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Era otro de tantos días aburridos e iguales. El despertador sonó a las 4:30 de la mañana de aquel lunes que Elizabeth jamás olvidaría. Observó a Liam, su pareja desde hacía varios años,  acomodarse en la cama para seguir durmiendo, ella se levantó y se dirigió al baño.

A las seis, ya se había cepillado los dientes, bañado, vestido, peinado, maquillado y desayunado, todo en el mismo orden en que lo hacía cada mañana. Su vida era un constante Deja vu, una secuencia infinita de acciones que se repetían.

Todo estaba listo, entró en la habitación y le dio un corto beso a Liam, luego, salió rumbo al trabajo.

Cuando llegó, se dirigió como siempre por una taza de café con dos cucharaditas de azúcar, saludó a los compañeros y se dispuso a iniciar sus labores.

El señor Harris, su jefe, llegó poco después, se detuvo frente al escritorio de Elizabeth y dijo:

— Buenos días, Liz, en una hora entrevistaré a un nuevo empleado, por favor avísame tan pronto llegue.

— Buenos días, señor Harris, descuide, estaré atenta.

Su jefe le dirigió una sonrisa amable y entró a su oficina. Elizabeth era su secretaria desde hacía ya un año, conocía perfectamente su trabajo, aunque este no la emocionara demasiado.

Se puso manos a la obra mientras bebía su café a sorbos cortos. Eran casi las diez cuando recibió una llamada.

— Liz —dijo Julia, la recepcionista, que también era muy amiga suya— Aquí hay un joven que dice que viene a una entrevista con el señor Harris.

— Déjalo pasar, lo está esperando.

— Bien.

Colgó el teléfono y esperó a que apareciera el nuevo empleado. Pocos minutos después, lo tuvo frente a su escritorio, llevaba un impecable traje negro con corbata del mismo color, el cabello castaño y rizado muy bien peinado, y tenía unos ojos cafés muy llamativos. Esbozó una reluciente sonrisa y dijo:

— Buenos días, señorita, soy Shawn Mendes y vengo a una entrevista.

— Buenos días, señor Mendes, por favor deme un momento para anunciarlo.

Tomó el teléfono sin dejar de mirarlo, algo impedía que apartara sus ojos de él. Habló con el señor Harris y luego se levantó del escritorio.

— Por aquí, por favor.

Él solo asintió y la siguió camino a la oficina del señor Harris. La puerta se abrió antes de que Liz tocara.

— Buenos días, señor Mendes —saludó el jefe— pase, por favor.

Liz dio media vuelta y regresó a su escritorio pensando en que el tal Shawn Mendes era un hombre muy atractivo. Pasó un largo rato antes de que la puerta de la oficina se abriera y saliera el señor Harris acompañado de Shawn. 

— Liz —dijo el jefe deteniéndose frente al escritorio de ella— por favor acompaña a Shawn al archivo, él se va a encargar de poner todo en orden y llevar la contabilidad de ahora en adelante. 

Ella solo asintió, se levantó de su silla y observó al jefe alejarse y entrar de nuevo a su oficina. 

— ¿Cómo es su nombre? —preguntó Shawn. 

— Elizabeth, pero la mayoría de las personas me llaman Liz. 

— Bonito nombre, Liz. 

Por alguna extraña razón, Liz pensó en que su nombre sonaba mucho mejor de los labios rosados de Shawn. 

Grandes cambios  || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora