_____
Luego de empacar, partimos hacia el aeropuerto de Stuttgart.
-estoy emocionada, ya quiero llegar a Holanda
-qué bueno que estés emocionada
Sebastian apretó suavemente mi mano, en ese momento mi corazón palpitó fuertemente.
Todo el trayecto fue silencioso, Sebastian se veía pensativo, demasiado.
-¿en qué piensas Sebastian?
-en ti
-¿p-porque en mi?
-porque te amo, así de simple
Si sigue diciendo eso, voy a terminar creyéndole.
En menos de lo que pensamos llegamos al aeropuerto.
-muchas gracias- agradecí al taxista, bajé del vehículo
Sebastian pagó y enseguida bajó las maletas.
-muy bien, solo falta que nos presentemos y abordemos el avión.
-efectivamente.
Sebastian no se estaba comportando como siempre lo hacía, tenía una expresión seria, fría, parecía molesto pero no lo estaba.
-¿te molesta algo Sebastian?
-no, solo estoy pensativo
Lo miré de reojo por última vez para poder caminar y no matar a alguien en el intento.
Unas cuantas horas más tarde
Holanda, todo el aeropuerto era hermoso.
-Sebastian, esto es hermoso
-sí que lo es – entrelazó su mano con la mía, ese simple gesto me hacía sentir muchas cosas que nunca había sentido.
Agarramos nuestras maletas, y nos dispusimos a agarrar un taxi para poder ir al hotel.
Sebastian extendió un papel con la dirección del lugar de hospedaje, supongo, el taxista asintió, pero una mueca de sorpresa se plasmó en su regordete rostro.
Me recosté en la ventana para poder relajarme un poco antes de llegar y organizar las cosas.
-ven – Sebastian me agarró por los hombros y me recostó los suyos.-no quiero romper esa ventana por tener el privilegio de tenerte recostada en ella
-idiota – sonreí y cerré los ojos.
El nombre de Sebastian volaba por mi cabeza, su tacto todavía perduraba en mi piel, el roce de sus labios en los míos me llevaban a la gloria, lo quería volver a sentir de esa manera, aunque más profundo, lo quería completamente solo para mí.
-_____, despierta linda – abrí mis ojos ligeramente encontrándome con el perfecto rostro de Sebastian – ya llegamos
-¿Cuánto dormí?
-dos horas
-¿tan lejos quedaba el hotel?
-no es un hotel, es una casa para nosotros solos
Me levanté lentamente, y allí estaba, una casa gigantesca en una hermosa colina.
-es hermosa
-es aún más hermosa por dentro – Sebastian bajó del taxi, bajó las maletas.
Todo lo que lo rodeaba le daba un aire romántico.
-esta hermoso Sebastian
-no es ni la mitad de lo que te mereces
Sus manos agarraron mi rostro- te mereces esto y mucho más preciosa
Sonreí para luego agarrar mi maleta y entrar a la casa.
Sebastian dejó las maletas en la sala.
-está hermosa Sebastian
-no tanto como tú - Sebastian se acercó lentamente a mí.
-d-deja de decir mentir
- no lo hago – al decir esto, Sebastian alzó haciéndome entrelazar mis piernas en su cintura.
Sentí el calor de sus labios bajando por mi cuello, entre beso y beso se acercaba a mis pechos, se detuvo un instante y dirigió su mirada hacia mis ojos.
-te deseo- me dijo y seguido a eso besó mi boca mientras desabrochaba los botones de mi camisa, pude sentir su mano tomar uno de mis pechos y masajearlo suavemente, su lengua dejo mis labios para dirigirse a mi pezón, daba pequeños círculos con ella alrededor de la aureola, yo solo arqueaba mi espalda mirando hacia el techo, me provocaba un pequeño orgasmo, mis dedos jugaban con su cabello y el no dejaba de lamer mis pechos, deseaba que fuera más lejos pero a él siempre le gusta hacerme sufrir, mis piernas tiemblan y sin darme cuenta su mano tomo mi entrepierna haciéndome gemir, no me lo esperaba, empezó a jugar con su mano y yo no aguantaba más, estaba tan húmeda tan deseosa de que me penetrara.
-No puedo más- dije con la voz entrecortada, el me levanto, me llevó al segundo piso donde estaba la cama y me arrojo a la cama, empezó a besar mi cuello dando pequeños mordiscos, con sus manos recorría mi cuerpo arrancadme la ropa,
-Te amo- me dijo al oído, poco a poco sentí como se calentaba todo en mi interior. Metí mi mano en su pantalón y empecé a masajear su miembro
-_-_____.- dijo entre gemidos. De un momento a otro sus ropas ya no estaban, movía mis manos en su perfecto abdomen deleitándome con lo que estaba a punto de hacerme. Agarró mis manos poniéndolas encima de mi cabeza
- así no – una sonrisa se dibujó en su rostro.
Hundió su cabeza en mi cuello. Una lágrima recorrió mi mejilla al sentirlo dentro de mí, era un dolor tan placentero. Se quedó quieto durante un momento para poder acostumbrarme un poco al dolor y claro está al tamaño.
- ¿lista?
Asentí ligeramente para luego sentir como salía lentamente y se volvía a hundir profundamente en mí. El cuarto se llenó de gemidos de él y míos, ¿hace cuánto esperaba esto?
-S-Sebastian- dije desesperada, aumentó la velocidad de las embestidas considerablemente, haciéndome revolcar y desear cada vez más.
El solo soltaba gemidos roncos, las embestidas fueron más profundas y rápidas, estaba a punto de llegar.
-S-Sebastian…yo- exclamé como pude por el placer que estaba sintiendo en estos momentos
-ya casi...-. Se corrió dentro de mí, Dios esto es tan placentero... Sacó su pene dentro de mí y se recostó a mi lado, dándome un beso.
-Buenas noches- me dijo, con una sonrisa perezosa en sus perfectos labios
-Descansa- le respondí. Nos quedamos dormidos tranquilamente hasta el amanecer
-no lo creo – sonreí y me acurruqué en su pecho, para luego caer rendidos