Capítulo 30: Dulces sueños.

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Leonard se quedó en la cuidad para asegurarse de que Ethan cumpliera con su palabra de ocuparse de sus asuntos pendientes, aceptó de mala gana la propuesta de Walton sobre quedarse en su casa por el tiempo que fuera necesario, el hombre se sentía incómodo en especial porqué la casa traía una mala vibra de discusiónes y problemas familiares, como Freeman estaba vigilando muy de cerca a Blackstone, este no pudo acercarse a Christal como quería, han cruzado una que otra palabra en los pasillos pero nada más, a excepción de unos cuantos mensajes de textos que comparten en el día, lo mismo con Alex no la ve tan seguido como quisiera pero como ya ha ido dos veces a la empresa de los Albertson es su momento para volver a ser coqueto con ella.

Pero el fin de semana, cuanto todo parecía marchar de manera tranquila y sin problemas, Blackstone irrumpió en la habitación de la menor de los Walton sin avisar, la chica lo miro con completa confusión, se levantó de un salto de su cama y trato de no dejar a la luz su cuaderno de dibujos que era en lo que estaba ocupada antes de que el chico interrumpiera.

—No puedes estar aquí— camino hasta el, e intentó hacerlo retroceder hasta la puerta pero fue inútil.

—¿jamás te cansarás de decirme lo mismo cada vez que venga a visitarte?— alzó una ceja y se lanzó a la cama

—lo dire hasta que comprendas que no debes estar aquí— insistió caminando en sus misma dirección, el chico posos sus ojos verdes en ella, y un enorme silencio rondo. —¿qué haces aquí?— pregunto ante la ausencia de palabras.

—¿recuerdas a verme dicho que jamás has ido a un concierto?— la chica frunció el ceño y asintió. —hay un bar en la cuidad...no es precesidamente un concierto, pero...una banda local tocará.

—ni lo sueñes— se levantó de golpe y se alejó

—Christal, te divertirás...nos divertiremos— indicó caminando hasta ella

—Jamas he salido de casa a estas horas, es casi media noche...mis padres.

—duermen, todo el mundo duerme— se volteo nuevamente hasta la cama y la desarmo, poniendo de bajo de las sábanas unas almohadas que simulaban el cuerpo dormido de Walton.

—¿qué haces?, eso solo funciona en las películas— rio pero lo disimulo posando su mano sobre la boca.

—también funciona en la vida real, créeme.

—no lo se— aún no estaba convencida

—vamos, cámbiate la ropa de dormir— abrió el armario y analizo la ropa que había ahí

—¿qué debo ponerme?— pregunto inocentemente, el chico volteo a verla y sonrió

—con cualquier cosa te ves hermosa— confesó provocando un color rojizo sobre las mejillas de la chica, que estiró su mano para tomar un elegante pero simple vestido negro y volteo hacia su baño, Ethan la tomó del brazo con delicadeza.

—¿Dónde vas?

—no me es agradable desnudarme ante un hombre con el cual no tengo ningún tipo de...relación— indicó, el rio

—no tienes nada que no allá vistió en otra chica— ¿era un alago?, ¿se debía sentir mejor acaso?.

—no te perderás de nada entonces— camino hasta el baño, lo que le dio la oportunidad a él, de pasear libremente por cada rincón del cuarto, hasta que llegó a lo que ella quería ocultar, su libreta de dibujo, tomó el cuaderno de tapa gruesa entre sus manos, y comenzó a ojearlo, hermosos dibujos comenzaba a deleitar, paisajes, rostros, y un cuerpo semidesnudo que se le hizo conocido, la puerta del baño se abrió dejando ver a Walton con el delicado vestido en su delgado cuerpo, con una chaqueta de color negro y medias largas de color blanco.

Dulce tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora