Primera parte:
-Pues eso sería todo nenas-Hablo el superintendente Conway –Cuídense en esa nueva cuidad, no se metan en líos y ya no hagan tanto el capullo- Soltó serio, aunque por dentro de verdad se encontraba triste, tenía que despedir de la cuidad a los que llego a considerar sus hijos.
-Aquí llevan nuevas identificaciones, efectivo y una carta dirigida al CNP de El Pueblo para que los reciba en el cuerpo si así lo deciden-También hablo Michelle, mientras le entregaba a Gustabo ahora llamado James un folder.
En esa fría noche, a las afueras de Los Santos, había una reunión del CNI, la última para Gustabo y Horacio, un mes atrás la mafia por fin había sido desarmada, los culpables se encontraban en prisión o bajo tierra, depende a como lo había decidido el superintendente y las calles se sentían ya mucho más seguras.
Se había tomado la decisión de que los agentes se irían de la cuidad, ya no corrían peligro o eso querían creer, pero después de una larga reunión, donde ni Conway pudo hacerlos cambiar de parecer, se encontraban ahí, despidiéndose.
A Gustabo le daba igual, la cuidad le gustaba y ya gozaba de cierto poder al ser un inspector jefe, le encantaba mandar a los alumnos por café, a hacer el papeleo o incluso a atender las "denuncias de mierda" como el las llamaba, además, en la cuidad ya era conocido y respetado, la idea de partir fue más que nada un deseo de Horacio, algo que su hermano no le pudo negar.
Horacio deseaba con todo su corazón salir de ahí, amaba la cuidad, ser el héroe, tener el reconocimiento público, amaba al super como a su propio padre, y se lo había dicho en repetidas ocasiones, pero había un problema con todo ese amor.
Amaba a alguien que no lo veía de la misma manera, lo adoraba como se quiere solo una vez en esta vida, cuando quieres tanto a alguien que duele, que darías tu vida por esa persona si fuera necesario, que con una sola mirada te desarma y con una palabra amable te construye de nuevo.
Esa persona estaba en ese momento frente a él, con esa mirada fría que lo caracterizaba, inexpresivo, vestía con su ropa de trabajo, la camisa gris, era la favorita de Horacio.
-Bueno chicos, es momento de irse, el camino es largo y entre más pronto estén fuera de todo esto mejor-Les dijo Michelle mientras tiraba un cigarrillo al pasto y encendía uno nuevo.
-El CNI en colaboración con el CNP les agradece todo lo que hicieron estos meses y deseo de verdad no volver a verlos nunca más- Soltó de repente con una sonrisa mientras les daba la mano a ambos chicos.
El de la cresta se encontraba callado, más que de costumbre, vestía de negro con una sudadera de capucha, su mirada estaba apagada y solo la levanto para darle la mano a la señorita, le dedico una leve sonrisa y volvió a bajarla, estaba intentando de todas las formas posibles no romper en llanto.
-Bueno mis super nenas, no me queda más que decirles que saquen sus horribles caras de mi cuidad y que...-
-A ver abuelo, si no nos va a decir nada bonito mejor no diga nada-Lo interrumpió Gustabo con su típico tono de broma.
-Déjame terminar ¡Coño! –Exclamó Conway molesto -Lo que quería decirles es... buen trabajo chicos, de verdad me siento orgulloso de ustedes y de todo lo que consiguieron-
Horacio no resistió más y se lanzó a los brazos de Conway, bajo la mirada de Gustabo, Michelle y de Volkov, este último no dejaba de mover su cabeza, una señal típica de nerviosismo que solo su hermana sabia detectar.
-Te quiero papá- Susurro el chico de cresta en el pecho del hombre de traje negro, nadie lo escucho a excepción de él.
-Yo también te quiero héroe- Respondió solo para sus oídos a la vez que lo apretaba en un abrazo fuerte.
