-Bueno, tenemos todo listo, los invitados están confirmados, la organizadora me llamó hoy y me dijo que nos relajemos, que todo está perfecto, solo nos queda elegir el destino de la luna de miel... - Viktor le pasó varios folletos de viajes a Horacio, quien los tomó ilusionado.
Su boda tan esperada se llevaría a cabo el siguiente sábado, en justamente una semana.
Ambos se encontraban sentados en el comedor de la casa que compartían, su vida junto iba a comenzar, Horacio estaba frente a Viktor, tomó los folletos de sus manos y los comenzó a observar.
-Aún no lo puedo creer ¡En una semana nos casamos! Estoy tan emocionado, ya quiero hacerlo oficial, quiero llevar el apellido ese tuyo... - Horacio sonreía ampliamente, el ruso lo tomó de la mano y dejó un beso sobre ella, justo sobre su anillo de compromiso.
-Así es, ya falta poco... - Exclamó Viktor, le dejó la decisión de la luna de miel a su prometido, le hacía ilusión y no se lo podía negar.
-Mira, las Vegas, me encantaría volver a ir a las Vegas... Fui una vez con Gustabo, cuando cumplí 20 años, y fue muy divertido. - Horacio dejó los folletos sobre la mesa y observó a su prometido a los ojos.
-Nos embriagamos, apostamos muchísimo dinero, casi robamos un auto, y al final de la noche fuimos a una de esas pequeñas capillas. - El de cresta dejó salir una risa, recordando esos momentos con su mejor amigo.
-¿Como que a una capilla? - Preguntó curioso Volkov, sin soltarle la mano.
-Así es, una de esas pequeñas capillas, las que salen en la televisión, las de las bodas falsas, incluso tuvimos una, nos dieron anillos y todo. - Horacio seguía riendo, pero su prometido no lo hacía.
-Horacio ¿Sabes que esas bodas son reales verdad? -Cuestionó Viktor, mientras lo soltaba, se ponía de pie y caminaba al pequeño bar de la casa a prepararse un trago, bajo la mirada divertida del de cresta.
-¡Claro que no lo son! - Contestó, no tan seguro ahora de la veracidad del evento.
El ruso se tomó el vaso de vodka de un solo trago y se dio la vuelta.
-Si lo son Horacio... - Exclamó, acercándose de nuevo y tomando asiento frente a él, dejando el vaso en la mesa.
-No lo son, no parecía real, y no nos pusimos tan borrachos, aunque ahora que lo pienso, quizás si lo estábamos... - Horacio se mordió el labio inferior, y observó a su prometido a la cara, quien suspiró y sacó su móvil.
-Conway, venga un momento a nuestra casa por favor, es urgente... -Al decir todo esto, Viktor veía fijamente a la cara a Horacio, lo tomó de la mano, para demostrarle que todo estaría bien.
Ahora se encontraban en la sala de estar, Horacio estaba recostado sobre un gran sofá, Viktor estaba de pie, recargado a un lado de la puerta principal, y Conway tomó asiento en un sofá individual.
Le dio un trago a su vaso de whiskey y los observó a ambos, sabía que se amaban, sabía por todo lo que habían pasado, y ahora, a una semana de su boda, se descubría esa situación, estaba empleando todo su control para no reír fuertemente.
-Es que de verdad, no puedo creer que estés casado. - Viktor lo decía en un tono neutro, el de cresta no sabía si de verdad estaba molesto.
-Ya para por favor, ya te dije que fue algo de broma... - Pérez se enderezó en el sofá, y observó a su prometido.
-En broma o no, estás casado, y tenemos que ocuparnos de ello... - El ruso tomó asiento a su lado, y se pasó las manos por el rostro.
-Joder, no entiendo por qué haces tanto drama. - Contestó Horacio, ganándose una mirada seria de parte de su amado.