Pasaron algunos días en los que Liz y Shawn no intercambiaron más que un saludo. Ella no había vuelto a saber nada de su madre, pero seguía muy preocupada por ella, temía que tuviera razón y algo malo le hubiera sucedido, quería saber si estaba bien, pero no sabía cómo averiguarlo, no se atrevía a ir a buscarla a su casa, ni siquiera estaba segura de recordar cómo llegar. Era viernes, estaba terminando sus labores en la oficina y casi llegaba la hora de irse, había sido una semana difícil. Recogió sus cosas y fue a despedirse de Shawn.
— ¿Ya casi? —le preguntó entrando en el archivo.
— Aún me falta, y bastante —respondió él sin mirarla.
— Yo ya me voy.
— Nos veremos el lunes entonces.
— Adiós, Shawn.
— Adiós Liz, que tengas un buen fin de semana.
Ella sonrió, se acercó y le dio un beso en la mejilla, le costaba acostumbrarse a eso, era extraño, después de que sus labios se conocían tan bien. Salió del archivo y esperó a que llegara el ascensor. Cuando llegó a la primera planta, pasó a despedirse de Julia y charlaron durante unos minutos. Observó cómo terminaban de armar un enorme árbol de navidad en un rincón del vestíbulo y sintió nostalgia recodando las pocas navidades felices que había vivido muchos años atrás. Antes de que pudiera comenzar a llorar, apartó los recuerdos de su mente y salió a la calle. Observó que a lo lejos venía un auto a toda velocidad, así que esperó para pasar.
Cuando la vio irse, Shawn se quedó pensando en lo distanciados que estaban, si bien él no se sentía seguro de tener una relación seria con ella hasta que no sintiera su confianza restaurada, tampoco creía que no hablar con ella fuera lo mejor, la extrañaba y era doloroso que solo compartieran un saludo. Sintió la necesidad de acercarse de nuevo e invitarla a salir, era viernes, tal vez podrían ir al karaoke como aquella vez que la pasaron tan bien. Organizó toda la papelería que lo rodeaba y salió casi corriendo, esperando que no se hubiera ido todavía. Al llegar al primer piso, pasó a preguntarle a Julia, ella le dijo que Liz ya se había ido, pero que seguramente no iría muy lejos. Le agradeció por la información y salió a paso rápido.
Era un auto negro muy viejo, se acercó y subió a la acera, empujando lejos a Liz. Ella sintió el golpe, luego, cayó unos metros más allá, golpeándose la cabeza contra el concreto del suelo y perdiendo el conocimiento.
Tan pronto salió, Shawn vio un gran número de personas congregadas en círculo alrededor de alguien, una mujer gritaba que llamaran una ambulancia. Se acercó para ver qué pasaba abriéndose paso como pudo entre la multitud hasta que la vio. Liz estaba tirada en el piso, inconsciente y con un pequeño charco de sangre a su alrededor. Una angustia indescriptible se apoderó de él. La ambulancia llegó y los paramédicos bajaron rápidamente a auxiliarla, por suerte, seguía con vida, la subieron en la camilla y antes de que cerraran la puerta, Shawn interrumpió, debía ir con ella.
— Disculpen, necesito ir.
— ¿Usted es algo de la señorita? —preguntó uno de los paramédicos.
— Sí, soy su novio.
Subió en la ambulancia y arrancaron, se preguntaba por qué había dicho eso. Llegaron al hospital y le indicaron que debía esperar. Mientras le daban alguna razón, Shawn pensó en lo ocurrido, por lo que había escuchado, no era nada accidental, todos los que estaban presentes, aseguraban que el auto se había subido en la acera como si tuviera la intención de atropellarla, pero, ¿por qué alguien querría hacerle daño a Liz intencionalmente y de esa forma? Pensó y pensó hasta que recordó la última conversación que habían tenido, el día que su madre fue a buscarla. ¿Habría alguna posibilidad, aunque fuera pequeña de que el esposo de su madre tuviera algo que ver en eso? La idea no parecía tan descabellada, pero no había forma de comprobar si estaba en lo cierto o no. Ya había pasado un largo rato y no habían noticias de Liz, esperaba que no fuera nada grave y que su vida no estuviera en peligro. No se atrevía a moverse de allí pensando en que en cualquier momento, el doctor apareciera con información.
Eran más de las nueve cuando salieron a brindarle información. El doctor era un hombre alto y calvo, de unos cincuenta años, Shawn era la única persona en la sala, así que se acercó a él despacio.
— ¿Usted es el familiar de Elizabeth Atwood? —preguntó con cautela.
— Así es —respondió Shawn poniéndose en pie.
— Ella está bien, el golpe en la cabeza fue muy fuerte, pero no hay lesiones en el cráneo, tiene algunas contusiones y raspones, pero se recuperará pronto. Aún no ha despertado, pero si quiere verla, puede pasar ahora.
— Muchas gracias, doctor.
Lo siguió a través de largos pasillos y escaleras hasta llegar a una habitación, Shawn entró y vio a Liz acostada en la cama, tenía una sutura larga, de unos doce puntos al lado izquierdo de su cabeza, todo el brazo izquierdo tenía raspones y moretones, pero parecía estar bien. Se acercó y tomó su mano sin saber qué hacer o decir.
Liz sentía que su cabeza pesaba una tonelada, el dolor era insoportable y le costaba demasiado abrir los ojos. Cuando por fin pudo hacerlo, lo primero que vio fueron los ojos cafés preocupados de Shawn, se preguntaba qué había sucedido, hasta que poco a poco recordó lo que había tenido un accidente.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó Shawn.
— Me duele demasiado la cabeza —respondió ella— pero creo que estoy bien.
— Me alegra, espero que te recuperes pronto.
— Gracias Shawn.
— De nada, Liz.
Él sonrió y ella trató de hacer lo mismo.
— No pensé que estuvieras aquí —dijo ella.
— Salí de la oficina tras de ti para invitarte a que fuéramos a tomar algo, pero me encontré con que te pasó esto, así que vine para asegurarme de que todo estuviera bien.
— Gracias de nuevo.
— No hay de qué.
— Parece que esta noche tendré que quedarme aquí.
— ¿Habrá posibilidad de que mañana salgas?
— Yo creo, no fue nada grave.
— Espero que sí.
— También yo, nunca había tenido que pasar una noche en el hospital.
— No es nada agradable.
— ¿Qué hora es?
— Nueve y treinta.
— Es tarde ya.
— Sí, creo que es hora de irme, solo estaba esperando a verte para asegurarme de que estuvieras bien.
— Gracias una vez más.
— Creo que nunca me habían dicho gracias tantas veces.
Ambos sonrieron, Shawn no quería irse, pero era tarde y Liz necesitaba descansar.
— Mañana vendré a ver cómo estás.
— Está bien. Espero que llegues bien a tu casa.
— Adiós Liz.
— Adiós Shawn.
Él se acercó y le dio un beso en la mejilla, soltó despacio su mano y salió de la habitación. Cuando llegó a su casa era tarde, preparó un café y se puso ropa cómoda.
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Grandes cambios || Shawn Mendes
FanfictionElizabeth es una joven de veintiún años, que vive desde hace tres años con Liam, su pareja. Su vida es una rutina constante, vive tan ocupada con su trabajo y la vida en pareja que no se detiene a pensar en que no es feliz. Cuando conoce a Shawn, su...