¡Déjame tranquilo! ||Harry Potter Y Tu

CAPÍTULO DOCE

_____ se miró al espejo frunciendo el ceño.

Se veía pálida y ojerosa, a pesar de que había dormido unas doce horas.

Habían hecho una excepción con ella y Harry, así que les habían dejado la comida en el cuarto. Pero por más que comía, seguía con hambre. Era horrible.

—Uff, siento que no he comido en días.

Finalmente se animó a bajar las escaleras, pero al llegar a la sala común...

—¿Harry? ¿Qué haces al pie de la escalera?

Él levantó la cabeza y le dirigió una mirada tímida.

—Solo quería saber... Si es que te apetece quedarte conmigo un rato... Ya sabes, porque nos dieron el día libre y eso.

Ella arrugó los ojos.

—¿Okay?

Le extendió la mano para ayudarlo a levantarse. Juntos se dirigieron a los sillones.

Pero ella no se sentía cómoda. Tenía la sensación de que sólo estaba siendo así con ella por que se sentía culpable.

Aun así, le dedicó una sonrisa.

El ojiverde no sabía que decir. Ni siquiera se atrevía a mirarla.

Luego de dos minutos de silencio, ella se levantó y dio un paso atrás.

—Mira, Harry... Aprecio mucho que intentes ser amable conmigo, pero no es necesario que hablemos si no te gusta.

El abrió los ojos y negó con la cabeza, escandalizado.

—¡No es eso! ¡No...!

Ella lo interrumpió.

—Claro que sí, Harry. Sólo que eres demasiado genial para admitirlo.

Estaba girandose para irse, cuando sintió una mano aferrada a su túnica.

Aquellos ojos verdes la miraban inquietos. Él estaba paralizado, sin saber que decir, temiendo que ella malinterpretara todo.

Pero no fue capaz de decir nada.

Ella sonrió por última vez y volvió a su habitación.