Capítulo 34: Marido y Mujer.

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Los movimientos de su marido en la cama la obligan a despertar de un profundo sueño del que no quería despertar, no quería enfrentar a ese hombre sentado en una esquina de la cama acomodando su cabello para evitar el dolor de cabeza después de tremenda borrachera que se mandó el día anterior.

—Buenos días— dijo con una voz fría y paralizante, se levantó de la cama pensando en cómo le diría a su esposo que autorizó a su hija menor para ir a la boda del hombre que tanto rencor despertaba en el.

—buenos días— caminó hasta su tocador para examinar su rostro somnoliento desde ahí también podía hechar un vistazo el deteriorado aspecto de Peter Walton. —te estás excediendo Peter, no puedes beber dos días seguidos, no con tu delicado estado de...

—¡estoy bien mujer!— grito acariciando su entrecejo con molestia y desagradó.

—no lo parece...parece que estás harto.

—lo...lo estoy— sus oscuros ojos se encontraron con la mirada cristalizada de la mujer

—hay algo que tengo que decirte— sostuvo su pecho para darse contención así misma, Walton ladeo la cabeza con duda he indiferencia.

—adelante.

—Peter yo sé que estás muy dolido con todo lo que está pasando con nuestra hija...— sabia que no debía esperar una buena reacción y en cuanto el rodo los ojos y esperaba con amargura la continuación de las palabras se dio cuenta que no podía ser del todo directa y eso convertirá todo en una discusión, por suerte era temprano y todos en la casa aún dormían. — se que Maddison a cometido muchos errores, pero era un niña, y ahora debemos respetar...

—ve al grano— susurró, pero no podía

—Hoy es la boda de Anne...— el hombre se levantó con furia, tomó un cigarrillo y lo encendió mientras comenzaba a rondar por el cuarto con desesperación. —Maddie ha venido aquí hace unos días...

—¡Clarice!

—me ha pedido que deje a Chris acompañarla hoy.

—ni en sueños

—¡No te estoy preguntando! Si ubiera requerido tu opinión la ubiera pedido pero no lo hice, así que escucha— dijo con firmeza frunciendo el ceño con enojo.

—escuchó— respondió con ironía dándole una calada al cigarrillo

—Christal irá...

—¡No!

—¡Christal irá y le dará el apoyo que Maddison necesita el apoyo que tú y yo le hemos negado!— Peter camino hasta ella con una furia que emanaba hasta de sus poros, desechó el cigarro para reprenderla con su dedo índice y así poder intimidarla.

—¿Cómo puidste? ¡Yo no lo permitiré! Christal no saldrá de esta casa— aseguró volteándose hacia la puerta para ir hasta el cuarto de su hija, pero su esposa la detuvo molestándolo aún más.

—contrólate, irá porque yo lo decidí ya es demasiado tarde para que digas o hagas algo— aseguró esta vez abriéndose paso hasta las afuera de la habitación donde Peter la siguió y la tomó del cuello para presionarla contra la pared.

—que sea la última vez que me contradices y tomas decisiones de este modo, Maddison no tiene porqué volver a poner un pie dentro de esta casa mucho menos para rogar consuelo, su decisión fue marcharse, dejarnos sin importar que, eso debería bastarte para olvidarte de ella ¿me has oído?.

—sigue siendo tu hija, nuestra hija— susurro con dolor y temor

—claro, lamentablemente eso no lo puedo cambiar— su tono violento pareció esfumarse ahora hablaba con completa ironía pero no se atrevía a soltar a su mujer, la miraba con repulsivo odio y sus súplicas no ayudaban en nada.

Dulce tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora