CAPÍTULO 18
Quédate con quien quiera desafiar el tiempo por tiAdèle
Mercedes no necesita utilizar gafas, no le hace falta, su vista es perfecta; aun así, se empeña en llevar unas sin graduación, de montura dorada —muy similares a las de mi psicóloga—, cuando el outfit así lo requiere. Incluso a veces lo hace por puro postureo, porque no puede resistirse a formar parte de las últimas modas. A ver con qué nos sorprenderá el mes que viene. ¿Un flequillo, quizá?
La veo ajustarse las gafas falsas con el dedo corazón, como si lo hiciera cada día. Sonrío. Por el rabillo del ojo me doy cuenta de que a Odile se le escapa un bostezo que trata de contener mientras Mer carraspea, junta las manos encima de la mesa y clava sus ojos verdes, aunque tiren más a castaños que otra cosa, en los míos.
—Te aviso de que todavía no he aceptado nada. Quería hablarlo antes contigo porque se trata de una propuesta en la que los tiempos irán muy, muy justos —advierte. Yo asiento, esperando a que continúe—. El caso es que Grupo Otálora se ha puesto en contacto conmigo y quieren que seas la imagen en su campaña promocional para San Valentín.
Odile se atraganta, aunque no tarda en soltar una de esas risitas que no sabes cómo interpretar, porque le habrán llegado como veinte pensamientos diferentes.
—¿Pasa algo? —pregunta Mer con la ceja levantada.
—No, no, para nada. Perdón. Es que me he acordado de una conversación y... —Se queda callada—. Perdón —repite, sin abandonar la sonrisa—. No quería interrumpir.
Mi representante decide restarle importancia y tragarse el hecho de que no suele tolerar que alguien la interrumpa mientras habla. Se toma muy en serio las reuniones.
—Es verdad que tienes la agenda llena —continúa Mercedes—, pero se trata de esas colaboraciones que vendría bien analizar porque el beneficio, tanto económico como en términos de alcance, es elevado. Estamos hablando de un anuncio de un minuto que se transmitiría en televisión a nivel global, además de la publicación en las respectivas redes sociales y páginas web. Grupo Otálora es tan grande que no te haces una idea del poder y de la presencia que tienen. Ya te lo dije en su momento. Seguramente habrán visto los resultados de cuando tocaste en el aniversario y quieren volver a contar contigo, pero ahora en un proyecto más ambicioso.
—¿Ambicioso en qué sentido? —pregunto. Odile me lanza una mirada.
—El anuncio consiste en contar una historia romántica, como es evidente. Tendrá un poco más de trabajo por el tema de la actuación, pero créeme cuando te digo que se te da genial moverte delante de las cámaras. No tendrías que hablar porque habrá voz en off, aunque no estoy segura de si van a utilizar tu voz o la de una locutora. Lo consultaré —dice mientras lo anota en un papel—. Quieren que toques el piano, eso está clarísimo. Será una pieza clásica, nada que tú no puedas hacer. Y creo que no me dejo nada. Si aceptas, entraremos en detalles, pero me han asegurado que te quieren a ti.
Qué presión.
—¿Y en el caso de no aceptar? Se supone que tengo la agenda llena, ¿no?
El despacho se sumerge en un silencio breve. Mi representante se reclina en el sillón, apoya los codos en los reposabrazos y junta las yemas de los dedos.
—A ver. Me dio la sensación de que ni siquiera se planteaban esa posibilidad. Han puesto mucho dinero sobre la mesa, Adèle, y sería un movimiento poco inteligente que lo rechazáramos. Incluso me han dicho que nos sintiéramos en la confianza de traspasarles cuántas condiciones quisiéramos, que seguro que llegaríamos a un acuerdo que sin duda beneficiaría a ambas partes. Entienden que, además de una pianista reconocida, generas mucho tráfico web y no quieren desaprovechar eso. Si aceptas, tendríamos que concretar cuándo sería la primera reunión presencial; por supuesto, se encargarían del transporte, la comida y el hospedaje.
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Eufonía (Serie Cenizas, 1) | Nueva edición 2024
RomanceSerie Cenizas - Libro 1 Primera parte de la historia de Adèle Leblanc e Iván Otálora BORRADOR "-¿Sabes lo que significa «eufonía»? -Es un sonido agradable al oído, pero... -Se queda un segundo callada sin dejar de mirarme, como si quisiera verme a t...