Los Canavarlar [Klanlar #1] ✔

• Capítulo 6 •

Capítulo seis: Las advertencias.

"El animal más peligroso para el ser humano son las mariposas en el estomago"

P.V.

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Mis nervios aumentan y Ludovica me ve con una sonrisa burlona.

— Cálmate, te vas a morir de un ataque de nervios. — camina hacia mi y me soba el brazo. — se qué mis hermanos tienen la fama de burlones, odiosos y antipáticos. Pero, en la casa son unos cachorritos, estamos controlados. — se ríe y no puedo evitar calmarme y reírme un poco con ella.

Me preocupa tener una cena con ellos y me dan unos nervios del demonio qué no puedo controlar. Nadie tiene el placer de cenar con los grandes Valters o mejor dicho, Los Canavarlar.

A lo qué se me viene la gran pregunta. Vega y Adolfina me llenaron de curiosidad contándome un montón de rumores de la familia Canavarlar antes de venir para acá.

— Ludo, ¿puedo hacerte una pregunta? — la miro y ella me sonríe con comodidad.

— Ya la hiciste. — me dice riendo ligeramente.

— A parte de esta. — ruedo los ojos sonriendo.

— Pregúntame. — me sonríe mostrando sus blancos dientes.

— ¿Porqué soy la primera en venir a la gran mansión de los Valters? — suelto la bomba.

Ella pone un semblante serio y ya pienso qué la cague al preguntar eso. Después de unos segundos en silencio, vuelve a sonreír como si no hubiese pasado nada.

— Somos una familia cerrada, no recibimos visitas a menos qué sea de la familia. — me explica.

— Yo no soy de la familia. — le digo con obviedad.

— Vayamos a comer, estoy muerta de hambre. — me cambia drásticamente el tema. Yo ruedo los ojos con molestia y la sigo bajando las escaleras.

No se si es algo privado o es algo malo el porque de las No Visitas, pero no me hundiré más en él tema para no ser tan metida.

La mesa es rectangular y ya hay varios sujetos sentados. Están los hermanos Valter y la Nana, que vendría siendo como la ama de casa, pero ellos le llaman nana.

Me siente tímidamente al lado de Eder y Prella. El primero me da una mirada de reojo y la segunda me sonríe.

— Pero miren a quien tenemos aquí, nada más y nada menos a la chica de la alcantarilla. — dice un ridículo Heros en una de las esquinas de la mesa. Varios sueltan risitas y siento qué mis mejillas arden de la rabia y la vergüenza combinadas.