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Abrí mis ojos lentamente y vi por la ventana que aún era de noche, la luz de la luna alumbraba con fuerza toda la habitación.
Me levanté lentamente para no despertar a Sebastian. Caminé hacia el baño de la alcoba y me lavé la cara y luego los dientes.
Me sequé la cara y salí del baño y quedé pasmada al ver a Sebastian de pie y viendo hacia mi dirección.
-¿s-se te perdió algo? – pregunté nerviosa. El simple hecho de que me mirase me ponía inquieta.
-en realidad no se ha perdido nada, solo que me pareces la mujer más hermosa que he podido conocer.
-deja de bromear- fui hacia el ropero para ponerme mi pijama
-no bromeo –me volví hacia Sebastian y sonreí con incredulidad
-por Dios Sebastian, conozco a los de tu tipo –volví a mirar hacia el closet y agarré la pijama negra con blanca.
-entonces no me conoces lo suficiente – cuando menos pensé Sebastian me tenía contra la pared frente a su rostro -¿Cuándo vas a entender que no bromeo? ¿Cuándo vas a entender que no eres una chica común? ¿Cuándo vas a entender que realmente me gustas?
-S-Sebastian – su rostro estaba cerca del mío, lo suficiente como para sentir su respiración.
-______ yo…
Junté nuestros labios de manera sorpresiva. Ni siquiera yo sabía lo que estaba haciendo.
Mis manos viajaron a la parte trasera de su nuca y el agarró mi cintura para poder profundizar aún más el beso y poder sentirnos aún más cerca.
Sus manos bajaron hasta mis muslos y me levantó hasta ponerme a su altura. Crucé mis piernas alrededor de sus caderas para eliminar cada espacio que hubiese entre nosotros.
Nuestros labios jugaban de manera apasionada y fogosa. Sus manos apretaban suavemente mis muslos haciéndome jadear cada vez que hacia dicha acción.
Sebastian fue quitando mi blusa y yo no podía hacer nada ya que no traía su polera puesta.
Sebastian me apretó aún más contra su cuerpo, haciendo que nuestros torsos hiciesen contacto. Su piel cálida chocaba contra la mía de manera descomunal, provocando una oleada de pasión desenfrenada entre nosotros. Sebastian fue desabrochando rápidamente mi sostén, dejando mis pechos al aire.
Separamos nuestros labios por la falta de aire y juntamos nuestras frentes. Permanecimos durante un tiempo de esa manera.
Sebastian volvió a juntar nuestros labios, pero esta vez su lengua entro en mi boca para jugar con la mía.
El calor de su cuerpo se intensificaba al igual que el mío, no creo que esta vez pueda detenerme. ¿O quizás esté a tiempo?
Me sorprendí al sentir la lengua de Sebastian jugar con uno de mis pezones y todo rastro de cordura y auto control desapareció.
-¡mmm! – dije mientras Sebastian solo se dedicaba a torturarme.
-no los ahogues, déjalos salir –su voz era ronca y profunda haciéndola aún más irresistible.
Al terminar de decir esto, Sebastian mordisqueo suavemente mi pezón haciéndome soltar un gemido.
-S-Sebastian
Solo sonrió y me cargó hasta la cama y me acostó suavemente.
Una sonrisa se extendía por su rostro y sus manos bajaron hasta mi abdomen.
El simple hecho que Sebastian acariciase suavemente mi abdomen hacia que una corriente eléctrica subiera por mi columna.
Sus manos acariciaron de manera gentil mis muslos hasta llegara a mi feminidad.
-estas algo mojada –una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro
-n-no es mi culpa – exclamé algo apenada.
-nadie está buscando culpables, y si los buscamos, me alegra ser yo –no pude refutar, porque Sebastian bajó su mano hasta mi clítoris.
-¡S-Sebastian!- la sensación que estaba experimentado me volvía loca. Sus dedos jugaban con mi punto sensible, haciéndome sentir en el mismo paraíso.
Su mano libre acariciaba mi pecho derecho mientras que la otra se ocupaba de torturarme.
Sebastian alzó su vista y sonrió con malicia y seguido de eso introdujo lentamente su dedo.
-¡a-ah!- cada embestida me dejaba con ganas de más y mis caderas se movían al ritmo de sus embestidas.
Mientras más tiempo transcurría más profundas y rápidas eran las embestidas.
-¡S-S-Sebastian yo...!- cerré mis ojos y solo dejé que mi clímax llegará con un sonoro gemido
Sebastian sonrió y luego subió hasta mis labios.
-ahora sí que menos me voy a controlar
Sonreí y lo besé.
Bajó sus pantalones y sus boxers. Abrió mis piernas de manera lenta y se posó entre ellas.
-S-se gentil Michaelis
Sebastian sonrió y entró lentamente causándome dolor. Ya que era virgen.
-d-duele demasiado
-l-lo sé – su voz se escuchó entre cortada – eres muy estrecha, se siente tan bien.
Cuando finalmente sentí ya había llegado hasta dentro, el dolor desapareció.
-preparada –solo asentí y Sebastian me embistió lentamente
-¡ah!
Sebastian juntó nuestros labios y me volvió a embestir de la misma manera.
-S-Sebastian –exclamé entre gemidos
Volvió a embestirme pero esta vez de manera profunda.
Sus embestidas eran suaves pero profundas y hacían que todo mi cuerpo se estremeciese.
Cuando logré acostumbrarme un poco a su gran tamaño, Sebastian me embestía más seguido y más rápido, claro está que sin dejar a un lado la profundidad con la que lo hacía.
Sebastian se apoyó en sus codos y esparció suaves besos por todo mi cuello.
Ahora sus embestidas eran muchísimo más rápidas y más profundas. Mi vientre se estremeció y empecé a sentir como cada musculo se contraía, estaba a punto de llegar al clímax.
-S-S-Sebastian y-ya casi llego
-y-yo igual – Sebastian entrelazó nuestras manos y unas cinco embestidas más, llegamos a nuestra ansiada cumbre. El líquido espeso me llenó por completo, era una sensación que claramente no iba a olvidar tan fácil.
Nuestras respiraciones eran agitadas y estábamos cubiertos por una capa fina de sudor.
-buenas noches _____
-b-buenas noches Sebastian
-¡maldición! – me levanté exaltada por el sueño algo subido de tono que acabé de tener.
-no grites, estoy soñando contigo – exclamó un adormilado Sebastian
Revisé que tuviera mi ropa y efectivamente fue así. Solo fu un sueño, ¿si solo fue un sueño, por qué me siento tan triste de que sea así?