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El canto de los pájaros despertó a Liz, Liam ya se había levantado y se escuchaba el sonido de la ducha. Esperó hasta que él salió y entró en el baño sin decirle nada. Cuando terminó de bañarse, regresó a la habitación y ya no lo encontró allí. Se vistió y bajó a desayunar. La cocina olía a pan recién horneado, saludó a todos y se sentó junto a Liam. Más tarde, sacaron un asador y pusieron a asar unos cortes de carne con papas.

Los domingos, la madre de Shawn preparaba comida especial, además, desde que él no vivía con ellos, era todavía más importante hacer cosas especiales cuando iba a verlos. Shawn preparaba la ensalada junto a su hermana y le hablaba acerca de Liz, tenían una muy buena relación y siempre le gustaba contarle sus cosas. Pensó en que en la noche la llamaría, no sentía muchos deseos de ir a trabajar al día siguiente porque sabía que no la vería.

Pasado el mediodía, la carne estuvo lista, almorzaron en medio de una conversación, luego de que terminaron, Liz fue a lavar los platos y se retiró a la habitación a seguir dibujando. Le gustaba estar sola, se sentía tranquila sin que nadie le hablara ni le preguntara cosas. Afortunadamente, Liam estaba ocupado con su padre haciendo algún trabajo de carpintería, no iría a molestarla en un largo rato. El dibujo que estaba haciendo tardaría algunos días, Liz quería que quedara lo más perfecto posible, aunque sería difícil. Había observado a Shawn tantas veces que conocía perfectamente cómo eran sus facciones. Totalmente concentrada, trazaba sobre la hoja en blanco la imagen de ese chico maravilloso en el que no dejaba de pensar. No veía la hora de verlo y besarlo de nuevo, aunque faltaban varios días para eso. Julia le envió un mensaje contándole que estaba de regreso de su luna de miel y que al día siguiente iría a trabajar, intercambiaron algunos mensajes en los que Liz le contó en dónde estaba, y luego siguió dibujando. Ya era de noche cuando escuchó los pasos de Liam acercarse, guardó el dibujo y fingió dormir.

— Es hora de cenar —dijo Liam.

Ella se levantó y caminó hacia la puerta.

— ¿Cuántos días nos vamos a quedar? —le preguntó.

— Dos semanas.

Estar tantos días con los padres de Liam no era lo que Liz esperaba, pero no dijo nada, bajó las escaleras junto a él y pasaron al comedor.

Shawn cenó con sus padres y regresó que su apartamento. Planchó la camisa para el día siguiente, se cepilló los dientes y se acostó en la cama. Estando allí, tomó su celular y buscó el número de Liz.

— Hola Shawn —saludó ella al contestar, de nuevo salió de la cabaña para hablar en el porche.

— ¿Cómo la estás pasando?

— Muy bien, hoy hicimos un asado, creo que me quedaré varios días.

— Me alegra oírlo.

— ¿Y tú? ¿Cómo va todo?

— No me emociona demasiado ir al trabajo, sabiendo que tú no vas a estar ahí.

— Estaré disponible por si necesitas algo, además, no puede ser tan malo.

— Gracias Liz, pero te voy a extrañar.

— También me haces falta.

— Espero que estas dos semanas pasen rápido.

— También yo.

— Mañana en la noche te llamaré para saber cómo estás.

— Está bien.

— Que pases buena noche Liz.

— Buenas noches Shawn.

Colgaron y Liz regresó adentro, Liam la miró con desconfianza, ella esperó a que le preguntara con quién hablaba, pero no lo hizo.

Más tarde, cuando subieron a la habitación y estuvieron a solas, Liam decidió reclamarle:

— Se me hace muy sospechoso que te llamen todas las noches.

Liz resopló presintiendo que la conversación que seguía no sería nada agradable.

— No pasa nada con eso, no sé por qué me reclamas.

— Liz, yo siento que nuestra relación se está acabando, estás cada vez más distante, a veces he llegado a pensar que hay alguien más, y eso no sería lo ideal, me dolería que después de todo lo que te he ayudado, me pagaras de esa manera, no sería justo.

Tal vez, ese era el momento de hablar con él y de decirle que sí había alguien más, aunque su reacción fuera terrible, lo mejor era acabar de una buena vez con esa relación sin sentido.

— Yo lo único que he hecho ha sido ayudarte en lo que he podido, si no fuera por mí, seguramente estarías con tu madre pasándola muy mal, y mira como estás actuando conmigo, te comportas como una malagradecida, como si ya hubieras olvidado todo lo que he hecho por ti.

— Si me ibas a reprochar todo lo que has hecho por mí, mejor no me hubieras ayudado.

Liam siempre se valía de lo mismo para chantajear a Liz, antes, ella lo permitía y se sentía culpable, pero en ese momento, había descubierto que por más que le agradeciera, no podía seguir con él porque ya no lo quería.

— Lo hice porque te amo, pero tú solo me usabas.

— Eso no es verdad, yo siempre te he ayudado con los gastos, yo cocino y me encargo de mantener arreglado el apartamento, ya deja de hacerte la víctima, aceptemos que nuestra relación ya no tiene ningún sentido.

Cuando terminó la frase, Liam se levantó y la tomó del brazo bruscamente, le estaba haciendo daño, ella intentó zafarse, pero él apretó su agarre.

— ¿Cómo te atreves a decir eso? —gritó.

Casi en seguida, sus padres entraron algo alarmados en la habitación, sin duda alguna, estaban afuera escuchando todo lo que decían.

— Liam, por Dios —dijo Bob— ¿no te enseñamos que debes respetar a las mujeres? ¡Suéltala ya!

Obedeció y caminó hacia el armario, de allí sacó una manta y se dirigió a la puerta.

— Después continuaremos esta conversación —dijo con voz de advertencia.

Salió de la habitación y se alejó escaleras abajo. Alice y Bob se quedaron en donde estaban, Liz se sentó en la cama y miro hacia el piso, dejarlo sería más difícil de lo que pensaba. No recordaba una vez en la que hubiera sido agresivo con ella, cuando peleaban ni siquiera le levantaba la voz, pero al mirar su brazo y descubrir las marcas de sus dedos, pensó en que tal vez no lo conocía en realidad. ¿Y si corría peligro a su lado? Cuando intentara dejarlo, podría hacerle daño y eso le preocupaba.

Grandes cambios  || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora