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A la mañana siguiente, Liz se levantó tarde, eran casi las nueve cuando entró en la ducha. Al salir, se envolvió en la toalla y revisó su celular, por medio de un mensaje, Julia le había dicho que estaba buscando un lugar para ella. Le agradeció y se dispuso a vestirse. Mientras se peinaba, sintió pasos que se acercaban y se preparó para tener otra conversación hostil con Liam. Él abrió la puerta sin tocar, entró y la cerró de golpe. Liz dejó el cepillo sobre el tocador y se giró para mirarlo. No tuvo tiempo de reclamarle por entrar de esa manera, él caminó hacia ella y la empujó sobre la cama, luego se dejó caer encima, con todo el peso de su cuerpo e intento besarla. Ella intentó quitarlo y movió la cabeza para esquivarlo, lo último que quería era besarlo. 

— Déjame —le dijo casi gritando. 

— No —respondió él— ya que no quieres por las buenas, por las malas no te vas a negar. 

— No lo hagas. 

Siguió intentando besarla y deslizó sus manos entre su camiseta. De repente, los padres de Liam irrumpieron en la habitación y los miraron sorprendidos. 

— ¿Qué estás haciendo? —gritó Alice— ¿no ves que no quiere?

Al ver a sus padres, Liam se levantó de la cama y salió de la habitación pasando de ellos. 

— ¿Estás bien? —preguntó Bob. 

— Sí —respondió ella. 

No podía creer que eso hubiera pasado, cada día lo desconocía más, no quería estar en ese lugar ni un segundo, así que se levantó de la cama y recogió sus cosas. Al verla, Bob y Alice la miraron apenados. 

— ¿Te vas? —preguntó ella. 

— Sí —respondió Liz— perdón, les agradezco su hospitalidad, pero ya vieron lo que ocurrió, no pienso permitir que su hijo me agreda. 

No dijeron más, salieron de la habitación y bajaron las escaleras. Liz terminó de empacar todo, dio una última mirada a la habitación y salió. Las llaves del auto estaban guardadas en un cajón del estudio, las sacó de allí y se dirigió al auto. No vio a nadie en la casa, así que se limitó a encender el auto y conducir de regreso a Toronto. Una media hora después, cuando ya se había alejado bastante, escuchó el celular sonar, Liam la estaba llamando, se imaginaba que estaba hecho una furia al ver que ella se había llevado el auto, apagó el celular y lo lanzó sobre el asiento del copiloto. No había desayunado y el hambre le causaba dolor de cabeza. Cuando vio una gasolinera, se detuvo allí, llenó el tanque y consiguió algo de comer en la pequeña cafetería. Estimaba llegar a casa pasado el mediodía, en ese momento no quería pensar en nada, cuando llegara pensaría en qué hacer. 

Shawn se aburría mortalmente en el trabajo, mientras revisaba los estados financieros de años anteriores, pensaba en lo monótona que se había convertido su vida, sacó un pañuelo del bolsillo, el archivo estaba lleno de polvo y le causaba alergia. Se preguntaba si Liz regresaría pronto, quería invitarla a salir o simplemente verla, la oficina se sentía vacía sin ella. Al llegar se había encontrado con Lysa, parecía estar esperándolo, pues cuando él entró en el ascensor, ella lo siguió, lo saludó y de nuevo lo invitó a salir, le incomodaba su actitud. 

Como lo había calculado, Liz llegó a casa pasado el mediodía, dejó el auto en el estacionamiento subterráneo del edificio en el que vivía y subió a su piso. Descargó la maleta sobre la cama, pero no desempacó, su idea era irse pronto, incluso consideró empacar toda su ropa de una vez. Tenía hambre, así que pidió algo de comida a domicilio y destapó una de las cervezas que Liam guardaba en la nevera. Al encender su celular, encontró veinte llamadas perdidas de él y algunos mensajes de Julia. Muy seguramente, iría en camino a casa, al anochecer, tendría que enfrentarlo, solo Dios sabía lo que sucedería. Trató de no pensar en eso, se asomó a la ventana y observó la ciudad. Luego, tomó su celular y le escribió un mensaje a Shawn, diciéndole que ya estaba de regreso en la ciudad, tal vez podría verlo esa misma noche, le causaba emoción pensarlo. 

Grandes cambios  || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora