Horacio llegó a su casa, cerró la puerta con fuerza y se dejó caer contra ella.
No iba a llorar, se negaba a hacerlo, por más que su corazón doliera, se dejó caer lentamente hasta que terminó sentado en el suelo, se abrazó a sí mismo.
Tenía frío, su cuerpo aún escurría agua, afuera había una gran tormenta, los rayos se escuchaban por toda la cuidad.
Su teléfono sonó, al sacarlo de su bolsillo ni siquiera se percató de quien llamaba, no contestó, el aparato siguió sonando, hasta que el inspector lo arrojó fuertemente contra una pared cercana.
El móvil se estrelló en miles de trozos, que quedaron esparcidos por el suelo, Horacio aún temblaba, quería salir de ahí, la cuidad lo estaba asfixiando.
Su vida era un asco, en su trabajo ya no era más el héroe, y no hacía más que fallar en todo lo que hacía.
Su hermano se comportaba distinto, era distante y tenía sus propios problemas, al igual que la persona que consideraba como su padre.
Al parecer nadie lo necesitaba, nadie lloraría si un día desaparecía de repente, una idea cruzó su mente, rápidamente se puso de pie, y caminó hacia su habitación, donde tomó una maleta y comenzó a empacar.
El comisario Volkov descansaba en su departamento, tomaba un vaso de su bebida favorita y veía un poco la televisión.
La tormenta afuera no hacia más que aumentar, y los truenos retumbaban por toda la habitación.
Se estaba quedado dormido cuando el timbre de su casa sonó, creyó haberlo imaginado, pero entonces unos toques en ella lo alertaron.
Observó su reloj de muñeca y se percató de que eran más de las 2 de la mañana, se frotó los ojos, intentando alejar el sueño.
Se acercó lentamente hacia la puerta, y al abrirla se encontró a un Horacio despeinado, su cresta siempre perfecta ahora no lucia de esa manera.
Vestía de manera discreta,con jens desgastados,una camiseta azul, sus zapatillas deportivas y una chaqueta negra.
-Horacio... ¿Que está haciendo aquí? - Preguntó, algo sintió en su pecho al verlo, pero lo ignoro, siempre lo hacía.
Se había acostumbrado a ignorar ese sentimiento, al final lo tenía que ver a diario en el trabajo, era un gran inspector.
Sabía que había algo más entre ellos, una chispa que nunca se apagó, pero se negaba a aceptarlo.
Se retiró y le permitió al hombre entrar al departamento, ambos tomaron asiento y antes de que Viktor pudiera decir algo, Horacio habló.
-Me voy de la cuidad, fue una decisión que acabo de tomar, no sé aún a donde...
Le dejaré eso al destino, lo que quiero es salir de aquí. - Horacio jugaba con sus manos sobre su regazo, no quería ver a Viktor a los ojos.-Solo pase a despedirme, quería verte una última vez... - El inspector se puso de pie, y le tendió la mano derecha al comisario.
-Fue un gusto Viktor, yo solo...
Siento todo lo qué pasó, siento que no fuera lo suficiente para ti. -Horacio levantó la mirada, lo observó a los ojos, una última vez.Volkov no respondió, sus manos se tocaron en ese apretón, el corazón de ambos iba a un ritmo acelerado.
Pero demasiado deprisa, el de cresta se separó, le dedicó una última sonrisa y caminó hacia la salida.
Viktor cerró los ojos y su mente comenzó a trabajar de prisa, Horacio se iría, no lo volvería a ver, no lo volvería a abrazar, ni a escuchar su voz.