"Una cresta como la de Papi..." ❤︎

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Horacio despertó ese día con el olor a café inundando sus fosas nasales, cosa que terminó por alejar el sueño, con su mano derecha tanteó el lado contrario de la cama, esperando encontrar el cuerpo de su esposo, pero no era así.

Al abrir los ojos se encontró solo en la gran cama de sabanas grises, se estiró como si fuera un gatito, y se sentó, tomó la taza de café humeante sobre la mesita de noche.

Estaba perfecto, como a él le gustaba, como solo su esposo sabía prepararlo, tomó una nota que descansaba al lado de la taza y observó la fina caligrafía del ruso.

"Buenos días mi amor, no te quise despertar, estoy encargándome de unos asuntos en comisaría, pero regresaré temprano, un beso para ti y otro para el pequeño Jack.

Los amo.                               
                                               Viktor."

Horacio sonrió, ni en los fines de semana el comisario se permitía faltar a su labor, ambos trabajaban ahí, sin embargo, los turnos de comisario eran más exigentes que los de inspector.

Un pequeño abrió la puerta de la habitación en ese instante, llevaba un osito de peluche en su brazo derecho, que arrastraba una pata por el suelo, y con la otra se frotaba los ojitos.

-Papi... ¿Donde está papá? - Preguntó el pequeño Jack, mientras se acercaba hacia la cama, donde uno de sus padres lo esperaba con los brazos abiertos.

Jack Pérez Volkov tenía poco más 3 años, era el niños más alegre, más inteligente y el más amado de todos, tanto sus padres, como su tío Gustabo y su abuelo, por quien llevaba ese nombre lo adoraban.

Tenía el cabello castaño, pero de un castaño muy claro, y compartía una preciosa singularidad con su padre Horacio, tenía uno ojos de un tono verde, y otro de un color café oscuro.

Cualquiera diría que él en realidad era su padre, el matrimonio se había enamorado del pequeño cuando lo rescataron de un accidente de coche, donde sus padres biológicos murieron.

Desde entonces no descansaron hasta que pudieron adoptarlo, con un mes de edad, el pequeño no recordaba otra vida sin su papá Viktor y su papi Horacio, como los llamaba.

El pequeño subió con dificultad a la alta cama, y se refugió en el regazo de su padre, quien lo abrazó y le besó la cabeza, mientras aspiraba el olor a bebé que aún emanaba el pequeño.

-Papá está trabajando, pero regresará temprano, hoy vamos a ver a tu tío y al abuelo... ¿Ya no tienes sueño? - Preguntó, sin soltar al pequeño.

-No, ya no quiero dormir... - Respondió el pequeño, que para su edad ya sabía expresarse muy bien.

-Bueno... ¿Que quieres hacer hoy, Jack? - Exclamó Horacio, mientras se apartaba un poco del pequeño y lo observaba a los ojitos.

-Papi ¡Quiero tener una cresta como la tuya! - Gritó el pequeño, mientras se ponía de pie y saltaba sobre la cama.

Horacio aún llevaba su cresta, esa nunca se iría, ahora la llevaba de un color casi blanco.

Se pasó una mano por el cabello y la idea sonaba divertida, tomó al pequeño de las manitas, y lo ayudó a saltar sobre la cama.

-Tengo una idea ¿Y si hoy nos vestimos iguales y nos hacemos la cresta del mismo color? -Preguntó, con una sonrisa en su rostro, si su pequeño lo quería, lo iba a cumplir.

-¡Si! ¡Si! ¡Si! ¡Cresta como papi! -Continuaba exclamando el pequeño, mientras se dejaba caer sobre la cama y Horacio aprovechaba para hacerle cosquillas sobre su estómago.

Au's Volkacio (Soft) 💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora