Wooyoung despertó con un gemido escapando de sus labios, sus propias manos recorrieron su cuerpo. Cerró suavemente sus ojos, intentando calmar su agitada respiración.
Sus sueños lograban ser más eróticos que sus propias fantasías, estos cada vez se hacían más constantes, siempre que llegaba al cielo, caía abrutamente al despertar.
Siempre era de esa forma; Su rostro borroso, su fino cuerpo sobre el de él, gimiendo sobre su oído, sus largos cabellos dorados cayendo sutilmente sobre sus hombros, la humeda sensación de sus labios sobré su cuello y la dominación de sus manos sobre su cintura.
La sensación de estar con ella era similar a la presencia de Choi San, lograba confundir la realidad de sus sueños. Nunca había tenido un sueño húmedo en dónde el chico de tatuajes estuviera involucrado, solo ella, la chica que él mismo creó a partir de algo que desconocía, desorientado cada vez que su orgasmo llegaba y gemía su nombre: 𝘑𝘜𝘋𝘠. Se sentó sobre su cama, mordiendo su labio inferior, no lograba recordar cuando fue qué todos estos sueños fantasiosos iniciaron, pero debían acabar.
Choi San rebobinaba en su cabeza, su aura felina y seductora, tan erótico, tan vil, su presencia electrizante y amatoria. Jadeó, Choi San era el ángel negro que podría llevarte al mismísimo cielo luego de cometer el pecado más vil, y luego arrastrarse al infierno, para atormentarte, torturarte, hasta que tus súplicas no sean más que débiles susurros.