2 de 25: El otro Camus

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El presente.

Después de que Camus salió, Milo permaneció inmóvil y con la mirada fija en la puerta, como si esperara que su compañero volviera para explicar mejor lo que acababa de ocurrir. Ni siquiera sentía que debiera ir tras de Camus, porque no estaba seguro de que aquello hubiera sido real.

Cuando le quedó claro que nadie volvería, se enroscó en la cama y cerró los ojos, debatiéndose entre desear que todo hubiera sido un sueño o no. El recuerdo del beso hacía que su corazón latiera más rápido, mientras que el de las palabras de Camus le producía escalofríos. Llevó sus dedos a sus labios y los acarició, como si intentara evocar una sensación que no quería que se disolviera.

Alguien había llegado a su habitación, algún sirviente al que le habían informado que algo estaba mal con Milo, seguramente enviado por Camus. Milo apenas lo notó, encerrado en una burbuja de calor que cada vez se volvía más asfixiante. Pero todo aquello no importaba. Las mismas palabras se repetían en su mente, una y otra vez.

¿De verdad te irás? Camus...

¿De verdad te irás? Camus

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El santuario, más de 240 años atrás.


Mientras subía las escaleras en dirección a las doce casas, Dégel de Acuario se detuvo de repente, dándose la vuelta como si acabara de escuchar algo. Se quedó observando el paisaje despejado, un poco confundido al no encontrar a nadie detrás de él. El sol brillaba aquel día sobre el santuario, y una brisa tibia traía desde algún lugar no muy lejano el aroma fresco de la vegetación. Dégel sonrió para sí.

─¡Dégel! ¿Qué esperas? ¡Vamos! ─gritó Kardia de Escorpio interrumpiendo la tranquilidad del ambiente. Estaba mucho más adelante que él, escaleras arriba.

─¿Por qué estás tan apurado, de todas maneras? ─preguntó Dégel. Kardia pareció pensarlo y no ser capaz de encontrar ninguna respuesta adecuada. Esperó por Dégel, jugueteando nerviosamente con la cola de su casco.

En realidad, no tenía razón alguna para estar ansioso. O sí. Acababan de volver de una misión y Kardia no podía evitar sentirse insatisfecho. Había esperado encontrarse con algo emocionante, pero al final había sido demasiado fácil, como de costumbre: no había representado ningún desafío para él. Dejó escapar un resoplo de frustración.

Dégel se acercaba, al fin. Kardia se dispuso a seguir adelante, pero al darse la vuelta para continuar su camino hacia arriba, sintió que algo no estaba en su lugar. Fue como si una pieza se hubiera desencajado de repente. Ante su propio asombro, sintió como su cuerpo le fallaba y caía sin que él tuviera ningún control sobre él. Terminó de rodillas, sin entender lo que había pasado.

La noche parecía haber caído de repente sobre el santuario. Levantó la vista y se encontró ante el templo de Aries. Estaba en ruinas, al igual que todo a su alrededor. Un cosmos terrible inundaba el aire, haciendo que le fuera más difícil respirar. ¿Cómo había pasado aquello? ¿Qué terrible fuerza había caído sobre el santuario durante el tiempo que había estado ausente? Aquel no era el lugar que conocía. Había alguien a las puertas de ese primer templo.

Fiebre: la llave del tiempo (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora