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[Capítulo Tres: Conexiones.]

Regresar a lo que alguna vez considero como su "hogar", era en cierta forma nostálgico, el tiempo no perdona a nadie, pero ocasionalmente también se las arreglaba para prevalecer las memorias terrenales de aquel peculiar ambiente, en el cual un excéntrico castaño se había criado. Tras la repentina invitación que llegó a sus manos, tenía la obligación de asistir a la citación con la persona, que muy probablemente, era la más peligrosa e importante de toda la ciudad. El dilema que acomplejaba al detective no era el miedo en sí, era considerado un familiar cercano, y antiguo miembro de la organización que manejaba su nombrado allegado, sino las circunstancias por las que fue citado, estaba seguro que no era algo tan ameno o trivial como para pasar a saludar, después de todo, estábamos hablando de uno de los más grandes jefes de la mafia.

Dio unos suaves toquidos delante de la enorme puerta, para acto seguido, ser abierta por un guardaespaldas que le permitió entrar y avanzar a lo largo de la elegante sala, a simple vista se destacaba las plácidas comodidades con un panorama general de la zona más concurrida de la ciudad, prácticamente cualquier desconocido que recorriera esas calles, pensaría que el edificio sería una empresa exitosa o un pretensioso emprendimiento, pero verdaderamente era la sede central de una organización criminal: "La Orden de la Garra Oscura".

La constante mirada de los hombres presentes en el cuarto estaba clavada en su nuca, teniendo esa horrible sensación de que en cualquier momento lo golpearían, este hecho estaba incomodando permanentemente al de ojeras, hasta que de un segundo a otro, sintió como una extraña tensión envolvió lentamente el ambiente a su alrededor.

El detective volteo a ver la causa de este repentino cambio, notando como entraba al interior un elegante e imponente joven albino, trajeado y de unos oscurecidos ojos azules, quien se adentraba con un aura espeluznante, dirigiendo de vez en cuando unas advertencias a sus subordinados sobre las acciones que debían realizar a continuación. Últimamente no estaba de buen humor, por lo que solo era necesaria una chispa para encender sus malas intenciones.

- Retírense. -ordenó firmemente, tomando asiento detrás de su escritorio- No quiero interrupciones, tampoco oír ruidos. -advirtió con autoridad, acompañada de una mirada sombría- Entienden la reprimenda que se les dará si me desobedecen... -sonrió siniestramente, estremeciendo a los presentes- ¿Verdad?.

Ante esa advertencia no letal, los subordinados asintieron repetidamente, para luego retirarse a toda velocidad del lugar, comprendían perfectamente las facetas de su jefe, incluso cuando no quería ser molestado, y esta vez tampoco sería la excepción.

- Inútiles. -susurró para sí mismo, intentando serenarse.

- ¿Un día difícil? -cuestiono el de ojeras, demostrando empatía.

- Ni lo menciones, ahijado. -respondió esta vez más relajado, recargándose un poco- Últimamente las negociaciones con las familias rivales son demasiado tensas, y para rematar los reclutas no regresan vivos de las dirigencias. -explicó frustrado.

- No los presiones demasiado. -sonrió forzosamente, recordando viejas experiencias.

- ¿No te gustaría volver a trabajar para mi? -propuso amistosamente, haciendo ademán con su mano- Te ascenderé rápido si vas por mi pan y café a diario.

- Me niego. -negó con rapidez, no quería revivir el pasado- Tengo mi propio negocio que cuidar, además estoy seguro de que me citaste por otra razón en particular. -señaló nervioso, buscando cambiar el tema.

Persecución & Venganza [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora