Te amo monstruo: la esposa con los ojos vendados y el esposo enmascarado

81: De la única cosa que estaba seguro

En Grey Mansion.

Davi acababa de salir de su habitación cuando vio a Sei sentado en el sofá con su máscara negra de nuevo.

"Realmente eres la mejor señorita joven. Acabas de hacer que el joven maestro que odia usar ese tipo de máscara se disfrace".

"¿Eh? ¿Lo odiaba?"

"Sí, realmente lo odiaba, pero como no podía acercarse a ti con esa máscara negra suya en público, decidió usarla".

Al escucharlo, Davi sintió que acababa de escuchar una noticia desgarradora. "Así que por eso se lo quitó rápidamente, eh", dijo mientras comenzaba a caminar hacia él.

Y en el momento en que se acercó a él, Davi notó que la piel de la parte inferior de su rostro estaba ligeramente roja. Por lo que parece, su piel podría haber sido sensible porque la máscara le causó irritación.

El rostro de Davi se volvió realmente preocupado de que el hombre le preguntara de inmediato qué le pasaba.

"¿Te pusiste ungüentos antiirritantes en la cara?" preguntó y, como se esperaba, el hombre negó con la cabeza. Luego, Davi se paró frente a él y ella tomó su mano.

"Ven, te ayudaré a hacer un tratamiento facial ligero", dijo mientras comenzaba a tirar de él cuando Sei la rechazó.

"No es necesario, está bien", dijo y Davi inmediatamente hizo un puchero, mostrándole su repentino disgusto por su negativa. Su rostro también se volvió hosco como si fuera una niña tan molesta por algo. En ese momento, Sei estaba bastante sorprendido. No esperaba que ella fuera tan infeliz solo porque él se negaba.

Davi no volvió a hablar pero ella no soltó su mano y se quedó mirándolo con su misma expresión hosca. Debido a eso, Sei '

"Vámonos", dijo finalmente y el rostro de la chica instantáneamente se volvió radiante mientras le sonreía como si su deseo finalmente hubiera sido concedido.

Ella lo arrastró hacia las escaleras hasta que ambos entraron en su habitación.

Tan pronto como se fueron, Davi empujó ligeramente al hombre enmascarado para que se sentara en la cama. Inmediatamente fue y se llevó algunas botellas. Luego arrastró un taburete y lo puso frente a él antes de sentarse en él.

Sin embargo, tan pronto como se sentó y lo miró, parpadeó tres veces, pues se dio cuenta de que tenía que quitarle la máscara para aplicar el tratamiento.

Al ver el cambio repentino en su expresión, Sei extendió la mano y le pidió que le diera las botellas.

"Está bien, solo dime cómo hacerlo y lo haré yo mismo", dijo, pero para su sorpresa, la chica parecía disgustada de nuevo. En ese momento, el cerebro de Sei pareció como si estuviera comenzando a paralizarse.

Sabía que lo que le estaba pasando no era más que extraño. Ni siquiera entendió por qué solo está siguiendo lo que su esposa quería, obedientemente. Sabía que estaba haciendo algo que nunca había hecho antes. De lo único que estaba seguro era de que no quería disgustarla.