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De nuevo la junta de fin de mes, Liz fue por su café y lo bebió despacio tratando de prepararse para lo que le esperaba. Shawn llegó y se acercó a ella, traía una caja de chocolates y una rosa de papel en sus manos. 

— Buenos días, Liz —saludó al llegar junto a ella. 

— Buenos días, Shawn —dijo ella, y se quedó mirando lo que él traía en sus manos. 

— Esto es para ti. 

Le entregó las cosas y ella se quedó muy sorprendida, no estaba acostumbrada a que tuvieran detalles con ella, y era muy extraño que un chico como Shawn lo hiciera. Le dio un beso en la mejilla y dijo tratando de no parecer tan emocionada: 

— Muchas gracias, Shawn. 

— De nada. 

El castaño sonrió y ella sonrió también, ese estaba siendo un lunes maravilloso. 

Más tarde, entraron en la sala de juntas y se sentaron en sus lugares, Lysa, la de recursos humanos se sentó junto a Shawn y sonrió mostrando todos sus dientes, parecía muy interesada en hablarle.

— Hola —lo saludó— qué gusto verte. 

— Hola —saludó Shawn sin muchas ganas de hablar. 

— ¿Cómo te sientes en la empresa? 

— Bien. 

Parecía decepcionada ante la indiferencia de Shawn, se acomodó en la silla y cruzó la pierna, haciendo que su vestido, de por sí corto, subiera aún más, dejando ver sus muslos. Liz no la soportaba, y el sentimiento era mutuo, nunca hablaban ni se saludaban a menos que no tuvieran otra opción. Se dio inicio a la reunión, que transcurrió sin que le prestara demasiada atención, de vez en cuando intercambiaba miradas con Shawn. 

Cuando terminaron, se pusieron en pie y salieron de la sala. Lysa pasó junto a ellos y le dedicó una sonrisa coqueta a Shawn. Se dedicaron a su trabajo, aunque al ver la rosa de papel sobre el escritorio, Liz no dejaba de sonreír, miraba hacia el archivo y pensaba en lo extraño que sería estar lejos de Shawn durante dos semanas. 

Antes de salir al almuerzo, Liam llamó a Liz para decirle que pasaría a buscarla a la salida del trabajo, no le emocionaba para nada la idea, pero tampoco podía decirle que no fuera o tendrían problemas serios.

Al igual que todos los días, Shawn y Liz salieron a almorzar juntos, aunque por primera vez, no estaba Julia con ellos. Salieron tomados de la mano y caminaron hacia el restaurante. Cuando se sentaron en la mesa, pidieron el almuerzo y mientras esperaban, se miraron sin saber qué decir.

Permanecieron en silencio hasta que terminaron de almorzar, luego regresaron a la oficina tomados de la mano, se encontraron en el ascensor con Lysa, al verlos fijó su mirada en sus manos, pero no hizo ningún comentario al respecto.

En la tarde, a la hora de salir, Liam le envió un mensaje a Liz diciéndole que había llegado por ella. Se puso nerviosa al pensar lo que pasaría si la veía salir con Shawn, y si Shawn la veía irse con Liam, no sabía cómo evitar que tanto uno como el otro la vieran.

Shawn terminó su trabajo en el archivo y salió, vio a Liz alistándose para salir, se acercó al escritorio y espero hasta que ella tomó el bolso, luego caminaron juntos hasta el ascensor. Él tomó su mano y ella se tensó. Al llegar a la primera planta, su angustia aumentó todavía más, miró hacia afuera y se encontró con el auto de Liam estacionado justo frente al edificio.

— Un amigo vino a buscarme —dijo.

— Ah, ¿o sea que te llevará a casa? —preguntó Shawn deteniéndose cuando salieron a la calle.

— Así es.

— Bien, nos vemos mañana entonces.

Se acercó y le dio un beso en la mejilla, Liz sintió un gran alivio.

— Hasta mañana Shawn —dijo.

Shawn sonrió y se alejó. Liz caminó hacia el auto y abrió la puerta para subir. Liam tenía el vidrio abajo, lo subió y la miró muy serio.

— ¿Quién era ese? —preguntó sin quitar sus ojos azules de ella.

— Un compañero del trabajo —respondió ella mientras se abrochaba el cinturón.

Liam asintió y arrancó, no dijo nada más durante todo el camino a casa. Cuando llegaron, el silencio siguió, Liz se quitó los tacones en la habitación y fue a preparar la cena.

Shawn llegó a casa y se dejó caer en el sofá, no había hecho más que preguntarse quién era el amigo que había ido a buscar a Liz, en verdad quería saberlo, estaba sintiendo cosas por ella, y pensar en que tal vez tuviera algo con otro hombre, no lo hacía sentirse bien, aunque ella había dicho que no estaba en una relación, y él le creía.

Después de cenar, Liz lavó los platos y se dirigió a la habitación, Liam estaba ya en la cama leyendo un libro. Se acostó a su lado y se acomodó para dormir. Segundos después, él apagó la luz y se acercó a ella, le acaricio la pierna despacio y le dio un par de besos en el cuello. No le apetecía hacer nada con él, al sentir su tacto se sintió incómoda, así que se giró hacia él y le dijo:

— Ahora no.

— ¿Qué? —preguntó él visiblemente contrariado— ¿hace cuánto tiempo no pasa nada entre nosotros? Hace mucho,  ¿ahora qué demonios te pasa?

— Simplemente no quiero, ¿vas a obligarme?

— Tengo necesidades...

— ¿Y qué? No tengo que hacer cosas que no quiero para complacerte.

— Has estado muy extraña estos días, no sé que te pasa, pero yo mejor me voy, ya veo que no me soportas.

Dicho eso, Liam se levantó de la cama, seguramente dormiría en la habitación de invitados. Liz se arropó con las mantas y suspiró, ¿en qué momento había dejado de desearlo? Hacía varios meses no pasaba nada entre ellos, el deseo que alguna vez había sentido se había extinto y solo quedaban cenizas. En verdad era urgente acabar con esa situación, no quería seguir así, estaba siendo demasiado infeliz.

Grandes cambios  || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora