• Capitulo 18 •

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Mis ojos se abren acostumbrandose a la blanquecina habitación, de paredes color crema, techo blanco con lunares rosados y varios papeles con dibujos colgados en ellas.

¿Donde estoy?

Los recuerdos de la noche anterior me llegan a la mente, los ojos se me humedecen de solo pensarlo.

No puedo creer lo qué paso. El señor Valter... Todo lo qué me dijo. Eder y Heros nunca aparecieron. Ludo y Prella no me ayudaron, aunque ellas me dijeron qué me fuera y no les hice caso a tiempo, joder. El señor conejo, salvándome y la muerte de Vanessa.

Lo qué no puedo evitar qué me duela es Eder y Heros, ¿Donde estaban? Ellos me dijeron qué estarían para mi y me protegerían, pero no lo hicieron, lo tuvo qué hacer un psicópata; por el cual estoy agradecida y estoy aliviada qué haya llegado a tiempo, ya qué si no llegaba alguien en ese momento, yo ya estaría muerta. Pero igual me duele qué ellos no llegaran, me mintieron, aunque eso ya me lo veía venir y estaba totalmente preparada, aun así en el impacto, me duele.

Todavía siento un leve dolor de cabeza y náuseas, me duele todo mi cuerpo y creo qué estoy hinchada. No se cuanto tiempo he dormido o cuanto tiempo he pasado aqui para ser precisos. Ya me quiere ir, quiero desaparecer de este pueblo, quiero irme a mi casa, junto con mi madre...

Madre...

Algo me dijo el maldito de Valter ayer sobre ella, lo cual no recuerdo en estos momentos. Lo único qué se me viene a la mente es algo sobre abortos y dos niños... No lo se, por más qué trato de acordarme, me es imposible de hacerlo y aun peor con este dolor de cabeza qué cargo encima. Sin poder evitarlo sollozos salen de mi y una mano me toca la espalda, volteo con rudeza soltando gemidos de dolor ya qué mi cuerpo está todo adolorido, es el doctor o eso creo.

Es algo bajo y gordo, con canas blancas y grisáceas y un bigote marrón con destellos blancos, tiene pecas, las cuales pasan casi desapercibidas y ojos marrones oscuros. Su vestuario es una simple bata de doctor, con una pequeña placa qué dice "Dr. Massir" y una camisa y pantalón de vestir blancos. Tiene un estetoscopio colgando en su cuello, cayendo por sus hombros.

— ¡Buen día! Al fin despertó la bella durmiente. — dice sonriente el doctor Massir. Me incorporó, limpio mis mejillas mojadas y me arrecuesto en el encabezado de la camilla. — Te inyectamos un suero qué te dejo en un estado de relajación óptimo, por lo tanto no te acordarás de muchas cosas. Pero, tranquila, eso pasara en unas dos horas y podrás recordar todo. — Mi cara no hace ninguna mueca o alguna facción, simplemente pareciera qué estuviera mi cuerpo dormido, pero mi alma y sentimientos no, y es muy raro.

El doctor se sienta en una pequeña silla giratoria con espaldar, qué está a un lado de la camilla. Abre un cajón y saca una cinta y un tensiometro. Voltea hacia mi, me regala una sonrisa y me indica qué le estire mi brazo, lo hago y me pasa la liga elástica alrededor de mi brazo para proseguir a usar el tensiometro.

— Parece qué todo está correcto. Su pulso y tensión están bien.— me informa.

Trato de hablar, pero mi voz está totalmente seca. Carraspeo y mi garganta y paladar pican, reclamó mis labios y hago mi mejor intento en hablar.

— ¿Qué informes tengo? — formulo la pregunta en un hilito de voz.

El doctor me sonríe con bastante efusividad y agarra un sobre amarillo y me lo extiende, lo agarro y lo abro ojiando.

Los Canavarlar [Klanlar #1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora