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[Capítulo Dos: Petición Racional.]

[Unos años más tarde...]

Múltiples cuerpos sin vida yacían esparcidos por el suelo, la putrefacción había invadido cada rincón de aquellos restos mortales, dejando al descubierto la piel muerta y destrozada que anteriormente fue víctima de horribles heridas. Una mueca torcida se dibujó en el rostro del humano, observando atentamente como el agua contaminada de las repugnantes alcantarillas era la encargada de ocultar temporalmente los cadáveres de unos peculiares hombres que desde hace unas pocas semanas lo venían vigilando. La incómoda sensación de ser acechado era sencilla de identificar, incluso su pequeño irken pudo alertarlo varias veces en distintas ocasiones, todo apuntaba a que lo estaban siguiendo descaradamente, arruinando su sanguinaria labor en obtener lo necesario de la humanidad.

¿Qué era eso tan "vital" y "necesario"?. Básicamente un suplemento que mantenía con vida a cualquier terrícola, un líquido rojizo que brotaba luego de una insignificante o minúscula herida: "Sangre". Esta esencia era primordial en muchos aspectos, permitía el libre movimiento, la comunicación y eficacia del hechizo en el muñeco, pero eso no era todo, con cada muerte se aseguraba un "alma" que sería fundamental para traer de vuelta a la vida al cuerpo original del irken.

O al menos así lo constataba el contrato con el más allá...

- ¡Dib! -chilló elevando cada vez más su voz, ganándose la atención del humano cabezón- Deja de perder el tiempo, despreciable saco de.. ¡Agh!. -detuvo su reproche, sintiendo como presionaban su "cuello", impidiéndole respirar- A-AAh.. -

- Cállate, Zim. -ordenó irritado, apretando con fuerza el suave cuerpo del invasor- Intentas gritar de nuevo, y te arrojaré a esa inmunda agua helada de ahí abajo. -avisó firmemente, mirando al irken- ¿Oíste?.

El extraterrestre asintió silenciosamente, recuperando progresivamente el aire que le permitió nuevamente estabilizarse, aborrecía el hecho de ser una inofensiva presa que dependía de un maniático asesino, por alguna razón inexistente era un golpe a su orgullo. Luego de unos segundos, el dolor se fue desvaneciendo hasta que pudo tolerarlo, gruño una vez más para que el amante de lo paranormal lo mirara, y así sucedió, pero antes de que pudiera realizar alguna acción en su contra, el alienígena señaló disimuladamente en una dirección, en donde se ocultaba "algo" o "alguien" que lo estaba espiando.

- Buen trabajo, chico espacial. -felicitó amablemente al peluche, quitándolo con extremo cuidado de su hombro- Será mejor encargarme de ese estorbo antes que empiece a correr. -comentó divertido, dejando al muñeco en el piso.

- Estúpido Dib, como si no supiera que amas atemorizar y cazar a tu presa. -mencionó desinteresado, cruzándose de brazos- Hazlo rápido, si son como los otros tipos, tendrás problemas y vendrán más.

- Bien. -sonrió maliciosamente, observando a su alrededor- Serás un buen irken hasta que regrese. ¿Verdad?. -preguntó con falsa ternura- No me gustaría que "accidentalmente" fueras el juguete de esos sucios perros rabiosos.. Otra vez.

- Zim se quedará aquí... -respondió temeroso, recordando perfectamente uno de sus tantos intentos fallidos para escapar.

- Excelente. -acarició suavemente la cabeza del muñeco- Vuelvo en un momento, cariño~

 -acarició suavemente la cabeza del muñeco- Vuelvo en un momento, cariño~

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Persecución & Venganza [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora