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La mañana del sábado, Liz y Liam despertaron temprano, se arreglaron e iniciaron el viaje a casa de los padres de él. No intercambiaron más de dos frases, el camino se hizo casi eterno, solo la música que sonaba en el radio rompía ese silencio sepulcral.

Después de tres horas de camino, llegaron, los padres de Liam los esperaban en la puerta de su casa. Era una cabaña de madera y acero en medio de un espeso bosque de pinos, a lo lejos se escuchaba el ruido de un arroyo, y el canto de los pájaros, era el lugar más tranquilo que Liz podía imaginar, soñaba con algún día poder vivir en un lugar así. Bajaron del auto con las únicas dos maletas que había llevado.

— Bienvenidos —dijo Bob, el padre de Liam, era un hombre de unos sesenta años, calvo y con unos ojos azules muy expresivos.

— ¡Qué alegría verlos! —dijo Alice, la madre de Liam, era un par de años menor que su esposo, tenía el cabello rubio corto y bien peinado y sus ojos también eran azules.

Abrazaron a los recién llegados y los invitaron a pasar. Por dentro, la cabaña estaba muy bien decorada, era bastante acogedora y habían fotos de Liam en todas partes, era el único hijo de la pareja. Subieron a la habitación de invitados, dejaron las maletas, luego bajaron y se sentaron en el comedor donde Alice les había servido chocolate caliente con galletas caseras.

— ¿Cómo va todo? —preguntó Alice.

— Muy bien —respondió Liam— con mucho trabajo, aprovechamos estas vacaciones para venir a visitarlos.

— Qué bueno —dijo Bob— si no vienen ahora, nos veríamos hasta navidad.

Liz sonrió tratando de parecer amable, bebió su chocolate despacio cuidando de no quemarse y pensó, por enésima vez en el día, en Shawn.

— ¿Y tú, Liz? —la voz de Bob la sacó de sus cavilaciones.

— Ah, todo va muy bien, también con mucho que hacer, pero me gusta mi trabajo.

— Nos alegra oír eso.

— ¿Y nunca volviste a hablar con tu madre? —Alice siempre le hacía la misma pregunta, aunque la respuesta era más que obvia.

— No —respondió ella sin más, preparándose para el comentario que seguiría, ya se lo sabía de memoria.

— Deberías intentar acercarte a ella, puede que ya no esté con ese hombre y puedan recuperar su relación.

— Mamá, no hables de eso, por favor —intervino Liam.

Liz agradeció su intromisión, no quería seguir escuchando eso, no había ninguna relación que recuperar, nunca se había llevado bien con su madre, no era una buena mujer y nunca la había querido, Alice lo sabía, pero siempre decía lo mismo. Esperaba que no se quedaran muchos días, acababan de llegar y ya se sentía incómoda con sus comentarios. Bebieron el chocolate en silencio.

— Deberíamos ir a caminar —sugirió Bob.

Se levantaron de sus asientos y salieron de la cabaña, caminaron a través del bosque durante un largo rato, Liz se permitió respirar el aire fresco y se le ocurrió una idea.

Shawn se levantó casi al mediodía, los vecinos ruidosos lo habían dejado descansar, fue a la cocina y sirvió un vaso de jugo de naranja, lo bebió despacio y miró por la ventana los edificios que lo rodeaban. Luego, regresó a su habitación y buscó su celular para enviarle un mensaje a Liz.

《¿Cómo van las vacaciones?》

Se acostó en la cama de nuevo y encendió el televisor.

Tras una larga caminata, llegaron a la casa, Liz subió a la habitación y buscó su celular, encontró el mensaje de Shawn y le respondió rápidamente:

《Bien, salí a visitar a unos amigos fuera de la ciudad.》

Bajó con intención de ayudarle a Alice a preparar el almuerzo, mientras tanto, Liam veía un partido de fútbol junto a su padre. Se dispuso a cortar unas cebollas y unos pimientos y mientras lo hacía, pensaba en Shawn. Alice estaba hablando, pero ella no la escuchaba, su mente estaba muy lejos de allí.

Después de almorzar, pasaron la tarde jugando póker en el estudio, Liz pensaba que después de todo, no iba tan mal la visita, al no estar a solas con Liam, todo era menos incómodo. Eran ya casi las ocho cuando fueron a preparar la cena.

Shawn había ido a casa de sus padres, como todos los fines de semana, después de la cena, decidió subir a su antigua habitación y llamar a Liz, pues quería escuchar su voz.

— Hola Shawn —saludó ella con voz alegre mientras salía de la cabaña.

— Hola Liz, ¿cómo estás? —dijo él caminando por la habitación.

— Muy bien, ¿y tú?

— Bien, en casa de mis padres. Me dijiste que habías ido a visitar a unos amigos fuera de la ciudad.

— Así es, es una cabaña a tres horas de Toronto, es muy tranquilo aquí.

— Espero que puedas descansar y olvidarte un poco de trabajo.

— Creo que este es el lugar ideal.

— Me alegra mucho por ti.

— ¿Todos los fines de semana visitas a tus padres?

— Así es, me gusta pasar tiempo con ellos, me gustaría que algún día los conocieras.

— Estaría encantada.

— Les agradarías.

Escuchó a Alice llamarla a cenar, era hora de despedirse de Shawn.

— Shawn, tengo que irme, me llaman a cenar.

— Buen provecho, me encantó hablar contigo, como siempre.

— Buenas noches Shawn.

— Buenas noches Liz.

Colgó y entró de nuevo a la cabaña, se sentó en la mesa junto a Liam y bebió el café a sorbos cortos.

— ¿Quién te llamó? —preguntó Liam mirándola con desconfianza.

— Julia —respondió Liz tratando de sonar normal, odiaba que siempre quisiera saber con quién hablaba, llegaba a ser asfixiante.

La cena transcurrió entre conversaciones animadas en las que Liz no participaba demasiado, quería irse a descansar, así que tan pronto terminaron, ayudó a levantar los platos de la mesa, se disculpó y subió a la habitación. Siempre llevaba con ella varias hojas blancas y lápices para dibujar, recordó muy bien cómo era el rostro de Shawn y se dispuso a dibujarlo, tenía un innegable talento para eso, aunque sería difícil retratar un rostro tan perfecto. Estuvo en esa tarea un largo rato, hasta que escuchó pasos en las escaleras, guardó el dibujo y fue al baño a cambiarse de ropa.

Grandes cambios  || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora