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El miércoles, Liz se levantó temprano, al día siguiente, tendría que regresar al trabajo. Había empacado sus cosas para irse a vivir con su madre, que ya salía del hospital. Le agradeció a los padres de Julia por su hospitalidad, y se fue en un taxi. Cuando llegó, se sintió extraña, era la segunda vez que se mudaba en menos de un mes, por primera vez en semanas, pensó en Liam, se preguntó qué estaría siendo de su vida. Dejó las maletas sobre la cama y salió para el hospital. Era una mañana muy fría y nevaba, cuando llegó, su madre ya estaba esperándola. 

— Hola, hija —saludó. 

— ¿Cómo estás, mamá? 

— Mejor, pero el dolor no se me quita. 

— Será mejor que nos vayamos, hace frío y en casa descansarás mejor. 

Ella asintió y salieron. Al llegar, Liz se dirigió a la cocina a preparar café mientras su madre iba a cambiarse de ropa en la habitación. Miró por la pequeña ventana el cielo gris, cada año, odiaba más el invierno que el anterior. Sirvió el café y lo bebió en silencio, luego, fue a su habitación a organizar su ropa en el armario. Su madre llegó con una taza llena de café en sus manos, la dejó sobre el tocador y le ayudó a organizar la ropa. 

— ¿Y qué ocurrió con ese chico con el que estabas? ¿cómo se llamaba? —preguntó mientras sacaba una blusa de la maleta. 

— Liam. Hace unas semanas que nos separamos —respondió Liz. 

— Lo siento, ¿qué ocurrió? si quieres hablar de eso, claro. 

Liz suspiró, era extraño hablar con su madre de esas cosas, nunca antes lo había hecho. Ella parecía haber cambiado mucho, no quedaba rastro visible de aquella mujer que vivía ebria y drogada y que cada noche entraba a su habitación con un hombre diferente, esa mujer que nunca se preocupaba por su hija, que a penas le hablaba. Mientras relataba todo lo sucedido en los últimos meses, se fijaba en que su madre la miraba interesada y asentía de vez en cuando mientras organizaban la ropa en el armario. 

— No puedo creer que haya pasado todo eso —comentó— cuando te fuiste con él, no pensé que fueran a durar mucho, las relaciones en la juventud son efímeras, aunque creamos ir muy en serio. 

— Todavía no comprendo muy bien lo que pasó. 

— ¿No fue porque llegó alguien más?

— No, desde antes de que llegara Shawn, yo sentía que las cosas habían cambiado, cada vez hablábamos menos, pero me sentía demasiado agradecida con él para pensar en dejarlo. Todo terminó muy mal, nos estábamos engañando mutuamente. 

— Esas cosas pasan, el amor no dura para siempre. 

— ¿Eso te pasó con Dan?

— Admito que me equivoqué al casarme con él. 

— Cuando fuimos a casa, unos hombres llegaron a buscarlo. 

— Es adicto al juego y tiene muchas deudas causadas por eso, varias veces han ido a buscarlo, en cualquier momento lo van a matar. Además, durante un tiempo se dedicó a vender drogas y autos robados, en fin, no ha hecho nada bueno con su vida. Por eso quería dejarlo, poco a poco me di cuenta de que estaba mal todo lo que hice durante todos esos años, me pesaba la conciencia por no haber sido una buena madre, además de que no había vuelto a saber nada de ti. Conseguí un trabajo y pensaba en divorciarme, pero él no iba a permitir eso, ahora, temo que venga a buscarme, ya debe haber salido del hospital. 

— Puede que los que lo buscan lo encuentren antes de que pueda venir a buscarte. 

No había duda de que su madre se había casado con un hombre peligroso, le preocupaba que fuera a buscarla, podían pasar cosas terribles, era probable que quisiera matarla. Pasaron el resto del día viendo películas, por primera vez en la vida, prepararon el almuerzo juntas, Liz ya no recordaba lo bien que cocinaba su madre.

Se acercaba la hora de salida, Shawn se apresuró a dejar todo listo para irse cuanto antes. Tan pronto puso un pie fuera del archivo, se encontró con la mirada curiosa de Lysa, esos tres días sin Liz, solo habían hecho que esa extraña mujer aprovechara cualquier rato libre para ir a buscarlo. Se sentía acosado, hizo como que no la veía y esperó el ascensor. 

— Shawn —dijo ella llegando junto a él. 

— ¿Sí? —respondió él sin mirarla. 

— Vine a buscarte porque quería invitarte a ir por unas copas. 

— Tengo planes, gracias. 

Ella hizo una mueca de incomodidad que él no vio, entraron juntos en el ascensor, pero no hablaron. Cuando llegaron a la primera planta, ella lo miró con odio y salió sin decirle nada. Shawn se encogió de hombros, se despidió de Julia y se fue. 

Liz estaba en la cocina cuando escuchó el timbre, se tensó de inmediato pensando que era Dan o los hombres que lo buscaban, ninguna de las dos opciones eran buenas. Caminó con paso vacilante y abrió la puerta. Vio con alivio que se trataba de Shawn, traía un enorme ramo de rosas rojas y unas bolsas del restaurante chino que quedaba frente al edificio.

— Hola —saludó ella. 

Su madre estaba en el sofá, sintió curiosidad y se acercó para ver quién era el visitante que había llegado. 

— Elizabeth, ¿quién es este joven tan guapo? —dijo, y sonrió. 

—  Mamá, él es Shawn. 

— El famoso Shawn, mucho gusto, yo soy Susan, la madre de Elizabeth. 

— Mucho gusto, señora. 

Shawn extendió su mano y ella le dio un fuerte apretón. 

— Pasa, por favor —le dijo. 

Liz y ella se hicieron a un lado para dejarlo pasar, él entró y dejó las rosas y la comida sobre la mesa del comedor. Se dispusieron a cenar, comenzaron a comer en silencio y sin saber qué decir. Shawn pensaba en aquella vez que Liz le contó su historia con su madre, no imaginaba verlas juntas, parecían estar llevándose bien, eso le alegraba. 

— Elizabeth me contó acerca de ti, me dijo que trabajan juntos —dijo Susan rompiendo el silencio. 

— Así es, desde hace algunos meses —respondió Shawn. 

— Tienen una especie de relación ¿no?

— Es una relación, sí, y quiero que sepa que vamos muy en serio. 

— No lo dudo, les deseo suerte. 

Ella sonrió y él también, le daba la impresión de que dudaba de sus buenas intenciones con Liz y eso no le gustaba. 


Grandes cambios  || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora