Demonios
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- Sebastian, sé que estás en contra de esto, pero debo ir y quizás puedo convencer a mis padres de dejarme en paz y no volverán a meterse en nuestras vidas. – dijo mirando a sus hermosos ojos.
- Te entiendo y no quiero – dijo frunciendo el ceño molesto.
- Sebastian, enserio debo ir.
- No debes ir, por favor hermosa, no sabemos de lo que son capaces de hacer ellos.
- Yo sí sé, y debo correr el riesgo – me empiné y le di un beso – si corro riesgo, tengo al mejor esposo del mundo para que me vaya a rescatar. –
Salí de nuestro hogar, me despedí con un largo y profundo beso a mi querido esposo y un beso en la frente de mi bebé.
Cuando llegué, mi apariencia física cambió totalmente.
Mi cabello se volvió negro, mis ojos tomaron una tonalidad verde chillona, mis colmillos se volvieron más afilados y mi piel adquirió un color perlado.
- Maldita sea- murmuré. Entré a la casa y pasé al salón principal.
- Bienvenida hija, creo que has llegado un poco tarde ¿no crees? – dijo mi madre cínicamente
- Si lamento hacerlo, pero estaba follando con mi esposo y pues me interrumpieron – dije con una sonrisa torcida
- ¡______! – me gritó Gill
- ¡¿Qué mierdas quieres?! ¡ya me tienes aquí! ¡¿Qué otra mierda quieres perra?! – estas reuniones me transforman
- ¡que te comportes! – dijo Marius señalando una silla
- No lo hice a los quince lo voy a hacer ahora que estoy tan vieja
- No exageres, apenas tienes 25 – rodé los ojos y Gill sonrió, pobre perra
- Es la mitad de cincuenta los años que tiene tu vagina zorra sifilítica – entré al salón llenos de demonios y me senté en la punta de la mesa, a la vista de todos.- ahora ¿Qué mierdas quieren de mí?
- Divórciate – alcé una ceja, reí y me levanté.
- ¡claro! Le voy a decir a mi amado esposo, ¡oh mi vida, mis padres y todo el congreso demoniaco no quiere que estemos juntos! Eso quiere decir que me tengo que separar y mandar a la mierda por todo lo que hemos luchado.- solté una carcajada estruendosa que incluso yo me hubiese asustado- no me hagan reír. si era solo para eso, me puedo ir.
- ¡debes obedecer! – gritó algún demonio estúpido
- ¿o si no qué? – dije, mi voz se tornó amenazante.
- De todos los demonios ella ha sido la más rebelde e insolente – murmuró una mujer
- ¡¿Qué me pasará si no obedezco?! – mis padres me miraban sorprendidos - ¿de que se sorprenden? No me educaron para respetar a ninguno de ustedes. – salí del cuarto pero me choqué con alguien. -¡¿Qué putas te pasa desgraciado...?! ¡¿Sebastian?!
- Hola preciosa – su apariencia era completamente diferente. – debo admitirlo que tu apariencia me calienta – reí
- Tú no te quedas atrás – el sonrió y se mordió el labio inferior, ¡eso si calienta!
- No te atrevas a hacer eso aquí, sabes cómo me pone eso. – Sebastian sonrió. -¿Qué haces aquí mi cielo? – Sebastian sonrió
- Estabas en problemas, así que como buen esposo que soy, debo velar por la seguridad de mi preciosísima esposa
- Gracias mi vida – le di un beso en la mejilla y el sonrió.
- Acabemos con esto antes para volver cuanto antes a casa. Creo que me debes unas cuantas cosas
- Las que quieras mi vida.
Narradora omnisciente
Ellos eran la pareja perfecta, el desmembraba y ella desgarraba. Ambos se divertían, ella lo miraba masacrando a los demonios de la manera más elegante que un demonio podía hacer y él se deleitaba cuando consumía las almas de ellos, se amaba, era obvio.
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- Eso ha sido increíble – dije mientras me sentaba.
- Claro que si - Sebastian me rodeó con sus brazos y me besó el cuello.
- ¿a qué viene este beso Michaelis? – sentí el rocé de sus colmillos encima de mi piel y como sonreía.
- Significa que es hora de hacer el amor- su lengua recorrió mi cuello delicadamente.
- ¿ahora? ¿aquí? – pregunté mientras agarraba su rostro.- aquí no mi amor.
- Claro que no.
Unas cuantas horas después.
- No hay nada mejor que terminar una masacre con sexo – dije mientras me acurrucaba en la cama de mis padres – es tan cómoda.
- Sabes lo que me encanta después de terminar de hacer el amor – lo miré a sus ojos – es que la fina capa de sudor que cubre todo tu cuerpo... hace que me excite aún más. – sonreí.
- Cállate bobo – le di un beso pero una pregunta surgió en mi mente. - ¿Dónde dejaste a Ryan?
- Está en muy buenas manos... te lo puedo asegurar.
- Andrew, lo estamos haciendo mal – dijo Anne mientras le quitaba el pañal a Ryan de su cabeza
- ¿alguna opción? – preguntó el hombre preocupado
- ¿Ver tutoriales en YouTube de cómo cambiar un pañal?
- Buena opción – apoyó Andrew
- Debemos aprender a hacerlo antes de que venga nuestra bebé – Ryan rio y Anne sonrió igual
- Ya quiero que llegué – dijo Andrew posando su mano en la barriga de Anne. De pronto, el sonido, acompañado de un olor poco agradable los ensucio.
- ¡mierda! – gritaron ambos y Ryan sonrió.