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[Epílogo: Dulce Dolor. (Parte Uno)]

[Cinco años más tarde.]

La extensa jornada educativa se extendió más de lo previsto debido a los múltiples proyectos que necesitaba entregar en los próximos días, la vida universitaria era desagradable y estresante con tantas repentinas responsabilidades, los plazos para conseguir graduarse junto al ajetreado recorrido de evitar un brote psicótico en el proceso. Al menos esa era la lúgubre visión de un joven de veinte años, cabello azabache, lentes y ojos color ámbar llamado: Dib que asistía a la universidad para convertirse en un investigador, y escritor sobre temas paranormales. Caminó rápidamente por el extenso campus con la intención de evitar la molesta lluvia que se avecinaba, sin embargo, una vez que salió del terreno estudiantil la tormenta se desató, provocando que el muchacho tomará un taxi hasta su departamento.

No le gustaba la idea de gastar el poco dinero que tenía, pero tampoco quería enfermarse, por lo que tomó asiento en el auto y le dió las indicaciones al extraño conductor que empezó a manejar mientras se quejaba en voz alta, causando malestar al de lentes que intentaba fuertemente ignorarlo.

- ¡Jamás entenderé porque los mortales utilizan el dinero para todo!. ¡Mortos no está hecho para trabajar!. -gruñó en voz alta, acelerando el automóvil- ¿Y sabes por qué lo hago, humano?. ¡Porque ese pseudo pandillero no quiso seguir costeando mis gatos!. -se quejó entre extensas habladurías, maldiciendo la vida misma.

- No entiendo nada de lo que estás hablando. -respondió incomodó sin apartar su vista de la ventana, rogando internamente llegar cuanto antes a casa.

- ¡Y esa mujer destruyó todos mis fantásticos pantalones!. Todo porque no supera la muerte de ese mequetrefe. -mencionó ofendido, ignorando completamente a su pasajero- ¡Tenía hambre, me alimento de energía y almas humanas!. ¡¿Sabes lo terrible que es no comer durante trescientos mil años?!. -detuvo el auto, estacionándose al frente de un complejo de apartamentos.

- S-Si, bueno... -tartamudeó con nerviosismo, extrañamente sentía escalofríos- ¿Cuánto es?. -preguntó dirigiéndose al conductor, pero se quedó paralizado al sentir como esos diabólicos ojos lo analizaban- D-Disculpe.. -

- Tsk, tú no tienes alma, eres un cascarón vacío. -chasqueó la lengua, totalmente frustrado y regresó su mirada hacía adelante- Vete, no me sirves, cabezón.

- Pero.. -

- ¡LARGO!.

- ¡Para que lo sepas, mi cabeza no es tan grande!. -accedió a bajarse del vehículo, y azoto la puerta- Tampoco soy un cascarón vacío, maldito loco. -suspiró- Como sea, al menos el viaje fue gratis.

Queriendo olvidar ese anormal trayecto en taxi, el muchacho prosiguió su camino hasta su hogar, la vida que tenía era bastante solitaria pero tranquila, pudo conseguir un pequeño apartamento amueblado a un precio económico por lo que subsistir era posible gracias a su empleo de medio tiempo. Dib no tenía familia o amigos, de hecho sus recuerdos estaban borrosos a lo que los médicos atribuyeron que podría deberse a una amnesia retrógrada o un complejo trastorno de memoria. A pesar de eso, supo cómo seguir adelante, consiguió aficiones que le dieron pie a una posible profesión, así que su vida podría considerarse tranquila, quizás demasiado.

Una vez dentro de la seguridad de su departamento, cerró la puerta principal con doble llave y fue directo a tumbarse en la comodidad de su sofá.

- Hogar, dulce hogar. -dio un largo bostezo, abrazando un esponjoso cojín- Debo finalizar la presentación para mañana, pero... -observó la hora en su reloj de pared que marcaba las nueve de la noche- ...Dormiré un momento, solo será media hora.

Persecución & Venganza [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora