le llamó, capturando su mirada, alzando una ceja negando al final, haciendo ademán para que se acercase a él—. Es una decisión dificíl—. El tatuado solo asintió. En realidad le daba igual, no es que no le importase, pero amaba ver como los ojos verdes de su esposo se iluminaban al ver las cosas para bebés, que prefería que fuera él quien escogiera las cosas.
—¿Cúal te gusta a ti?
—La azul rey. Es compacta, pero espaciosa por dentro.
—Pues no se diga más.
—Buenas tardes, ¿les puedo ayudar en algo?—ambos voltearon hacía la mujer que se había acercado de la nada, sonriendo amable, reverenciando una bienvenida.
—Buenas tardes, nos gustaría comprar esta cuna—señaló el castaño. La señora sonrió con amabilidad.
—Por supuesto—les ayudó a hacer los tramites de compra y al finalizar les dijo que la compra llegaría a su domicilio en tres días. Ambos agradecieron con entusiasmo.
—Y muchas felicidades, será un niño afortunado—ambos la miraron confusos asumiendo su equivocación relacionado con su elección del extravagante color de la cuna.
—Oh, no, no. Es una niña—la mujer respingó con sorpresa observándole bien, forzando una sonrisa curvada, asintiendo.
—Ya veo, en ese caso, ¿está seguro de que quiere elegir ese modelo de cuna?—ambos se miraron entre sí, frunciendo bocas, pensándolo un momento antes de sonreírle y ponerse de pie, reverenciando una despedida.
—Si.
*
Hola, hola.
Esta semana he estado ocupada con mi servicio social y mi protocolo de tesis. Crucen dedos que ya quiero que me lo acepten. :(
En fin, no me he olvidado de actualizar, así que aquí estoy. <3
Gracias por leer, all my love. <3
Pao.
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Embarazado -Frerard-
FanfictionGerard y Frank (inexpertos recién casados) van a tener un bebé.