Se besaron hasta que se cansaron, hasta que sus labios ya no podían más, se separaron un poco y Viktor sintió la ausencia inmediata de Horacio.
Quien se alejó unos pasos, mientras negaba con la cabeza, Viktor tomó asiento de nuevo y lo observó fijamente.
-No, esto no está bien, yo estoy con alguien, él es bueno conmigo, me quiere, y sobre todo nunca me haría sentir miserable... - Horacio temblaba, aún sentía los labios del ruso sobre los suyos.
-¿Y tú lo quieres? - Preguntó el comisario, sin acercarse a él, quería darle su espacio.
-¡Claro que si! - Gritó Horacio, su mente y su corazón llevaban un batalla interna.
-Tengo que irme, esto estuvo mal Volkov, déjame ser feliz por una vez, por favor... - El agente del fbi salió rápidamente del lugar, dejando al comisario inmerso en sus pensamientos.
No podía dejarlo, después de sentirlo vibrar bajo sus brazos sabía que los sentimientos seguían ahí, aún sentía algo por él, pero tenía que buscar otra manera de acercarse, no podía alejarlo de nuevo.
Horacio salió del edificio y subió a su pequeño vehículo, tomó asiento y antes de poder encenderlo, su teléfono vibró con la notificación de un nuevo mensaje.
Lo tomó entre sus manos que aún temblaban, y cuando vio el destinatario casi lo arroja al suelo del vehículo.
"Lo siento por lo que te dije el día de hoy, entiendo porque no me contaste algunas cosas, tuvo que ser difícil para ti.
No quiero que estés con él, quiero que estemos juntos, vamos a hacer que funcione, llámame cuando puedas. "
Kevin era maravilloso, Horacio apagó el móvil y tomó una decisión.
Lo mejor para su vida era Ford, en todos los sentidos, su amor por el ruso nunca fue bueno, sin embargo, no respondió el mensaje, suspiró y arrancó su vehículo, rumbo a su departamento.
Evitó todo el contacto con la LSPD los siguientes días, si había algún llamado, lo atendían Gustabo o Conway, él no se quería acercar más a ese lugar.
-Hoy tienes que ir a ver a Volkov, tenemos una nueva pista sobre los ladrones de coral, y Gustabin y yo estamos con la misión de infiltración... - Horacio casi escupe su cafe matutino.
Eran apenas las 8 am, era demasiado temprano para tener esas noticias, pensó en colgar la llamada, en fingir que había interferencia, cuando la voz de Conway resonó de nuevo por la pequeña bocina del móvil.
-Se que no quieres verlo, no sé qué cojones ocurre entre ustedes, pero el trabajo es el trabajo, y lo sabes Horacio, eres el mejor agente de todos... - Las palabras sinceras del hombre qué era como su padre lo hicieron sentir mejor.
-Cuando regreses... ¿Podríamos hablar? Necesito un consejo, y no tengo a nadie a quien pedírselo... - Susurró el de cresta, a un volumen muy bajito.
-Claro que si hijo, ahora ve, qué hay trabajo que hacer, cuídate y nos vemos luego. - El ex superintendente terminó la llamada, Horacio dejó el teléfono sobre la encimera, antes de deslizar sus brazos sobre ella, hasta apoyar la frente ahí mismo.
Otra vez tendría que ver la estupida cara de Volkov, aquella que mucho tiempo amó, aquella con la que aún soñaba en ocasiones.
Su teléfono alertó de una nueva llamada, al ver quien era suspiró, antes de responder.
-Hola... - Contestó, su tono de voz no era el mismo de siempre, cosa que Ford notó al instante.
-Hola. ¿Cómo estas? Hace algunos días que no nos vemos... - El teniente era sincero, estaba preocupado, tenía varios días sin saber de él.
