Choi San bebió otro tragó, su felinos ojos como único objetivo el cuerpo de Wooyoung en la pista de baile, moviéndose lentamente, torturandolo. No había vuelto a hablarle luego de que Minju fue por él al trabajo, ella empeñandose en ser un estorbo para el chico.
Las manos ajenas se posaron sobre las de Wooyoung, con firmeza. San sonrió, negándose, levantándose de su puesto, caminando hacía ambos chicos que se encontraban en la pista. Su mano se posó sobre la del desconocido que estaba sobre su chico, apartándola, sus dedos se aferraron a la muñeca Wooyoung. Una mirada de Choi San bastó para que el otro chico reflejará su propio cuerpo quemándose cruelmente en el infierno.
El mayor arrastró a Wooyoung con él, apartandolos de todos, con las luces dificultando la acción de poder ver con claridad al contrario. El cuerpo del menor fue asotado contra la pared, sus muñecas fueron apresadas por las de San detrás de su nuca. Wooyoung jadeó. El contrario acercó sus labios a su mejilla, besándola.
— ¿Qué hacías? — Formuló San. Aquella pregunta pasó a segundo plano para Wooyoung, cuando los labios de éste se posaron sobre su cuello.
Wooyoung arqueó su espalda, jadeando.
— Nada — Susurró.
San mordió su cuello, y succionó su piel con fuerza. Sus cuerpos rozandose peligrosamente.
— Nadie puede tocarte como yo — Las palabras se ahogaron en los labios de Wooyoung. San estaba besando al chico con posesión, y Wooyoung dejaba que las manos del contario lo tocaran, y lo besara como quisiera. Sumiso ante la presencia de San, gimió, por qué los finos dedos del chico se entrelazan con los de él, por qué su lengua se enredaba con la de él.
El vago recuerdo del cuerpo de la chica sobre el suyo hizo que Wooyoung jadeara, estaba sin aliento. Sus ojos se abrieron y San lo besaba una y otra vez, la pared volviéndose su colchón, y San volviéndose su chica. Ambas miradas conectaron, dando escalofríos. Los dedos del contrario acariciaron los suyos. Su mano sobre el cuello de San, viéndolo con deseo, su mayor deseo, llenó de lujuria y fantasía.
— Los que yo deseé, pueden hacerlo — Susurró Wooyoung sobre sus labios — No eres especial, Choi San. —